La mayoría de los virus que infectan a los seres humanos pueden afectar tanto niños como adultos y se analizan en otra sección del Manual. Los virus con efectos específicos sobre los recién nacidos se analizan en Infecciones en recién nacidos. Este capítulo trata de las infecciones virales que se adquieren normalmente durante la infancia (aunque muchas también puede afectar a los adultos).
La roséola infantil es la enfermedad mejor descrita producida por herpesvirus humano 6 (HHV-6); existen 2 especies distintas de HHV-6, A y B, y la mayoría de las enfermedades clínicas, si no todas, se relacionan con la infección por HHV-6B. Este virus (HHV-6B) también puede provocar una enfermedad del sistema nervioso central en pacientes inmunodeficientes (p. ej., receptores de trasplantes de células madre hematopoyéticas). La roséola de la lactancia es más frecuente en primavera y otoño. Se informaron epidemias locales de escasa magnitud.
Signos y síntomas
El período de incubación oscila entre 5 y 15 días. La fiebre, que alcanza entre 39,5 y 40,5° C, comienza en forma súbita y se mantiene durante 3 a 5 días sin síntomas ni signos de localización. A pesar de la fiebre elevada, el niño suele permanecer alerta y activo, aunque puede presentar convulsiones febriles. A menudo se hallan adenopatías cervicales y retroauriculares. Algunas veces el paciente presenta encefalitis o hepatitis.
La fiebre suele descender en forma abrupta el cuarto día, y tras su desaparición suele aparecer un exantema maculoso o maculopapuloso que predomina en el tórax y el abdomen, aunque en menor medida puede extenderse a la cara y los miembros. Su duración es de unas pocas horas hasta 2 días y puede pasar inadvertido en los casos leves. En el 70% de las infecciones por HHV-6, no se identifica el exantema clásico.
Diagnóstico
Puede sospecharse el diagnóstico cuando un niño de entre 6 meses y 3 años presenta signos y síntomas típicos. La evaluación rara vez se considera necesaria, aunque el diagnóstico de la roséola de la lactancia puede confirmarse con cultivo o pruebas serológicas.
Los ensayos moleculares (p. ej., PCR [polymerase chain reaction] cuantitativa) están disponibles, pero se usan más comúnmente para detectar la reactivación viral.