Trastornos de la marcha en los ancianos

PorJames O. Judge, MD, University of Connecticut School of Medicine
Revisado/Modificado jun. 2021
Vista para pacientes

Los trastornos de la marcha incluyen varios aspectos, como la reducción de la velocidad de la marcha y la pérdida de la regularidad, la simetría o la sincronía de los movimientos corporales.

En los ancianos, la capacidad de caminar, incorporarse tras permanecer sentados en una silla, girar e inclinarse son necesarias para una movilidad independiente. La velocidad de la marcha, el tiempo que tarda el individuo en levantarse de la silla y su capacidad para pararse con los pies alineados (con un pie delante del otro, lo que permite evaluar el equilibrio) son factores independientes que predicen la capacidad de desempeñar actividades instrumentales de la vida cotidiana (p. ej., ir de compras, viajar, cocinar) y el riesgo de tener que internarse en un hogar de ancianos y de morir.

La deambulación sin asistencia requiere atención y fuerza muscular adecuadas, sumadas a un control motor efectivo para coordinar los estímulos sensitivos con la contracción muscular.

Perlas y errores

  • La velocidad de la marcha, el tiempo que tarda el individuo en levantarse de la silla y su capacidad para pararse con los pies alineados son factores independientes que predicen la capacidad de desempeñar actividades instrumentales de la vida cotidiana y el riesgo de tener que internarse en un hogar de ancianos y de morir.

Cambios normales en la marcha relacionados con la edad

Algunos cambios en la marcha son normales en el anciano; otros no lo son.

La velocidad de la marcha (velocidad para caminar) permanece estable hasta alrededor de los 70 años y luego disminuye un 15%/década para la marcha común y un 20%/década para la caminata rápida. La velocidad de la marcha es un poderoso predictor de mortalidad—tan potente como el número de enfermedades médicas crónicas y hospitalizaciones de una persona mayor. A los 75 años, los pacientes que caminan lento mueren ≥ 6 años antes que los que caminan a velocidad normal, y ≥ 10 años antes que los que caminan a velocidad rápida. La velocidad de la marcha se reduce porque las personas ancianas realizan pasos más cortos a la misma velocidad (cadencia). La razón más probable de esta disminución de la distancia recorrida en cada paso (distancia desde el punto donde contacta el talón hasta el punto donde contacta en el siguiente paso) es la debilidad de los músculos de la pantorrilla, que impulsan el cuerpo hacia adelante; la fuerza de estos músculos se reduce significativamente en los ancianos. No obstante, las personas mayores parecen compensar la menor potencia de los músculos de la pantorrilla con un mayor uso de los músculos flexores y extensores de la cadera en comparación con los adultos jóvenes.

La cadencia (expresada en pasos/minuto) no cambia con la edad. Cada persona tiene una cadencia preferida, que se relaciona con la longitud de sus piernas y en general representa el ritmo con el cual el uso de la energía es más eficiente. Las personas altas realizan pasos más largos con una cadencia más lenta, mientras que las personas bajas realizan pasos más cortos con una cadencia más rápida.

El tiempo de pie con doble sustento (es decir, tiempo que permanece el individuo con ambos pies sobre el suelo durante la deambulación,— que es una posición más estable para mover el centro de la masa corporal hacia adelante) aumenta con la edad. El porcentaje de tiempo en esta posición aumenta de 18% en los adultos jóvenes a 26% en los ancianos sanos. El mayor tiempo en posición de pie con doble sustento reduce el tiempo durante el cual avanza la pierna y la longitud del paso. Las personas ancianas pueden aumentar aun mas el tiempo de pie con doble sustento cuando caminan sobre una superficie irregular o resbaladiza, en caso de afectarse su equilibrio o cuando tienen miedo de caer. Puede impresionar que caminan sobre hielo resbaladizo.

La postura durante la deambulación sólo cambia levemente con el envejecimiento. Las personas mayores caminan erguidas, sin inclinarse hacia adelante. No obstante, las personas mayores caminan con mayor rotación de la pelvis (hacia abajo) y mayor lordosis lumbar. Este cambio de la postura suele deberse a una combinación de debilidad de los músculos abdominales, rigidez de los músculos flexores de la cadera y aumento de la grasa abdominal. Los ancianos también caminan con las piernas en rotación externa (los dedos de los pies hacia afuera) alrededor de 5°, lo que puede deberse a una pérdida de la rotación interna de la cadera o un intento de aumentar la estabilidad lateral. El retiro del pie en movimiento no se modifica con el transcurso de los años.

El movimiento de las articulaciones cambia ligeramente con la edad. La flexión plantar del tobillo se reduce durante la fase tardía de la estancia de pie (justo antes de que el talón se levante). El movimiento general de la rodilla no cambia. La flexión y la extensión de la cadera tampoco se modifican, pero las caderas se encuentran en una posición de mayor aducción. El movimiento pelviano disminuye en todos los planos.

Cambios anormales de la marcha

Causas

Varios trastornos pueden contribuir a provocar una marcha disfuncional o insegura. Entre ellos

  • Trastornos neurológicos

  • Enfermedades musculoesqueléticas (p. ej., estenosis espinal)

Algunas enfermedades neurológicas responsables son las demencias, los trastornos del movimiento y cerebelosos y las neuropatías sensitivas o motoras. Un estudio comparó la regularidad de la marcha en adultos mayores con y sin deterioro cognitivo y encontró que, además de los cambios conocidos en la velocidad de la marcha y la longitud del paso, los adultos mayores con deterioro cognitivo temprano tienen más probabilidades de mostrar reducciones importantes en la regularidad de la marcha (1).

Manifestaciones

Las alteraciones de la marcha producen numerosas manifestaciones. Algunas de ellas sugieren ciertas causas. (Los videos que muestra algunas anormalidades de la marcha están disponibles en el NeuroLogic Exam website).

La pérdida de la simetría en el movimiento y el tiempo de desplazamiento del lado izquierdo y el derecho suele indicar un trastorno. El cuerpo sano se mueve en forma simétrica; la longitud de los pasos, la cadencia, el movimiento del torso y el movimiento de los tobillos, las rodillas, la cadera y la pelvis son iguales en ambos lados. Las enfermedades neurológicas o musculoesqueléticas unilaterales (p. ej., cojera causada por dolor en un tobillo) producen una asimetría regular. Una cadencia impredecible o muy variable, la longitud del paso o la separación de los pies indican una afectación del control motor de la marcha generada por un síndrome cerebeloso o del lóbulo frontal o el uso de múltiples medicamentos psicoactivos.

El paciente puede experimentar dificultades para iniciar o mantener la marcha. Cuando el paciente comienza a caminar, sus pies pueden parecer clavados al suelo, debido a que no desvía su peso a un pie para permitir que el otro se desplace hacia adelante. Este problema puede reflejar una falla aislada en el inicio de la marcha, enfermedad de Parkinson o una patología frontal o subcortical. Una vez iniciada la marcha, los pasos deben ser continuos, con escasa variabilidad en su duración. Las pausas, la detención o la casi detención suelen sugerir una marcha cautelosa, miedo de caer o un trastorno de la marcha en el lóbulo frontal. El desgaste de los pies no es normal (y representa un factor de riesgo para tropezar).

La retropulsión es la inclinación hacia atrás al iniciar la marcha o la caída hacia atrás mientras el individuo camina. Puede producirse en pacientes con trastornos de la marcha frontal, parkinsonismo, sífilis del sistema nervioso central y parálisis supranuclear progresiva.

La caída del pie causa el arrastre de éste o una marcha polineurítica (equina) (es decir, con elevación exagerada de la pierna para evitar tropezarse). Puede deberse a una debilidad del músculo tibial anterior (p. ej., como resultado de un traumatismo del nervio peroneo en la cara lateral de la rodilla o una mononeuropatía peronea en general asociada con diabetes), espasticidad de los músculos de la pantorrilla (gastrocnemio y sóleo) o descenso de la pelvis debido a debilidad de los músculos proximales del miembro que se apoya en el suelo (en particular, el glúteo medio). El balanceo bajo del pie (p. ej., debido a una menor flexión de la rodilla) puede simular una caída de éste.

La disminución de la longitud de los pasos es un signo inespecífico y puede representar miedo de caer o un problema neurológico o musculoesquelético. La pierna que da el paso más corto suele ser la del lado sano, lo que en general es secundario a un problema durante la fase en la cual la pierna contralateral (que presenta el problema) permanece apoyada en el suelo. Por ejemplo, un paciente con dolor o debilidad en la pierna izquierda transcurre menos tiempo parado sobre esa pierna y tiene menos fuerza para mover su cuerpo hacia adelante, balancea la pierna derecha durante un período más breve y realiza un paso más corto con esa misma pierna. La duración de la permanencia en pie sobre la pierna derecha normal es la habitual, lo que produce un tiempo de balanceo normal de la pierna izquierda anormal y una mayor longitud del paso con la pierna izquierda que con la derecha.

La marcha con base de sustentación ancha (aumento del ancho del paso) se ve cuando el paciente camina sobre un suelo de azulejos de 30 cm. La base de sustentación se considera ancha si la cara externa de los pies sale fuera del ancho del azulejo. A medida que disminuye la velocidad de la marcha, el ancho de la base de sustentación aumenta un poco. La marcha con base de sustentación ancha puede deberse a una enfermedad cerebelosa o a una enfermedad bilateral de la rodilla o la cadera. Un ancho variable de los pasos (que fluctúa hacia un lado o el otro) sugiere un control motor inadecuado, que puede deberse a enfermedades de la marcha frontales o subcorticales.

La circunducción (movimiento del pie en un arco en lugar de en línea recta cuando el individuo realiza un paso hacia adelante) se observa en pacientes con debilidad de los músculos pelvianos o dificultades para flexionar la rodilla. La espasticidad de los músculos extensores de la rodilla es una causa común.

La inclinación hacia adelante puede deberse a cifosis y a enfermedad de Parkinson o a trastornos con características de parkinsonismo asociados con demencia (en particular, demencia vascular y demencia por cuerpos de Lewy).

La marcha festinante es una aceleración progresiva de los pasos (en general con inclinación hacia adelante), que puede culminar en un trote para evitar caer hacia adelante. Este tipo de marcha puede observarse en pacientes con enfermedad de Parkinson y, rara vez, como efecto adverso de fármacos bloqueantes de la dopamina (antipsicóticos típicos y atípicos).

La inclinación lateral del tronco hacia el lado que permanece apoyado en el suelo puede constituir una estrategia para reducir el dolor articular generado por una artritis de cadera o, con menor frecuencia, una artritis de rodilla (marcha antiálgica). En la marcha hemiparética, el tronco puede inclinarse hacia el lado más fuerte. De acuerdo con este patrón, el paciente se inclina para elevar la pelvis contralateral y permitir que el miembro espástico (con incapacidad de flexionar la rodilla) se levante del suelo durante la fase de balanceo.

La inestabilidad del tronco irregular e impredecible puede deberse a una disfunción cerebelosa, subcortical o de los ganglios basales.

Las desviaciones de la trayectoria indican con intensidad deficiencias del control motor.

El balanceo de los brazos puede disminuir o desaparecer en pacientes con enfermedad de Parkinson y demencias vasculares. Los trastornos del balanceo de los brazos también pueden representar efectos adversos de fármacos bloqueantes de la dopamina (antipsicóticos típicos y atípicos).

Referencia

1. Pau M, Mulas I, Putzu V, et al: Smoothness of gait in healthy and cognitively impaired individuals: a study on Italian elderly using wearable inertial sensor. Sensors 20(12):3577, 2020. doi: 10.3390/s20123577. PMID: 32599872; PMCID: PMC7348719.

Evaluación de los trastornos de la marcha

El objetivo es identificar la mayor cantidad de posibles factores causantes de trastornos de la marcha. Puede utilizarse una herramienta para la evaluación de la movilidad orientada al desempeño (véase tabla Evaluación de la movilidad orientada al desempeño), así como también muchas otras pruebas clínicas (p. ej., una exploración cognitiva sistemática para pacientes con problemas en la marcha que podrían ser causados por síndromes del lóbulo frontal).

Tabla

La evaluación se aborda mejor con 4 pasos:

  • Análisis sobre las molestias, los miedos y los objetivos del paciente en relación con su movilidad

  • Observación de la marcha con dispositivos de asistencia o sin ellos (si se considera seguro)

  • Evaluación de la movilidad orientada al desempeño (véase tabla Evaluación de la movilidad orientada al desempeño)

  • Nueva observación de la marcha con conocimiento de los componentes de la marcha del paciente

Anamnesis

Además de los antecedentes médicos, debe preguntarse a los pacientes acerca de los aspectos relacionados con la marcha. En primer lugar, deben realizarse preguntas amplias para detectar dificultades con la marcha o el equilibrio, como antecedentes de caídas (o miedo de caer). Luego deben explorarse las capacidades específicas, por ejemplo si el paciente puede subir y bajar escaleras, sentarse y levantarse de una silla, ducharse o bañarse y caminar la distancia necesaria para adquirir y preparar la comida y realizar tareas domésticas. Si el paciente informa dificultades, deben averiguarse los detalles acerca del comienzo, la duración y la progresión del trastorno. Resulta importante identificar antecedentes de síntomas neurológicos y musculoesqueléticos y trastornos documentados.

Examen físico

Debe llevarse a cabo un examen físico minucioso con énfasis en la evaluación musculoesquelética y neurológica.

Se debe determinar la fuerza de los miembros inferiores. La fuerza de los músculos proximales se examina pidiéndole al paciente que se levante de una silla sin usar sus brazos. La fuerza de los músculos de la pantorrilla se mide observando al paciente frente a una pared, con sus palmas sobre ella (para ayudar al equilibrio), mientras se para sobre las puntas de ambos pies y luego sobre un solo pie a la vez. También debe evaluarse la fuerza de la rotación interna de la cadera.

Evaluación de la marcha

La evaluación sistemática de la marcha puede estar a cargo del médico de atención primaria, pero puede requerirse la atención de un especialista en caso de trastornos complejos de la marcha. La evaluación requiere un pasillo recto sin distracciones ni obstrucciones y un cronómetro.

El paciente debe estar preparado para el examen. Se le debe pedir que vista pantalones cortos que permitan ver las rodillas y debe saber que pueden ser necesarias varias observaciones, aunque con descansos si fuera necesario.

Los dispositivos de asistencia brindan estabilidad al paciente, pero también pueden afectar la marcha. A menudo, el uso de caminadores provoca una postura flexionada con una marcha discontinua, en particular si el caminador no tiene ruedas. Si el médico lo considera seguro, le debe pedir al paciente que camine sin asistencia, mientras permanece cerca o camina junto con el paciente sostenido con un cinturón grueso de traslado para mayor seguridad. Si el paciente usa un bastón, el médico puede caminar junto a él del lado del bastón o tomar su brazo. Si se sospecha una neuropatía periférica, el paciente debe tomar el antebrazo del médico mientras camina. Si la marcha mejora con esta intervención, significa que utiliza la propiocepción del brazo que toca para complementar la propiocepción perdida en la pierna; estos pacientes suelen beneficiarse con un bastón, que les transmite información sobre el tipo de superficie o de suelo a la mano que sostiene el bastón.

El equilibrio se evalúa midiendo el tiempo que el paciente puede permanecer parado sobre ambos pies alineados (del talón a la punta) y sobre un pie; el tiempo normal es 5 segundos.

La velocidad de la marcha se mide con un cronómetro. Debe medirse el tiempo que tardan los pacientes para caminar una distancia fija (de ser posible, 6 u 8 m) a una velocidad de su elección. La prueba puede tener que repetirse mientras el paciente camina lo más rápido posible. La velocidad normal de la marcha en ancianos sanos oscila entre 1,1 y 1,5 m/segundo.

La cadencia se mide en pasos/minuto. La cadencia varía de acuerdo con la longitud de las piernas, con alrededor de 90 pasos/minuto en los adultos altos (1,83 m) hasta alrededor de 125 pasos/minuto en los bajos (1,5 m).

La longitud de los pasos puede determinarse midiendo la distancia cubierta por 10 pasos y dividiendo ese número por 10. Dado que las personas más bajas realizan pasos más cortos y que el tamaño de los pies está relacionado directamente con la altura, la longitud normal del paso es de 91,5 cm y la longitud del paso anormal es < 60 cm. Una regla general es que si se pueden ver al menos 30 cm entre los pasos del paciente la longitud del paso es normal.

La altura del paso puede determinarse observando el pie que se eleva; si toca el suelo, en particular en medio de la fase de balanceo, el paciente puede tropezar. Algunos pacientes con miedo de caer o síndrome de marcha cautelosa deslizan los pies sobre la superficie del suelo intencionalmente. Este patrón de marcha puede ser seguro en una superficie lisa, pero es una estrategia peligrosa al caminar sobre una alfombra porque el paciente puede tropezar.

La asimetría o la variabilidad en el ritmo de la marcha puede detectarse si el médico susurra “dum... dum... dum” para sí mismo en sincronía con los pasos del paciente. Algunos médicos tienen mejor oído que ojos para definir el ritmo de la marcha.

Estudios complementarios

A veces se necesitan estudios complementarios.

A menudo se solicita una tomografía computarizada (TC) o una resonancia magnética (RM) de cerebro, en particular cuando el paciente muestra dificultades para iniciar la marcha, una cadencia caótica o la apariencia de una marcha muy rígida. Estas pruebas también ayudan a identificar infartos lacunares, enfermedad de la sustancia blanca y atrofia focalizada y pueden contribuir a determinar la posibilidad de que el paciente presente una hidrocefalia con presión normal. Las imágenes de la columna lumbosacra deben considerarse en pacientes con debilidad unilateral de la pierna, especialmente si hay algún déficit sensitivo.

Tratamiento de los trastornos de la marcha

  • Entrenamiento de la fuerza

  • Entrenamiento del equilibrio

  • Dispositivos de asistencia

Si bien la determinación de la causa de la marcha anormal es importante, no siempre conviene implementar intervenciones para modificarla. Una marcha lenta que impresiona anormal puede permitirle a un paciente anciano caminar en forma segura sin asistencia. No obstante, algunas intervenciones terapéuticas pueden beneficiar al paciente, como el ejercicio, el entrenamiento del equilibrio y el uso de dispositivos de asistencia para caminar (véase tabla Tratamiento de los trastornos de la marcha).

Tabla

Entrenamiento de la fuerza

Las personas ancianas y debilitadas con problemas motrices obtienen beneficios con programas de ejercicios. En los ancianos con artritis, la caminata o el entrenamiento de resistencia reducen el dolor en las rodillas y pueden mejorar la marcha.

Los ejercicios de resistencia pueden aumentar la fuerza y la velocidad de la marcha, especialmente en individuos debilitados que caminan con lentitud. En general, el paciente requiere 2 o 3 sesiones de entrenamiento a la semana y los ejercicios consisten en 3 series de 8 a 14 repeticiones durante cada sesión. La carga se aumenta semanal o bisemanalmente hasta alcanzar una meseta en la curva de ganancia de fuerza. Aplicar una técnica adecuada durante cada ejercicio es importante para reducir el dolor o las lesiones.

El ejercicio de piernas en banco sirve para entrenar todos los grupos musculares grandes de la pierna y proporciona apoyo a la espalda y la pelvis durante el levantamiento. No obstante, los ancianos no siempre pueden acceder a estas máquinas. Una alternativa es levantarse de una silla con un chaleco o un cinturón con pesas. Se debe dar instrucciones al paciente para reducir el riesgo de lesionar la espalda debido a una lordosis lumbar excesiva. También puede resultar útil subir escalones y escaleras con el mismo sobrepeso. Se puede hacer flexión plantar del tobillo con peso.

Las máquinas para ejercitar la extensión de la rodilla son eficaces para fortalecer el cuádriceps. La fijación de pesos al tobillo fortalece los cuádriceps en personas mayores muy frágiles. El peso inicial habitual para las personas debilitadas es de 3 kg (7 lb). En todos los ejercicios, la resistencia debe aumentarse 1 vez a la semana o de que el paciente pueda completar 10 o 12 repeticiones hasta alcanzar una meseta en la ganancia de fuerza. Luego, el ejercicio se continúa con el peso máximo tolerable para el mantenimiento.

Entrenamiento del equilibrio

Muchos pacientes con deficiencias del equilibrio se benefician con este tipo de entrenamiento. En primer lugar, debe enseñarse una buena postura en posición de pie y el equilibrio estático. Luego se intenta que el paciente aprenda a advertir la localización de la presión sobre sus pies y la forma en que la presión se mueve durante la inclinación lenta o la rotación del tronco para mirar hacia la izquierda o la derecha. A continuación se practica la inclinación hacia adelante (con una pared u otra estructura de apoyo), hacia atrás (con una pared justo detrás) y hacia los lados. El propósito es que el paciente sea capaz de permanecer parado sobre un pie durante 10 segundos.

El entrenamiento del equilibrio dinámico incluye movimientos lentos mientras el paciente permanece parado en un pie, movimientos simples de tai chi, caminata con los pies alineados (uno detrás del otro), giro durante la caminata, caminata marcha atrás, caminata en torno a un objeto virtual (p. ej., una franja de 15 cm pegada en el suelo), arremetida lenta hacia adelante y movimientos de danza lentos. Es probable que el entrenamiento de los numerosos componentes del equilibrio sea el más eficaz para mejorar el equilibrio.

Marcha nórdica

La marcha nórdica es un ejercicio de marcha de cuerpo completo que incorpora bastones de longitud ajustable. El movimiento de la marcha incorpora los músculos de la cintura escapular (pectorales, dorsal ancho) y los músculos tríceps y requiere una mayor rotación de la pelvis en comparación con la marcha tradicional, lo que resulta en una longitud de pasos un poco más larga y mayor velocidad. Una revisión sistemática de 12 ensayos de marcha nórdica encontró mejoras estadísticamente significativas que incluyen un aumento de la frecuencia cardíaca durante la caminata, un mayor consumo de oxígeno y mejoras en la distancia de caminata de 6 minutos, la velocidad de la caminata, la resistencia muscular de la parte superior del cuerpo y el gasto de energía durante el período de entrenamiento (1). Los individuos frágiles necesitan supervisión y entrenamiento para usar los bastones de manera segura.

Dispositivos de asistencia

Los dispositivos de asistencia pueden contribuir al mantenimiento de la movilidad y la calidad de vida. El paciente debe aprender nuevas estrategias motoras. Los fisioterapeutas deben participar en la selección de los dispositivos de asistencia y en el entrenamiento para utilizarlos.

Los bastones son muy útiles para los pacientes con dolor causado por artritis de la cadera o la rodilla o con neuropatía periférica de los pies, dado que un bastón transmite información acerca del tipo de superficie o suelo a la mano que lo sostiene. Un bastón con base de 4 patas puede estabilizar al paciente, pero en general enlentece la marcha. Los bastones suelen sostenerse con el brazo contralateral a la pierna que experimenta dolor o es más débil. Muchos bastones comerciales son demasiado largos, pero pueden ajustarse para tener la altura correcta (véase figura Altura correcta del bastón) cortándolos (bastón de madera) o mediante un sistema especial para modificar la longitud (bastón ajustable). Para lograr un apoyo óptimo, la longitud del bastón debe ser tal que obligue a los pacientes a tener el codo flexionado entre 20 y 30° mientras lo sostienen.

Altura correcta del bastón

La mano/altura ddel bastón debe estar sobre el nivel del trocánter mayor homolateral, lo que produce alrededor de 20 a 30° de flexión del codo. El bastón debe sostenerse con la mano contralateral a la cadera afectada. El bastón puede sostenerse con ambas manos para el dolor de rodilla, lo que depende de la seguridad y la preferencia del paciente.

Los caminadores o andadores pueden reducir la fuerza y el dolor en las articulaciones artríticas mejor que los bastones, siempre que el paciente tenga la fuerza suficiente en los brazos y los hombros. Los caminadores proporcionan una estabilidad lateral adecuada y protección moderada contra las caídas hacia adelante, aunque no son demasiado útiles para ayudar a prevenir las caídas hacia atrás en pacientes con problemas de equilibrio. Cuando se indica el uso de un caminador, el fisioterapeuta debe tener en cuenta las necesidades, a veces concurrentes, de proporcionar estabilidad y aumentar al máximo la eficiencia (uso de energía) de la deambulación. Los andadores con 4 ruedas, que tienen ruedas más grandes y frenos, aumentan la eficiencia de la marcha pero con menor estabilidad lateral. Estos andadores ofrecen el beneficio adicional de contar con un pequeño asiento para que el paciente se acomode sobre él si se cansa.

Referencia del tratamiento

1. Kocur P, Wiernicka M, Wilski M, et al: Does Nordic walking improves the postural control and gait parameters of women between the age 65 and 74: a randomized trial. J Phys Ther Sci, 27(12):3733-3737, 2015. doi:10.1589/jpts.27.3733

Prevención de los trastornos de la marcha

Prevención primaria: se ha demostrado que los altos niveles de actividad física ayudan a mantener la movilidad, incluso en pacientes con enfermedad.

Prevención secundaria: el ejercicio ha mejorado la marcha y las medidas de movilidad en ensayos a corto y largo plazo.

La Organización Mundial de la Salud, el American College of Sports Medicine y la American Heart Association recomiendan con intensidad la actividad multimodal regular para que los adultos mayores mantengan la salud y la movilidad (1, 2). La recomendación más importante es realizar caminatas regulares o mantener un estilo de vida físicamente activo. No se puede ignorar los efectos adversos del desacondicionamiento y la inactividad. Un programa de caminata regular durante 30 minutos al día representa la mejor actividad aislada para mantener la movilidad; no obstante, caminar no aumenta la fuerza en una persona débil. Debe recomendarse un trayecto seguro para la caminata, pero la inclusión de pendientes puede ayudar a mantener la fuerza de las piernas. El uso de bastones que son ajustables o de bastones tradicionales puede proporcionar confianza y seguridad a los adultos mayores.

La prevención también incluye entrenamiento de resistencia y de equilibrio. Los efectos del estilo de vida activo sobre el estado de ánimo y la confianza pueden ser tan importantes como su influencia sobre la fisiología.

Referencias de la prevención

  1. 1. Nelson ME, Rejeski WJ, Blair SN, et al: Physical activity and public health in older adults: recommendation from the American College of Sports Medicine and the American Heart Association. Circulation 116:1094–1105, 2007. doi: 10.1249/mss.0b013e3180616aa2.

  2. 2. World Health Organization: Global action plan on physical activity 2018–2030: more active people for a healthier world. Geneva:World Health Organization; 2018. Licence: CC BY-NC-SA 3.0 IGO.

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