Reacciones anafilácticas

(Anafilaxia)

PorJames Fernandez, MD, PhD, Cleveland Clinic Lerner College of Medicine at Case Western Reserve University
Revisado/Modificado oct. 2022 | Modificado mar. 2023
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Datos clave

Las reacciones anafilácticas son reacciones alérgicas repentinas, generalizadas, potencialmente graves y con riesgo de muerte.

  • Estas reacciones anafilácticas suelen comenzar con una sensación de inquietud, seguida de hormigueo y mareo.

  • A continuación, aparecen rápidamente síntomas graves, como prurito y urticaria generalizados, hinchazón, sibilancias y dificultad para respirar, desmayos y/o otros síntomas alérgicos.

  • Estas reacciones pueden poner la vida en peligro con rapidez.

  • El mejor tratamiento consiste en evitar el factor que las desencadena.

  • Las reacciones anafilácticas requieren tratamiento de urgencia.

  • Las personas afectadas deben llevar siempre consigo una jeringa autoinyectable de epinefrina (adrenalina).

(Véase también Introducción a las reacciones alérgicas.)

Al igual que otras reacciones alérgicas, las reacciones anafilácticas no suelen suceder tras una primera exposición al alérgeno (la sustancia que desencadena una reacción alérgica), pero pueden suceder después de una nueva exposición al alérgeno. Sin embargo, muchas personas no recuerdan haber tenido una primera exposición. Es probable que cualquier alérgeno que haya provocado una reacción anafiláctica vuelva a causarla cuando la persona se exponga de nuevo, a menos que se tomen medidas para evitarlo.

Causas de las reacciones anafilácticas

Las causas más frecuentes son:

  • Fármacos (como la penicilina)

  • Picaduras de insectos y venenos de animales

  • Ciertos alimentos (sobre todo, huevos, marisco y frutos secos)

  • Látex

Pero pueden ser causadas por cualquier alérgeno.

Reacciones anafilactoides

Las reacciones anafilactoides se asemejan a las anafilácticas. Pero las reacciones anafilactoides, a diferencia de las anafilácticas, pueden aparecer después de la primera exposición a una sustancia.

Las reacciones anafilactoides no son reacciones alérgicas, porque la inmunoglobulina E (IgE), el tipo de anticuerpo implicado en las reacciones alérgicas, no las provoca. En cambio, la reacción es causada directamente por la sustancia.

Los desencadenantes más comunes de las reacciones anafilácticas incluyen

  • Sustancias que contienen yodo y que se puedne visualizar en las radiografías (agentes de contraste radiopacos)

  • Aspirina (ácido acetilsalicílico) y otros antiinflamatorios no esteroideos (AINE)

  • Opiáceos

  • Anticuerpos monoclonales (anticuerpos sintetizados que actúan sobre partes específicas del sistema inmunológico y las deprimen)

  • Ejercicio

En la medida de lo posible, se evita administrar agentes de contraste radiopacos a personas con reacciones anafilactoides a estos agentes. Pero algunos trastornos no se pueden diagnosticar sin utilizar agentes de contraste. En estos casos, se eligen los agentes de contraste que conlleven un riesgo menor de causar reacciones. Además, antes de inyectar determinados medios de contraste, algunas veces se administran medicamentos que impiden las reacciones anafilactoides, como la prednisona y la difenhidramina.

Síntomas de la reacciones anafilácticas

Las reacciones anafilácticas y anafilactoides suelen comenzar en un plazo de 15 minutos después de la exposición al alérgeno. En contadas ocasiones, las reacciones comienzan al cabo de una hora. Los síntomas pueden ser entre leves y graves, pero cada persona presenta siempre los mismos síntomas.

El corazón palpita con rapidez. La persona afectada se siente incómoda y agitada. La presión arterial puede descender, causando un desmayo, y puede pasar a ser peligrosamente baja (choque o shock). Otros síntomas incluyen mareo, prurito y rubor, tos, goteo nasal, estornudos, urticaria e hinchazón del tejido bajo la piel (angioedema). La respiración se puede volver difícil y sibilante porque la garganta y/o las vías respiratorias se estrechan o se hinchan. Se pueden tener náuseas, vómitos, cólicos abdominales y diarrea.

Las reacciones anafilácticas pueden evolucionar tan rápidamente que la persona puede sufrir un colapso, interrupción respiratoria, convulsiones y pérdida de la consciencia en 1 o 2 minutos. Una reacción grave puede ser mortal a menos que se administre un tratamiento de emergencia de inmediato.

Los síntomas pueden reaparecer entre 4 y 8 horas después de la exposición al alérgeno o posteriormente. Estos síntomas suelen ser más leves de lo que eran al principio, pero pueden ser más graves o mortales. Los médicos observan a las personas afectadas durante varias horas después de la primera reacción.

Diagnóstico de reacciones anafilácticas

  • Evaluación médica

  • A veces, análisis de sangre

El diagnóstico de las reacciones anafilácticas suele ser evidente al basarse en síntomas como los siguientes:

  • Síntomas de choque (shock) (como presión arterial baja, confusión, piel fría y sudorosa y un pulso débil y rápido)

  • Síntomas respiratorios (como dificultad para respirar, respiración entrecortada y respiración jadeante)

  • Dos o más síntomas de posible anafilaxia (como angioedema, urticaria y náuseas u otros síntomas digestivos)

Dado que los síntomas pueden convertirse rápidamente en un peligro para la vida, el tratamiento se inicia de inmediato, sin esperar a la realización de pruebas.

Para confirmar el diagnóstico, los médicos pueden solicitar análisis de sangre para medir ciertas sustancias que aumentan poco después de una reacción anafiláctica. Sin embargo, estas pruebas no suelen ser necesarias.

Prevención de la reacciones anafilácticas

El mejor tratamiento consiste en evitar el alérgeno. Las personas alérgicas a ciertos alérgenos inevitables (como las picaduras de insectos) se pueden beneficiar de la inmunoterapia alergénica a largo plazo. Para la inmunoterapia con alérgenos, se administran dosis progresivamente mayores del alérgeno con el objetivo de enseñar al sistema inmunológico a no reaccionar ante dicho alérgeno.

La personas que padecen estas reacciones anafilácticas deben llevar siempre consigo una jeringa autoinyectable de epinefrina (adrenalina). Si entran en contacto con un desencadenante (por ejemplo, si les pica un insecto) o si empiezan a aparecer síntomas, deben inyectarse inmediatamente ellas mismas el contenido de la jeringa. Por lo general, este tratamiento detiene la reacción. Sin embargo, después de una reacción alérgica grave e inmediatamente después de haberse inyectado la adrenalina, deben acudir al servicio de urgencias de un hospital para ser examinadas y recibir tratamiento adicional según sea necesario. Las personas afectadas también deben llevar una pulsera de alerta médica en la que se mencionen las alergias que padecen.

Tratamiento de las reacciones anafilácticas

  • Epinefrina (adrenalida) administrada de inmediato

  • A veces, un tubo de respiración

  • En ocasiones, suero por vía intravenosa

  • Antihistamínicos y otros fármacos

En el servicio de urgencias, se administra inmediatamente epinefrina (adrenalina) mediante inyección subcutánea, intramuscular o, algunas veces, intravenosa o intraósea. Puede ayudar a aliviar todos los síntomas. Es posible que se necesite una segunda inyección de epinefrina (adrenalina).

Si existe una dificultad grave para respirar, se puede insertar un tubo de respiración en la tráquea a través de la boca o de la nariz (intubación) o practicar una pequeña incisión en la piel que se encuentra sobre la tráquea; se administra oxígeno (si es necesario) a través del tubo de respiración. Si la presión arterial de la persona es muy baja, se puede administrar epinefrina (adrenalina) a través del tubo de respiración.

La presión arterial casi siempre vuelve a la normalidad después de administrar epinefrina. Si no lo hace, se administran líquidos por vía intravenosa para aumentar el volumen en los vasos sanguíneos. En ciertas ocasiones, a algunas personas pueden administrárseles fármacos que provocan el estrechamiento de los vasos sanguíneos (vasoconstrictores) y, de esta forma, contribuyen a que la presión arterial suba.

Se administran antihistamínicos (como la difenhidramina) y bloqueantes de la histamina-2 (H2) (como la cimetidina) por vía intravenosa hasta que los síntomas desaparezcan.

En caso necesario, se administran beta-agonistas inhalados (como salbutamol) para dilatar las vías respiratorias, reducir las sibilancias y facilitar la respiración.

A veces se administra un corticoesteroide para ayudar a prevenir la repetición de los síntomas varias horas después, aunque la necesidad de este tratamiento está en entredicho.

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