Dolor abdominal crónico y recurrente

PorJonathan Gotfried, MD, Lewis Katz School of Medicine at Temple University
Revisado/Modificado ene. 2022 | Modificado dic. 2023
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El dolor abdominal crónico es un dolor que ocurre desde hace más de 3 meses. Puede estar presente todo el tiempo (dolor crónico) o aparecer y desaparecer (dolor recurrente). El dolor abdominal crónico por lo general se presenta en niños y comienza a partir de los 5 años de edad. Aproximadamente entre el 10 y el 15% de los niños de 5 a 16 años de edad, sobre todo los de 8 a los 12 años, sufre dolor abdominal crónico o recurrente. Es algo más frecuente en las niñas. El dolor abdominal crónico también es frecuente entre los adultos y afecta a las mujeres con más frecuencia que a los hombres.

Las personas con dolor abdominal crónico también pueden tener otros síntomas, dependiendo de la causa.

Causas

Generalmente, cuando el dolor abdominal está presente desde hace 3 meses o más, la persona afectada ya ha sido vista por un médico, de modo que los trastornos habituales que causan dolor abdominal ( ver Dolor abdominal agudo) ya han sido identificados. Si ya se ha producido la valoración médica y la causa todavía no se ha identificado, solo el 10% de los casos corresponden a un trastorno orgánico específico ( ver Causas orgánicas y características del dolor abdominal crónico). El 90% restante sufre lo que se denomina síndrome de dolor abdominal mediado centralmente (anteriormente conocido como dolor abdominal funcional).

El síndrome de dolor abdominal mediado centralmente causa un dolor real que persiste durante más de 6 meses y se produce sin evidencia de un trastorno orgánico específico u otro problema gastrointestinal (por ejemplo, una úlcera gastroduodenal). Tampoco está relacionado con un medicamento o una toxina y no altera los hábitos intestinales (como el estreñimiento o la diarrea). Cuando el dolor abdominal se produce en personas con hábitos intestinales alterados, se denomina síndrome del intestino irritable (SII). El dolor puede ser intenso y suele alterar la vida de la persona afectada. No se conoce exactamente el origen de este tipo de dolor. Sin embargo, los nervios del aparato digestivo y del eje cerebro-intestinal pueden llegar a ser demasiado sensibles a sensaciones que no molestan a la mayoría de las personas (como los movimientos normales del aparato digestivo). Los factores genéticos, el estrés de la vida diaria, la propia personalidad, la situación social y cualquier trastorno mental subyacente (como la depresión o la ansiedad) contribuyen a la aparición de dolor. El dolor abdominal crónico en los niños puede estar relacionado con la necesidad de atención (por ejemplo, cuando nace un hermano o se cambia de domicilio), el estrés de comenzar la escuela, la intolerancia a la lactosa o, a veces, la presencia de maltrato infantil.

Causas orgánicas habituales

Muchos trastornos orgánicos causan dolor abdominal crónico ( ver Causas orgánicas y características del dolor abdominal crónico). Las causas más frecuentes varían según la edad.

En los niños, las causas más frecuentes son

En los adultos jóvenes, las causas más frecuentes son

En los adultos mayores, el cáncer (de estómago, de páncreas, de colon o de cáncer de ovario) aparece con mayor frecuencia.

Valoración

En primer lugar, el objetivo del médico es determinar si el dolor es funcional o bien si está causado por un trastorno, un fármaco o una toxina. Hacer esta distinción puede ser difícil. Sin embargo, si existen signos de alarma es poco probable (aunque no imposible) que se trate de un dolor funcional.

Signos de alarma

Los síntomas siguientes son motivo de preocupación:

  • Fiebre

  • Inapetencia y pérdida de peso

  • Dolor que despierta a la persona durante la noche

  • Presencia de sangre en los vómitos, las heces o la orina

  • Vómitos o diarrea intensos o frecuentes

  • Ictericia (erupción y coloración amarillenta de la piel y de la esclerótica de los ojos)

  • Hinchazón en el abdomen y/o las piernas

  • Dificultad para deglutir

Cuándo acudir al médico

Si la persona con dolor abdominal crónico desarrolla signos de alarma, debe acudir al médico de inmediato, a menos que los únicos signos de alarma sean inapetencia, ictericia y/o hinchazón. Las personas con inapetencia, ictericia y/o hinchazón o con dolor constante que empeora, deben acudir al médico en pocos días. Cuando están presentes estos signos de alarma, es muy probable que se trate de una causa orgánica. Las personas sin signos de alarma deben ver a un médico en algún momento, pero un retraso de unos días más o menos no es perjudicial.

Actuación del médico

En primer lugar, el médico pregunta acerca de los síntomas del paciente y su historial médico. A continuación, realiza una exploración física. Los antecedentes clínicos y la exploración física a menudo sugieren la causa del dolor y las pruebas que pueden ser necesarias ( ver Causas orgánicas y características del dolor abdominal crónico).

El médico pregunta en especial sobre las actividades que alivian o empeoran el dolor (por ejemplo comer, orinar o defecar). Es importante saber si el dolor u otro malestar digestivo se produce después de comer o beber productos lácteos, ya que la intolerancia a la lactosa es frecuente, especialmente entre las personas de ascendencia africana, hispana, asiática (en especial de los países del este de Asia) y los indios americanos. El médico también pregunta acerca de la presencia de otros síntomas (como vómitos, diarrea o estreñimiento), sobre la dieta y sobre cualquier cirugía abdominal previa, los medicamentos utilizados, las pruebas anteriores y los tratamientos para el dolor recibidos. También es importante saber si algún miembro de la familia sufre trastornos que causan dolor abdominal.

Los médicos también preguntan acerca de la dieta de la persona afectada, ya que la ingesta de grandes cantidades de bebidas de cola, zumos de frutas (que pueden contener cantidades significativas de los azúcares fructosa y sorbitol) o alimentos que producen gases (como frijoles, cebolla, repollo y coliflor) puede ser en ocasiones la causa de un dolor abdominal desconcertante.

La exploración física se centra especialmente en el abdomen para identificar las áreas sensibles a la palpación, masas u órganos agrandados. Suele hacerse una exploración rectal en busca de sangre en las heces. También se realiza una exploración pélvica a las mujeres. También observa si la piel presenta una tonalidad amarilla (ictericia) y si hay alguna erupción o tumefacción en las piernas.

Entre la visita inicial y las visitas de seguimiento, se solicita a la persona que registre la información sobre el dolor, las deposiciones, la dieta, las actividades que parecen provocar dolor, así como cualquier remedio que haya probado y sus efectos.

Tabla

Pruebas complementarias

Por lo general, los médicos realizan ciertas pruebas complementarias. Como análisis de orina, hemograma completo y análisis de sangre para valorar la función del hígado, riñones y del páncreas. Por lo general, si los afectados son mayores de 50 años o presentan factores de riesgo de cáncer de colon (como antecedentes familiares de la enfermedad), también se recomienda una colonoscopia. En las menores de 50 años, algunos médicos recomiendan una tomografía computarizada (TC) abdominal, pero otros prefieren esperar a que aparezcan síntomas específicos. Se realizan otras pruebas dependiendo de los antecedentes clínicos y la exploración física ( ver Causas orgánicas y características del dolor abdominal crónico).

Se realizan pruebas adicionales si ningún resultado es anormal, si se presentan nuevos síntomas o si se detectan nuevas anomalías durante la exploración.

Tratamiento

El tratamiento del dolor abdominal depende de la causa y de los síntomas. Por ejemplo, si la persona es intolerante a la lactosa puede ser eficaz una dieta libre de lactosa (en la cual se eliminan la leche y otros productos lácteos). Si hay estreñimiento, puede indicarse el uso de laxantes durante unos días más la adición de fibra a la dieta.

Dolor abdominal funcional

El tratamiento del dolor funcional depende de los síntomas y se centra en ayudar a las personas afectadas a retomar sus actividades diarias normales y reducir el malestar. Generalmente, el tratamiento consiste en una combinación de estrategias. Pueden ser necesarias varias visitas al médico para establecer la mejor combinación. Se suelen programar visitas de seguimiento, en función de las necesidades del paciente. Las visitas continúan hasta que el problema se resuelve de forma definitiva.

Una vez diagnosticado dolor funcional, el médico explica claramente al paciente que el dolor, aunque real, no suelen tener una causa grave, y que los factores emocionales (como el estrés, la ansiedad o la depresión) pueden desencadenar o empeorar un episodio de dolor. Si las pruebas exhaustivas no han podido demostrar una causa orgánica de los síntomas, se descarta la realización de pruebas adicionales.

Aunque no hay tratamientos para curar el dolor abdominal crónico funcional, se dispone de muchas medidas eficaces. Estas medidas se basan en una relación de confianza y comprensión entre el médico, el paciente y sus familiares. El médico explica que los resultados de los análisis y de otras pruebas diagnósticas indican que la persona no está en peligro. Se anima a la persona afectada a que se implique en el trabajo, la escuela y las actividades sociales. Esta implicación no empeora el estado de salud, sino que, al contrario, fomenta la independencia y la autosuficiencia. Las personas que abandonan sus actividades cotidianas corren el riesgo de que sus síntomas controlen su vida, en lugar de que sea su vida la que controle sus síntomas.

Los cambios en la alimentación y el consumo de una dieta rica en fibra o suplementos de fibra ayuda a algunas personas. Es posible que las personas afectadas necesiten evitar alimentos que desencadenan las crisis. Por ejemplo, algunas personas deben evitar comer grandes cantidades de alimentos que son difíciles de digerir y producen muchos gases y evitar las bebidas con alto contenido de azúcar.

Se ha probado el uso de muchos medicamentos con variable éxito. Entre ellos, fármacos que reducen o detienen los espasmos musculares del tubo digestivo (antiespasmódicos) y el aceite de menta.

Es importante minimizar las fuentes de estrés o ansiedad tanto como sea posible. Los padres y otros miembros de la familia deben evitar reforzar el dolor prestándole demasiada atención. Si la persona afectada continua sintiéndose ansiosa o deprimida y este estado de ánimo parece estar relacionado con el dolor, el médico puede prescribir antidepresivos o ansiolíticos para reducir la ansiedad. Las terapias que ayudan a modificar la conducta, como las técnicas de relajación, las técnicas de biorretroalimentación y la hipnosis, también pueden ser eficaces para reducir la ansiedad y ayudar a la persona afectada a tolerar mejor el dolor.

En el caso de los niños, la ayuda de los padres es esencial. Se aconseja a los padres que animen al niño a ser independiente y a que cumpla con sus responsabilidades normales, en especial asistir a la escuela. Permitir que el niño evite actividades puede aumentar su ansiedad. Los padres pueden ayudar al niño a controlar el dolor durante las actividades diarias elogiando y premiando los comportamientos independientes y responsables. Por ejemplo, pueden recompensarlo mediante la programación de actividades conjuntas o una salida especial. La participación del personal de la escuela también puede ayudar. Se puede llegar a un acuerdo para que el niño descanse brevemente en un lugar habilitado para ello durante la jornada escolar, para volver a continuación a clase entre 15 y 30 minutos más tarde. Se puede autorizar al niño a que llame por teléfono a sus padres, pero se le debe animar a permanecer en la escuela.

Conceptos clave

  • Por lo general, el dolor abdominal crónico o recurrente es dolor mediado centralmente (es decir, la persona sufre dolor pero no sufre un trastorno físico específico ni ningún otro problema gastrointestinal).

  • Los síntomas que requieren atención médica inmediata son la fiebre alta, la pérdida de apetito o de peso, el dolor que despierta a la persona por la noche, sangre en las heces o en la orina, ictericia, náuseas y vómitos intensos, dificultad para tragar e hinchazón de las piernas y/o el abdomen.

  • Se suelen realizar análisis de sangre y de orina con objeto de detectar trastornos que puedan causar el dolor.

  • Es necesario realizar pruebas adicionales solo si los resultados de las pruebas son anormales, si hay signos de alarma o si hay síntomas de un trastorno específico.

  • El tratamiento para el dolor mediado centralmente consiste en aprender a minimizar el estrés o la ansiedad, participar en las actividades cotidianas normales, probar con suplementos de fibra y/o alimentos ricos en fibra, medicamentos que reducen o detienen los espasmos musculares en el tubo digestivo y, a veces, tomar medicamentos o utilizar terapias de modificación del comportamiento para aliviar la ansiedad y/o modificar la dieta.

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