La conjuntivitis infecciosa, normalmente viral o bacteriana, es contagiosa. Pocas veces existen infecciones mixtas o sin patógeno identificable. Numerosas sustancias pueden producir una conjuntivitis alérgica. La irritación conjuntival no alérgica puede ser el resultado de cuerpos extraños, viento, polvo, humo, gases, vapores químicos y otros tipos de polución ambiental, o a luz ultravioleta intensa de arcos eléctricos, lámparas solares y el reflejo de la nieve.
La conjuntivitis suele ser aguda, aunque tanto en casos infecciosos como alérgicos puede ser crónica. Otras enfermedades que causan conjuntivitis crónica, se encuentran el ectropión, el entropión, la blefaritis y la dacriocistitis crónica.
Signos y síntomas
Cualquier causa de inflamación puede producir lagrimeo o secreción y dilatación vascular conjuntival difusa. La secreción puede hacer que los ojos se peguen por la noche. La secreción espesa puede enturbiar la visión, pero una vez que se elimina la secreción, no debe estar afectada la agudeza visual.
El prurito y la secreción acuosa predominan en la conjuntivitis alérgica. La quemosis y la hiperplasia papilar también sugieren conjuntivitis alérgica. La irritación o sensación de cuerpo extraño, la fotofobia y la secreción apuntan a la conjuntivitis viral infecciosa; la secreción purulenta sugiere una conjuntivitis bacteriana. El dolor ocular intenso es propio de la escleritis.
Diagnóstico
Normalmente, el diagnóstico de conjuntivitis se basa en la anamnesis y el examen (ver Características diferenciadoras en la conjuntivitis aguda), que habitualmente incluye examen con lámpara de hendidura con tinción de fluoresceína de la córnea y, si se sospecha glaucoma, medición de la presión intraocular. Para evitar la transmisión de la infección a otros pacientes y al personal, es especialmente importante la desinfección meticulosa del equipo que toca el ojo después del examen de los pacientes que podrían tener conjuntivitis.
Otros trastornos pueden producir ojo rojo. El dolor profundo en el ojo afectado cuando se hace brillar una luz en el ojo no afectado (fotofobia verdadera) no ocurre en la conjuntivitis no complicada y sugiere un trastorno de la córnea o de la uvea anterior. La hiperemia conjuntival periquerática (a veces descrita como rubor ciliar) es producida por vasos profundos, rectos y finos dilatados que irradian de 1 a 3 mm desde el limbo, sin hiperemia importante de las conjuntivas bulbar ni tarsal. El rubor ciliar ocurre con uveítis, glaucoma agudo y algunos tipos de queratitis (ver Enfermedades de la córnea) pero no con la conjuntivitis no complicada.
La causa de conjuntivitis es sugerida por los hallazgos clínicos. Sin embargo, están indicados los cultivos en los pacientes con síntomas graves, inmunocomprometidos, con un ojo vulnerable (p. ej., después de un trasplante de córnea, en la exoftalmía debida a enfermedad de Graves) o cuando hay una mala respuesta a la terapia inicial.
La diferenciación clínica entre la conjuntivitis infecciosa, viral y bacteriana no es muy precisa. Sin embargo, si la anamnesis y el examen sugieren fuertemente una conjuntivitis viral, es apropiado inicialmente no indicar antibióticos. Los antibióticos pueden ser prescritos más adelante cuando el cuadro clínico cambia o cuando persisten los síntomas.
Características diferenciadoras en la conjuntivitis aguda
Tratamiento
La mayoría de las conjuntivitis infecciosas son muy contagiosas y se transmiten a través de gotitas, fómites e inoculación mano-ojo. Para evitar la transmisión de la infección, los médicos deben
Los pacientes deben hacer lo siguiente:
Hay que lavar la secreción de los ojos, que deben permanecer sin tapar. Los niños pequeños con conjuntivitis deben faltar el colegio para evitar la diseminación de la infección. Las compresas frías aplicadas en los ojos pueden ayudar a aliviar el ardor y el prurito local. Para algunas infecciones se utilizan antibióticos.
Conceptos clave
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La conjuntivitis ocurre normalmente por infección, alergia o irritación.
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La conjuntivitis infecciosa es generalmente muy contagiosa.
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Los hallazgos típicos son enrojecimiento (sin rubor ciliar) y secreción, sin dolor ni pérdida de la visión importantes.
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El diagnóstico suele ser clínico.
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El tratamiento consiste en medidas para prevenir la propagación y en el tratamiento de la causa (a veces antibióticos).