La electrocardiografía (ECG) es un método rápido, sencillo e indoloro en el cual se amplifican los impulsos eléctricos del corazón y se registran. Este registro, el electrocardiograma (también conocido como ECG), proporciona información sobre
A veces, el ECG puede mostrar una hipertrofia cardíaca (por lo general como consecuencia de la hipertensión arterial) o que el corazón no está recibiendo suficiente oxígeno a causa de una obstrucción en uno de los vasos sanguíneos que irrigan el corazón (las arterias coronarias).
Por lo general, el ECG se realiza cuando se sospecha una dolencia cardíaca. En algunas ocasiones, también se practica como parte de una exploración física normal en personas de mediana edad y edad avanzada, aun cuando no exista evidencia de una dolencia cardíaca. Se puede emplear como una base de comparación con los ECG posteriores si aparece una enfermedad cardíaca.
Los ritmos cardíacos anómalos y el flujo sanguíneo insuficiente hacia el músculo cardíaco pueden producirse de forma ocasional e impredecible. Para detectar este tipo de problemas, el médico puede indicar una electrocardiografía ambulatoria continua, en la que se registra un electrocardiograma (ECG) mientras la persona lleva a cabo sus actividades cotidianas.
Cómo se realiza el ECG
Para realizar el ECG, el examinador coloca electrodos (pequeños sensores redondos que se adhieren a la piel) sobre los brazos, piernas y tórax del paciente. Estos electrodos no contienen agujas y son indoloros. Si la zona está recubierta de vello grueso, pueden afeitarse primero las zonas a las que se aplicarán los electrodos. Estos electrodos miden la magnitud y la dirección de las corrientes eléctricas del corazón durante cada latido. Los electrodos están conectados mediante cables a una máquina que produce un registro específico (trazo), que varía según el electrodo. Cada trazo muestra la actividad eléctrica del corazón desde distintos ángulos. Los trazos constituyen el electrocardiograma. El procedimiento dura unos tres minutos y no presenta riesgos.