(Véase también Introducción a las glándulas suprarrenales.)
Pueden ser tanto benignos como malignos; algunas son quistes, pero otras se deben a hemorragias o a infecciones.
No suele haber ningún síntoma, a menos que la causa sea una hemorragia excesiva, en cuyo caso se siente dolor abdominal, y existe debilidad o mareo.
A menudo, las masas se detectan al examinar imágenes de tomografía computarizada (TC) o de resonancia magnética nuclear (RMN) realizadas para diagnosticar otras afecciones. En la mayoría de los casos, las técnicas de imagen precisas pueden indicar si la masa tiene o no probabilidad de ser cancerosa. Una vez detectada, se efectúan análisis de sangre para medir la actividad de la glándula suprarrenal.
El tratamiento depende del tamaño de la masa. Si las masas miden cerca de una pulgada y media (unos 4 cm), se suelen extirpar quirúrgicamente. Si miden menos de unos 2 cm, se dejan sin tratar y se realizan análisis de sangre con el fin de descartar que la masa haya comenzado a segregar un exceso de hormonas. A las personas cuyas masas miden entre 2 y 4 cm y cuyas concentraciones hormonales son normales, se las somete periódicamente tanto a análisis de sangre como a pruebas de diagnóstico por la imagen para saber si la masa crece. Si una pequeña masa crece hasta alcanzar un tamaño de más de 4 centímetros, si las concentraciones hormonales empiezan a aumentar y causan síntomas o si es posible que la masa sea cancerosa, puede ser necesario extirparla.