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Las infecciones vesicales y renales pueden causar micción dolorosa o frecuente y, en algunos casos, fiebre.
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Para diagnosticar infecciones de vejiga y de riñón, los médicos examinan y analizan una muestra de orina.
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Se suele administrar un antibiótico por vía intravenosa para las infecciones renales y por vía oral para las infecciones vesicales.
(Véase también Infecciones puerperales.)
El riesgo de desarrollar una infección de vejiga aumenta al introducir una sonda en la vejiga para vaciar la orina acumulada durante y después del parto, especialmente si el catéter se deja colocado durante un tiempo.
Síntomas
Diagnóstico
Tratamiento
Se suele administrar un antibiótico por vía intravenosa para las infecciones renales y por vía oral para las infecciones vesicales.
Si no hay evidencia de que la infección se haya extendido de la vejiga a los riñones, los antibióticos se administran únicamente durante unos pocos días. Si se sospecha que existe una infección renal, se administran antibióticos (como ceftriaxona sola o ampicilina con gentamicina) hasta que la mujer deje de tener fiebre durante 48 horas. A menudo, los antibióticos se administran por vía oral durante un periodo entre 7 y 14 días. Después de obtener los resultados del cultivo, el antibiótico puede cambiarse por uno que sea más eficaz contra las bacterias causantes de la infección.
La ingestión de gran cantidad de líquidos ayuda a mantener los riñones en correcto funcionamiento y expulsa las bacterias de las vías urinarias.
Pasado un plazo de 6 a 8 semanas tras el parto, se somete a cultivo otra muestra de orina para verificar que la infección esté curada.