La oclusión arterial periférica aguda puede ser el resultado de:
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Rotura y trombosis de una placa aterosclerótica
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Embolia desde el corazón o la aorta torácica o abdominal
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Síndrome compartimental agudo
Los síntomas y signos son de aparición repentina en un miembro e incluyen las 5 P:
La oclusión puede localizarse más o menos en la bifurcación arterial justo distal al último pulso palpable (p. ej., en la bifurcación de la arteria femoral común cuando el pulso femoral es palpable; en la bifurcación poplítea cuando el pulso poplíteo es palpable). En los casos graves, puede verse comprometida la función motora. Después de 6 a 8 horas, los músculos pueden presentar hipersensibilidad a la palpación.
El diagnóstico es clínico. Debe realizarse una angiografía de inmediato para confirmar la localización de la oclusión, identificar el flujo colateral y guiar el tratamiento.
La terapia consiste en embolectomía (con catéter o quirúrgica), trombólisis o derivación quirúrgica. La decisión de realizar una trombectomía quirúrgica o una trombólisis depende de la gravedad de la isquemia, la extensión del trombo y el estado general del paciente.
Un medicamento trombolítico (fibrinolítico), en especial si se administra como infusión a través de un catéter regional, resulta más eficaz en pacientes con oclusiones arteriales agudas de < 2 semanas de duración y función motora y sensitiva del miembro indemnes. El activador del plasminógeno tisular y la urocinasa son los agentes más usados. Se enhebra un catéter hasta el área ocluida e infunde el trombolítico a una velocidad apropiada para la talla del paciente y la extensión de la trombosis. El tratamiento en general continúa durante 4 a 24 horas, lo que depende de la gravedad de la isquemia y los signos de trombólisis (alivio de los síntomas y recuperación de los pulsos o aumento del flujo sanguíneo en la ecografía Doppler). Entre el 20 y el 30% de los pacientes con oclusión arterial aguda requiere amputación dentro de los primeros 30 días.
Conceptos clave
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La oclusión arterial periférica aguda se caracteriza por dolor intenso, sensación de frío, parestesias (o anestesia), palidez y falta de pulso en el miembro afectado.
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La terapia consiste en embolectomía, trombólisis o derivación quirúrgica.
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A pesar del tratamiento, alrededor del 20 al 30% de los pacientes con oclusión arterial aguda requiere amputación del miembro.