Los espasmos de contención de la respiración son episodios en los que el niño deja de respirar involuntariamente y pierde la conciencia durante un corto periodo, inmediatamente después de un episodio de miedo intenso, una fuerte alteración emocional o una experiencia dolorosa.
Los espasmos del llanto suelen estar desencadenados por episodios de dolor físico o acontecimientos perturbadores desde el punto de vista emocional.
Los síntomas típicos incluyen palidez, parada de la respiración, pérdida de la conciencia y convulsiones.
A pesar de la naturaleza dramática de los síntomas, los espasmos del llanto no son peligrosos.
Las rabietas, que por lo general forman parte de los espasmos del llanto, se pueden evitar distrayendo al niño y evitando las situaciones de las que se sabe que desencadenan los espasmos del llanto.
Estos espasmos se producen en un porcentaje inferior al 1% hasta alrededor del 5% de los niños sanos. Por lo general, comienzan en el primer año de vida, con un máximo a los 2 años. Desaparecen a la edad de 4 años en más del 50% de los niños y a los 8 años en casi todos los niños. Un pequeño porcentaje de estos niños puede continuar teniendo espasmos en la edad adulta.
Casi todos los episodios de contención de la respiración ocurren después de un evento que es físico, como una lesión, o emocional, como un arrebato debido a la ira o el pánico.
Hay 2 formas de espasmos de contención de la respiración:
Cianótica (azul)
Pálido
Los espasmos de ambas formas pueden durar de 10 a 60 segundos.
Tanto la forma cianótica como la pálida son involuntarias, lo que significa que los niños no contienen deliberadamente la respiración y no tienen control sobre estos espasmos.
Los espasmos involuntarios de contención de la respiración se pueden distinguir de los episodios de contención voluntaria de la respiración. Los niños que contienen la respiración voluntariamente no pierden la conciencia y vuelven a respirar normalmente cuando se sienten incómodos.
(Véase también Introducción a los problemas de comportamiento en niños.)
Espasmos cianóticos del llanto o del sollozo
La forma cianótica de espasmo del llanto es la más frecuente. Un espasmo suele ocurrir como parte de una rabieta o en respuesta a una regañina u otro evento perturbador. El punto máximo de estos episodios es alrededor de los 2 años y son poco frecuentes después de los 5 años.
Durante un espasmo de retención de la respiración cianótico, típicamente el niño llora con fuerza (sin ser necesariamente consciente de que lo está haciendo), exhala y luego involuntariamente deja de inhalar. Poco después, la piel comienza a volverse azul ("cianótica" significa "azul") y el niño pierde el conocimiento. Rara vez, puede presentarse una breve convulsión. Después de unos segundos, la respiración se reanuda, la piel recupera su color original y vuelve la consciencia. Cuando comienza la crisis es posible interrumpirla colocando un trapo frío sobre la cara del niño.
A pesar de la naturaleza aterradora de los episodios, los niños no sufren ningún efecto peligroso ni a largo plazo. Los padres deben tratar de evitar reforzar el comportamiento de iniciación. Asimismo, los padres no deben dejar de educar a sus hijos en la disciplina por miedo a provocar un episodio de espasmos del llanto. Distraer al niño y evitar las situaciones que conducen a las rabietas son las mejores estrategias para prevenir estos espasmos.
El médico puede recomendar complementos de hierro a un niño que sufre espasmos cianóticos, incluso cuando el niño no sufre anemia por carencia de hierro y tratamiento para la apnea obstructiva del sueño (si el niño la sufre).
Espasmos pálidos del llanto o del sollozo
La forma pálida de contención de la respiración es rara. Un espasmo típicamente ocurre después de una experiencia dolorosa, como caerse y golpearse la cabeza, o después de asustarse o sobresaltarse repentinamente.
Durante un espasmo de apnea pálido, el cerebro del niño envía una señal (a través del nervio vago) que disminuye considerablemente la frecuencia cardíaca, causando pérdida de la conciencia. Por lo tanto, en esta forma, la pérdida temporal de la conciencia y la interrupción temporal de la respiración son consecuencia de una respuesta nerviosa a una lesión o a un sobresalto que conduce a la desaceleración del corazón.
Durante el espasmo, el niño deja de inhalar involuntariamente, pierde rápidamente la conciencia, palidece ('pálido' significa 'pálido') y se queda sin fuerzas. Se puede producir una convulsión y una pérdida del control de la vejiga (incontinencia urinaria). El corazón del niño suele latir muy lentamente durante un espasmo.
Después de la crisis, el corazón aumenta de nuevo su velocidad, la respiración se restablece y se recupera la consciencia sin ningún tratamiento.
Debido a que esta forma provoca síntomas similares a los de ciertos trastornos del corazón y del cerebro, los médicos pueden necesitar realizar pruebas para descartar esos trastornos si los espasmos ocurren a menudo.
