Tras comprobar que una persona no respira, el rescatador revisa la boca y la garganta para comprobar la presencia de objetos visibles que puedan estar bloqueando las vías respiratorias y, si los hay, los retira. Si la persona no comienza entonces a respirar, puede ser que la lengua esté obstruyendo las vías respiratorias. El rescatador inclina la cabeza de la persona ligeramente hacia atrás y le levanta la barbilla para desplazar la lengua y abrir de este modo las vías respiratorias. Si la persona aún no comienza a respirar, el rescatador inicia la maniobra de respiración artificial. La apertura de las vías respiratorias se considera parte de la reanimación cardiorrespiratoria.