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La Chlamydia trachomatis puede infectar los ojos, generalmente en niños, en países con un escaso nivel de desarrollo y de clima caluroso y seco.
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Puede aparecer enrojecimiento de los ojos, lagrimeo, irritación y, en casos graves, cicatrices y pérdida de la visión.
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Los antibióticos son efectivos, pero la reinfección es frecuente.
El tracoma es el resultado de infecciones por ciertas cepas de Chlamydia trachomatis que no son de transmisión sexual. El tracoma es frecuente en países cálidos y secos del norte de África, Oriente Medio, el subcontinente indio, Australia y el Sudeste asiático. En Estados Unidos el tracoma es poco frecuente; se da en algunas ocasiones en nativos americanos y en inmigrantes procedentes de zonas donde el tracoma es común. El tracoma es la principal causa evitable de ceguera en el mundo.
La enfermedad se produce principalmente en niños, sobre todo en edades comprendidas entre los 3 y los 6 años. Los niños de otras edades y los adultos son mucho menos vulnerables a padecer la enfermedad, porque tienen una mayor inmunidad y una mejor higiene personal.
El tracoma es contagioso en sus primeras etapas y se puede transmitir por contacto entre manos y ojos, por moscas o por objetos contaminados, como toallas, pañuelos y maquillaje para los ojos.
Síntomas
El tracoma suele afectar a ambos ojos. Las conjuntivas (las membranas que revisten el párpado y cubren la parte blanca del ojo) se inflaman, enrojecen e irritan, y los ojos lagrimean en exceso. Los párpados se hinchan y aumenta la sensibilidad a la luz brillante.
En las fases más avanzadas, los vasos sanguíneos pueden crecer de forma gradual en la córnea (lo que se conoce como neovascularización) y obstaculizar la visión. En algunas personas, el párpado cicatriza de tal manera que las pestañas se giran hacia adentro (triquiasis). Cuando la persona parpadea, las pestañas rozan la córnea, provocando infecciones y con frecuencia lesiones permanentes. Aproximadamente el 5% de las personas con tracoma desarrollan problemas visuales o ceguera.
Diagnóstico
Prevención
El tracoma es contagioso, por tanto la reinfección es frecuente. El acceso a agua potable puede reducir la reinfección. Lavarse regularmente las manos y la cara ayuda a prevenir la propagación de la infección. No se deben compartir toallas, paños, ropa de cama ni maquillaje de los ojos. Dado que las moscas transmiten la enfermedad entre las personas, se deben eliminar los lugares donde críen las moscas.
Tratamiento
El tratamiento del tracoma consiste en antibióticos (por ejemplo, azitromicina, doxiciclina o tetraciclina) por vía oral. De forma alternativa, se pueden aplicar tetraciclina o eritromicina en forma de pomada. Los médicos suelen administrar antibióticos a vecindarios enteros en los que muchas personas sufran tracoma. Si la afección daña los párpados, la conjuntiva o la córnea, puede ser necesaria la cirugía.