La hepatitis C crónica es la inflamación del hígado causada por el virus de la hepatitis C y que ha durado más de 6 meses.
La hepatitis C a menudo no causa síntomas hasta después de haber dañado gravemente el hígado.
El diagnóstico de la hepatitis C crónica se basa en análisis de sangre.
Si la hepatitis C crónica ha causado cirrosis, la prueba de detección del cáncer de hígado se realiza cada 6 meses.
La hepatitis C crónica se trata con medicamentos antivíricos.
(Véase también Introducción a la hepatitis, Introducción a la hepatitis crónica y Hepatitis C, aguda.)
La hepatitis C aguda se cronifica aproximadamente en un 75% de los casos.
Entre 2013 y 2016, se estima que en Estados Unidos 2,4 millones de personas sufrieron hepatitis C crónica. En todo el mundo, se estima que 71 millones de personas tienen hepatitis C crónica.
La hepatitis C crónica, si no se trata, causa cirrosis en el 20-30% de las personas afectadas. Sin embargo, la cirrosis puede tardar décadas en desarrollarse. El riesgo de cáncer hepático suele aumentar solo cuando existe cirrosis.
Existen diferentes tipos (genotipos 1 a 6) del virus de la hepatitis C, que a veces se tratan con diferentes medicamentos.
Síntomas de la hepatitis C crónica
Muchas personas con hepatitis C crónica no presentan síntomas. Algunas personas tienen la sensación de estar enfermas (malestar general), pérdida de apetito, fatiga y malestar abdominal.
A menudo, los primeros síntomas específicos son los de la cirrosis o las complicaciones de la cirrosis. Estos síntomas pueden incluir
Agrandamiento del bazo
Capilares en forma de araña visibles en la piel (llamados arañas vasculares)
Enrojecimiento de las palmas de las manos
Acumulación de líquido dentro del abdomen (ascitis)
Tendencia a sangrar (coagulopatía)
Sangrado en el tubo digestivo debido a varices esofágicas
Ictericia (erupción y coloración amarillenta de la piel y de la esclerótica de los ojos)
Deterioro de la funcionalidad cerebral debido a una disfunción hepática (encefalopatía hepática)
La funcionalidad cerebral se deteriora porque el hígado gravemente dañado no puede eliminar las sustancias tóxicas de la sangre como lo hace normalmente. Estas sustancias se acumulan seguidamente en la sangre y alcanzan el cerebro. En condiciones normales, el hígado las elimina de la sangre, las descompone y posteriormente las excreta a la bilis (líquido amarillo verdoso que ayuda en la digestión) o a la sangre como subproductos inocuos (véase Funciones del hígado). El tratamiento de la encefalopatía hepática puede evitar que el deterioro de la funcionalidad cerebral se vuelva permanente.
Cribado de la hepatitis C crónica
Determinadas personas deben hablar con su médico sobre hacerse la prueba de la hepatitis C, ya tengan o no síntomas que la sugieran. Se recomienda un único cribado de rutina para todas aquellas personas de 18 años o más, independientemente de los factores de riesgo.
También se recomienda un cribado para las personas menores de 18 años con las características siguientes:
Actualmente consumen o se han inyectado alguna vez drogas ilícitas, aunque solo sea una vez
Han inhalado sustancias ilícitas
Son hombres que mantienen relaciones sexuales con hombres
En la actualidad o alguna vez han recibido tratamiento con hemodiálisis de larga duración
Presentan resultados anormales en las pruebas hepáticas o enfermedad hepática crónica
Trabajan en atención sanitaria o en seguridad pública y han estado expuestas al contacto con la sangre de una persona afectada de hepatitis C a través de un pinchazo de aguja u otra lesión producida con un objeto punzante
Tiene una infección por VIH o está empezando a tomar un medicamento antirretroviral antes de exponerse al VIH
Alguna vez han estado en prisión
Son niños nacidos de mujeres con hepatitis C
Dichas pruebas son importantes porque los síntomas pueden no aparecer hasta que la infección haya dañado extensamente el hígado, años después de que las personas se infecten por primera vez.
Diagnóstico de hepatitis C crónica
Análisis de sangre
Los médicos pueden sospechar hepatitis C crónica cuando
La persona presenta los síntomas característicos.
Los análisis de sangre (realizados por otros motivos) detectan enzimas hepáticas anormalmente elevadas.
La persona ha sido diagnosticada previamente de hepatitis C aguda.
Las pruebas de la hepatitis crónica suelen comenzar con análisis de sangre para evaluar el funcionamiento del hígado y determinar si está dañado (pruebas hepáticas). Las pruebas hepáticas comportan la medida de las concentraciones de enzimas hepáticas y de otras sustancias producidas por el hígado. Estas pruebas pueden contribuir a confirmar o descartar el diagnóstico de la hepatitis C y determinar la gravedad de la lesión hepática.
Si las pruebas sugieren hepatitis, los médicos solicitan otros análisis de sangre para detectar los virus de la hepatitis B y C. Ambos pueden causar hepatitis crónica. Estos análisis de sangre pueden identificar partes de virus específicos (antígenos), anticuerpos específicos producidos por el cuerpo para combatir el virus y, a veces, material genético (ARN o ADN) del virus. Si los médicos tienen fuertes sospechas únicamente de hepatitis C crónica, pueden solicitar análisis de sangre solo para ese virus.
Si se confirma la hepatitis C crónica, los médicos también verifican la presencia de infección por VIH y de hepatitis B, porque estas infecciones a menudo se transmiten de la misma manera: a través del contacto con líquidos corporales, como sangre o semen.
Una vez diagnosticada la hepatitis C, se pueden realizar pruebas para determinar la extensión del daño hepático y buscar otras causas de enfermedad hepática. Las pruebas incluyen
Una biopsia hepática (con muy poca frecuencia)
Pruebas de diagnóstico por la imagen especializadas, como la elastografía por ecografía y la elastografía por resonancia magnética
Análisis de sangre para medir las sustancias (denominadas marcadores) que indican la presencia de fibrosis y su extensión
La elastografía por ecografía y la elastografía por resonancia magnética utilizan ondas de sonido, aplicadas al abdomen, para determinar la rigidez del tejido hepático.
Cribado del cáncer de hígado
Si las personas tienen hepatitis C crónica y una gran cantidad de cicatrices en el hígado (fibrosis) o cirrosis, la detección del cáncer de hígado se realiza utilizando:
Ecografía cada 6 meses
A veces, análisis de sangre para medir el nivel de alfa-fetoproteína
El nivel de alfa-fetoproteína, una proteína producida normalmente por las células hepáticas inmaduras en los fetos, por lo general aumenta cuando hay cáncer de hígado.
Tratamiento de la hepatitis C crónica
Medicamentos antivíricos
La hepatitis C crónica se trata con medicamentos antivíricos llamados antivíricos de acción directa. Generalmente se emplean varios fármacos al mismo tiempo.
La hepatitis C crónica debe tratarse a menos que la persona sufra otro trastorno que no responda al tratamiento y que acorte la esperanza de vida.
El tratamiento varía según el tipo específico (genotipo) del virus de la hepatitis C que causa la infección, el grado de daño hepático y el tratamiento previo para la hepatitis C.
Existen muchos medicamentos antivíricos de acción directa para tratar la hepatitis C. Estos medicamentos son altamente efectivos y tienen efectos secundarios mínimos porque se dirigen directamente al virus. Son sofosbuvir, elbasvir, grazoprevir, velpatasvir, glecaprevir, ledipasvir, voxilepravir y pibrentasvir (todos tomados por vía oral).
El tratamiento puede durar entre 8 y 24 semanas. El tratamiento de la hepatitis C puede eliminar el virus del cuerpo y de este modo detener la inflamación e impedir la cicatrización, que puede conducir a la cirrosis.
La ribavirina es un fármaco antivírico que a veces se agrega al régimen de tratamiento para aumentar la efectividad de los medicamentos antivíricos. Sin embargo, la ribavirina puede causar defectos congénitos y no debe ser utilizada por mujeres embarazadas o por hombres cuyas parejas estén embarazadas. Si se utiliza ribavirina durante el embarazo, se deben utilizar al menos 2 métodos anticonceptivos eficaces durante el tratamiento y durante los 6 meses posteriores a su finalización.
Si la infección por hepatitis C crónica ha dañado gravemente el hígado, se puede plantear un trasplante hepático. Después del trasplante de hígado, las personas con hepatitis C a menudo reciben tratamiento con medicamentos antivíricos, lo que mejora sus probabilidades de curarse.
Después de completar el tratamiento, los médicos hacen análisis de sangre para determinar la cantidad de material genético del virus. Si no se detecta ninguna cantidad al cabo de 12 semanas es probable que la persona afectada esté curada.
Más información
El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de este recurso.
Centers for Disease Control and Prevention: hepatitis C: este sitio web proporciona una visión general de la hepatitis C (incluyendo definiciones y estadísticas) e información sobre la transmisión, los síntomas, las pruebas, el tratamiento y la hepatitis C y el empleo. Consultado el 10 de mayo de 2024.