Prioridades en los primeros auxilios

PorAmy H. Kaji, MD, PhD, Harbor-UCLA Medical Center, David Geffen School of Medicine
Revisado/Modificado jul. 2022 | Modificado abr. 2023
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    La primera prioridad durante una emergencia médica es salvar vidas. Una persona que está inconsciente y que no responde puede estar cerca de la muerte; los rescatadores deben evaluar la situación y comenzar el tratamiento según sea necesario para mantener el ABC: la vía respiratoria (A) de una persona, la respiración (B) y la circulación (C). Una alteración en cualquiera de estos tres elementos es siempre mortal si no se corrige con rapidez. Las vías respiratorias, por las cuales pasa el aire hasta los pulmones, pueden llegar a bloquearse (por ejemplo, por el atragantamiento con un trozo de comida o por su inhalación). Muchos trastornos, como el enfisema y el asma, pueden dificultar la respiración. La circulación de la sangre, que depende del bombeo y del latido del músculo cardíaco, puede detenerse durante un paro cardíaco. Según sea necesario, los rescatadores deben comenzar de inmediato

    La siguiente prioridad es conseguir asistencia médica llamando al servicio de emergencias médicas. En los diversos países existen líneas telefónicas de emergencias con servicio ininterrumpido; por ejemplo, en Estados Unidos se puede acceder llamando al 911 y en España llamando al 112. La persona que llama debe proporcionar al operador una descripción lo más completa posible del estado de la persona afectada y de cómo se desarrolló la lesión o la enfermedad. No debe colgar el teléfono hasta que se le haya indicado qué hacer. Si están presentes varias personas no especialistas (rescatadores), uno debe llamar solicitando ayuda médica mientras el otro comienza a valorar las lesiones y aplica los primeros auxilios.

    Después de llamar al 911 (en Estados Unidos) o al servicio de emergencias local, en caso necesario los rescatistas también pueden administrar a la persona afectada:

    • Epinefrina, mediante inyección intramuscular, para reacciones alérgicas graves (anafilaxia), como después de una picadura de abeja

    • Naloxona, por la nariz o por inyección intramuscular, si una persona deja de respirar o casi deja de respirar después de una sobredosis de opiáceos

    Si son muchas las personas lesionadas, debe tratarse primero a la que está herida de mayor gravedad. La evaluación debe llevar menos de un minuto por cada persona lesionada. En cada caso, el rescatador debe considerar si la situación es

    • Potencialmente mortal

    • Urgente pero no potencialmente mortal

    • No urgente

    Puede ser difícil determinar cuál de ellas necesita tratamiento con más urgencia, pues alguien que grita de dolor puede sufrir lesiones de menor gravedad que otro que no puede respirar o que está en coma y, por lo tanto, no puede gritar. La dificultad para respirar y la hemorragia masiva son potencialmente mortales, pero el tratamiento de un brazo o una pierna rotos casi siempre puede esperar, por muy doloroso que sea.

    Cuando hay muchas personas con lesiones graves y los recursos son limitados, es posible que los rescatadores tengan que decidir tratar solo a las que crean que tienen posibilidades de sobrevivir.

    Cuando las personas lesionadas son incapaces de transmitir información médica porque están confundidas o inconscientes o debido a la gravedad de su estado, la información se debe obtener de otras maneras. Por ejemplo, si al lado de una persona inconsciente se encuentra un frasco de comprimidos vacío, debe entregarse el envase al personal de emergencias médicas. La descripción de cómo ocurrió la lesión y la información procedente de testigos, familiares o de los propios rescatadores pueden ser esenciales para establecer el tratamiento.

    A las personas que no necesitan tratamiento urgente se les ofrece consuelo y medidas simples, como proporcionarles una manta y mantener la calma y el calor, mientras esperan su tratamiento.

    Para evitar la propagación de infecciones transmitidas por la sangre, los rescatadores deben protegerse siguiendo las precauciones universales, un concepto de control de infecciones que considera que toda la sangre humana y los líquidos corporales son infecciosos. Por ejemplo, algunas enfermedades graves, como la infección por el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) y la hepatitis B y la hepatitis C (véase Introducción a la hepatitis), pueden transmitirse a través de la sangre y determinados líquidos corporales. Si es posible, los rescatadores deben usar guantes de látex o nitrilo para una mejor protección. Si no se dispone de guantes se puede utilizar plástico. Por ejemplo, los rescatadores pueden colocar las manos dentro de bolsas de plástico para alimentos o de cualquier material impermeable. También deben utilizarse máscarillas y gafas de seguridad (o protectores faciales) y batas y gorras protectoras en caso de salpicaduras de líquidos o de sangre.

    Después de completar los primeros auxilios, los rescatadores deben limpiar su piel de cualquier contaminante. Por ejemplo, deben lavarse las manos tan pronto como sea posible, incluso debajo de las uñas, de forma enérgica, con agua y jabón o con una solución de lejía diluida (alrededor de una cucharada sopera por cada litro de agua, o alrededor de 15 mL por litro de agua) tan pronto como sea posible. Si nada de esto está disponible se puede utilizar un desinfectante de manos con alcohol.

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