Reanimación cardiorrespiratoria: ¿Hasta qué punto es eficaz?

En la televisión y en las películas, las personas que colapsan debido a un paro cardíaco y reciben reanimación cardiorrespiratoria a menudo se despiertan durante o después de la misma.

En la vida real, la probabilidad de reanimar a una persona gracias a la propia reanimación cardiorrespiratoria es mucho más baja. La reanimación cardiorrespiratoria se realiza para hacer circular la sangre que contiene oxígeno desde los pulmones hasta el cerebro y los órganos hasta que el corazón pueda reiniciarse con un desfibrilador, a menudo con la ayuda de medicamentos especiales administrados por el personal de los servicios de emergencia.

Solo un pequeño porcentaje de las personas que sufren un paro cardíaco sobreviven hasta llegar a un hospital. Incluso las que llegan vivas al hospital a menudo mueren como resultado del problema cardíaco subyacente antes de que puedan ser dadas de alta. De las personas que pueden salir del hospital, muchas no recuperan su función mental normal. Los factores más importantes que influyen para que una persona sobreviva al paro cardíaco y vuelva a la vida normal después del alta hospitalaria son el inicio temprano de la reanimación cardiorrespiratoria y la desfibrilación temprana.

Por lo general, en la televisión o en el cine, la reanimación cardiorrespiratoria se practica a una persona joven, relativamente saludable, a veces a alguien que ha sufrido una lesión grave. En realidad, la mayoría de las personas que necesitan reanimación cardiorrespiratoria son adultos de edad avanzada que a menudo sufren muchas enfermedades subyacentes graves. Es muy poco probable que estas personas respondan bien a la reanimación cardiorrespiratoria. Además, la reanimación cardiorrespiratoria rara vez es eficaz si la causa del paro cardíaco es una lesión traumática.

En la televisión y en el cine, la persona o bien muere o bien se recupera por completo. En realidad, muchas de las personas que sobreviven a un paro cardiaco presentan discapacidades graves como consecuencia de la falta de irrigación cerebral.