Edad y salud

Al alcanzar, aproximadamente, la edad de 50 años, la capacidad de oler y saborear empieza a disminuir gradualmente. Las membranas que recubren la nariz se vuelven más delgadas y más secas y los nervios implicados en el olfato se deterioran. Las personas mayores todavía pueden detectar olores fuertes, pero la detección de olores sutiles es más difícil.

A medida que se envejece, el número de papilas gustativas disminuye también, y las que quedan se vuelven menos sensibles. Estos cambios tienden a reducir la capacidad de saborear lo dulce y lo salado más que los sabores agrio y amargo. Por lo tanto, algunos alimentos comienzan a tener un sabor amargo.

Debido a que el olfato y el gusto disminuyen con la edad, muchos alimentos resultan insípidos. La boca tiende a estar seca con más frecuencia, reduciendo aún más la capacidad del gusto. Asimismo, muchas personas mayores presentan algún trastorno o necesitan tomar algún fármaco que contribuyen a la sequedad de la boca. A veces, debido a estos cambios, las personas mayores comen menos. En consecuencia, su nutrición no llega a satisfacer sus necesidades y, si padecen algún tipo de trastorno o enfermedad, su estado físico empeora.