El líquido cefalorraquídeo fluye a través de un canal llamado espacio subaracnoideo, que se localiza entre las capas media e interna de los tejidos que recubren el encéfalo y la médula espinal (meninges).
Para extraer una muestra de este líquido, el médico introduce una pequeña aguja hueca entre dos huesos (vértebras) de la columna lumbar, por lo general entre la 3 y la 4ª o entre la 4ª y la 5ª vértebras lumbares, por debajo del punto donde termina la médula espinal y, a continuación, penetra en el espacio subaracnoideo.
El paciente suele estar tumbado de lado con las rodillas pegadas al pecho. Esta postura ensancha el espacio entre las vértebras, y así el médico puede evitar chocar contra los huesos al insertar la aguja.
Se recoge el líquido cefalorraquídeo en un tubo de ensayo y se envía la muestra al laboratorio para analizarla.