En Estados Unidos, cada año se llevan a cabo alrededor de 21 millones de transfusiones de sangre. Los receptores característicos de transfusiones son
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Personas que han sufrido heridas
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Personas sometidas a cirugía
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Personas que reciben tratamiento para algún tipo de cáncer (como la leucemia)
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Personas que reciben tratamiento para otras enfermedades (como las enfermedades de la sangre anemia de células falciformes [anemia drepanocítica o drepanocitosis] y talasemia)
La extracción, el transporte y el almacenamiento de la sangre y sus componentes están estrictamente regulados por la FDA (Food and Drug Administration, en Estados Unidos). Estas regulaciones se desarrollaron para proteger tanto al donante como al receptor. Muchas entidades estatales y locales de salud, al igual que organizaciones internacionales como la Cruz Roja (véase Eligibility Requirements [Requisitos de eligibiidad]) y las asociaciones de bancos de sangre (como la AABB, anteriormente conocida como la American Association of Blood Banks), emiten disposiciones adicionales. Gracias a esta reglamentación, donar y recibir sangre es muy seguro.
Sin embargo, las transfusiones aún implican riesgos para el receptor, tales como reacciones alérgicas, fiebre y escalofríos, exceso de volumen sanguíneo e infecciones bacterianas y víricas. Aunque la posibilidad de contraer sida, hepatitis u otras infecciones en las transfusiones es remota, los médicos son conscientes de los riesgos y realizan la transfusión cuando no hay otra alternativa. Antes de pedir una transfusión (excepto en caso de emergencia), los médicos explican sus riesgos a los pacientes y les piden que firmen un documento (llamado consentimiento informado) afirmando que entienden los riesgos y que dan su consentimiento para la transfusión.
En raras ocasiones, algunos donantes también pueden desarrollar efectos secundarios después de la donación, incluyendo vértigo, presión arterial baja, náuseas y hormigueo/entumecimiento en el lugar de inserción de la aguja para extraer la sangre.
Determinación del grupo sanguíneo
Existen diferentes grupos sanguíneos. El grupo sanguíneo se determina buscando la presencia de ciertos antígenos (azúcares complejos o moléculas de proteínas que pueden desencadenar una respuesta inmunitaria) en la superficie de los glóbulos rojos. Los antígenos de células sanguíneas son los antígenos del grupo sanguíneo A y B y el factor Rh.
Los cuatro tipos principales de sangre son A, B, AB y O (distribución en la población general)
Además, la sangre puede ser Rh positivo (el factor Rh está presente en la superficie de los glóbulos rojos, 85% de las personas) o Rh negativo (el factor Rh está ausente, 15% de las personas).
Normalmente, si las personas carecen de un antígeno A y/o B, suelen tener de forma natural anticuerpos contra el antígeno o antígenos de los que carecen. Por ejemplo, las personas de grupo sanguíneo A suelen producir de manera natural anticuerpos anti-B, y las personas de grupo sanguíneo O (que carecen de ambos antígenos A y B) producen de manera natural anticuerpos anti-A y anti-B. Además de los antígenos A y B, hay varios otros antígenos del grupo sanguíneo presentes también en los glóbulos rojos (eritrocitos). Sin embargo, la gente no suele producir de forma natural anticuerpos contra estos antígenos. Solo se desarrollan si las personas están expuestas a estos antígenos por transfusión.
Algunos grupos sanguíneos son mucho más frecuentes que otros. En Estados Unidos, los tipos sanguíneos más frecuentes en personas de origen caucásico son el O positivo (37%) y el A positivo (33%), seguidos del B positivo (9%), O negativo (8%), A negativo (7%), AB positivo (3%), B negativo (2%) y AB negativo (1%).