Existen tres formas principales de miocardiopatía:
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Miocardiopatía dilatada, en la que los ventrículos (las dos cavidades inferiores del corazón) aumentan de tamaño
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Miocardiopatía hipertrófica, en la que las paredes de los ventrículos se engrosan (hipertrofia) y se vuelven rígidas
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Miocardiopatía restrictiva, en la que las paredes de los ventrículos se vuelven rígidas pero no necesariamente se engrosan
Los principales tipos de miocardiopatía pueden solaparse, es decir, la persona afectada puede presentar características de más de un tipo.
El término miocardiopatía se utiliza sólo cuando un trastorno afecta directamente el músculo cardíaco (miocardio). Otros trastornos cardíacos, como las arteriopatías coronarias y las valvulopatías coronarias, así como la presión arterial elevada (hipertensión), también pueden acabar provocando que los ventrículos se dilaten (aumenten de tamaño) o se engrosen. Sin embargo, los médicos no clasifican los problemas del músculo cardíaco (miocardio) causados por esos trastornos como cardiomiopatías.
Una miocardiopatía puede ser causada por muchos trastornos, o por alguna causa no identificable.
Las miocardiopatías a menudo provocan que el corazón no bombee la sangre adecuadamente. Esto último puede dar lugar a síntomas de insuficiencia cardíaca, como dificultad respiratoria y cansancio. Algunas miocardiopatías también pueden provocar dolor torácico, desmayo (síncope), arritmias cardíacas o muerte súbita.
Para diagnosticar una miocardiopatía, los médicos preguntan a la persona afectada si tiene antecedentes familiares de miocardiopatía y luego solicitan análisis de sangre, electrocardiografia, radiografía de tórax, ecocardiografía y resonancia magnética cardíaca. En algunas personas, los médicos toman una muestra de tejido de la pared interna del corazón para examinarla al microscopio (biopsia endomiocárdica). Se realizan otras pruebas según sea necesario para determinar la causa. El tratamiento depende del tipo específico de miocardiopatía y de su causa.