Los fármacos se seleccionan según sus características particulares (p. ej., eficacia, perfil de seguridad, vía de administración y de eliminación, frecuencia de dosificación, coste) y las del paciente (p. ej., edad, sexo, otros problemas médicos, probabilidad de embarazo, grupo étnico y determinantes genéticos). También hay que evaluar los riesgos y beneficios del fármaco, dado que el consumo de cualquiera de ellos implica un riesgo.