La aorta, que mide alrededor de 2,5 cm de calibre o diámetro, es la arteria más grande del cuerpo. Recibe sangre con gran contenido en oxígeno procedente del ventrículo izquierdo y la distribuye a todo el organismo, excepto a los pulmones (que reciben la sangre del ventrículo derecho). Justo después de salir del corazón, se ramifica en arterias de menor calibre que transportan la sangre a la cabeza y a los brazos. A continuación, la aorta se arquea hacia abajo y se ramifica en una serie de arterias más pequeñas durante su trayecto desde el ventrículo izquierdo hasta la zona inferior del abdomen a la altura de la parte superior del hueso de la cadera (pelvis). En este punto, la aorta se divide y forma las dos arterias ilíacas, que son las que suministran sangre a las piernas.
Los trastornos de la aorta incluyen
Estas afecciones pueden producir la muerte de forma inmediata pero, por lo general, tardan varios años en desarrollarse.
Los aneurismas también pueden desarrollarse en otras arterias del tronco, brazos y piernas (llamadas arterias periféricas), como las arterias de la parte posterior de la rodilla (arterias poplíteas) y las arterias principales de los muslos (arterias femorales). Las arterias que irrigan la cabeza (arterias carótidas), las arterias que irrigan el cerebro (arterias cerebrales) y las arterias que irrigan el miocardio (arterias coronarias) también pueden desarrollar aneurismas.
Una rotura de aneurisma en el cerebro puede causar hemorragia subaracnoidea.
Aneurismas aórticos
Localización
Los aneurismas pueden aparecer en cualquier zona a lo largo de la aorta. Tres cuartas partes de los aneurismas aórticos se desarrollan en el segmento que atraviesa el abdomen (aorta abdominal) y el resto se presenta en el segmento que atraviesa el tórax (aorta torácica).
En las personas mayores es más probable que los aneurismas aparezcan en las zonas donde se ramifican las arterias (por ejemplo, donde la aorta abdominal se divide para dar lugar a las arterias ilíacas) o en las zonas de tensión (por ejemplo, en la arteria poplítea). Los aneurismas pueden tener forma redondeada (saculares) o de tubo (fusiformes), aunque la mayoría son semejantes a un tubo (fusiformes).
Causas
La causa más frecuente de aneurisma aórtico es
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La ateroesclerosis, que debilita la pared de la aorta.
Las causas menos frecuentes son
Cuando existe síndrome de Marfan, es más probable que el aneurisma aparezca en la primera porción de la aorta, al salir del corazón (la aorta ascendente). En las personas mayores, casi todos los aneurismas ocurren en personas con ateroesclerosis. La hipertensión arterial, frecuente en las personas de edad avanzada, y el tabaquismo aumentan el riesgo de que se forme un aneurisma.
Complicaciones
Las consecuencias dependen del tamaño de la rotura. Si es grande, puede provocar la muerte de forma inmediata; si es pequeña (a veces denominada «un escape»), puede provocar signos de alarma que llevan a la persona afectada a buscar asistencia médica.
Con frecuencia se forma un coágulo (trombo) en el aneurisma debido a que el flujo sanguíneo en su interior es lento. El coágulo puede extenderse por toda la pared del aneurisma. Puede desprenderse (y convertirse en un émbolo), desplazarse por la circulación sanguínea y obstruir las arterias distales. Los aneurismas de las arterias poplíteas tienen más tendencia a producir embolias que los aneurismas de otras arterias. En ocasiones, se deposita calcio de forma gradual en la pared de un aneurisma, con lo que resulta más fácil verlo en las radiografías.
Disección aórtica
La disección aórtica ocurre cuando el revestimiento interno de la aorta se separa (se desgarra) de la capa media de la aorta, lo que permite que la sangre haga presión sobre el espacio situado entre las dos capas y separe (diseccione) la capa media de la pared de la capa externa, que todavía está intacta. Como consecuencia, se crea un nuevo canal falso en la pared de la aorta. En caso de que exista una disección aórtica, casi siempre se siente un dolor que aparece de forma súbita, es extremadamente intenso y, a menudo, se describe como desgarrador o lacerante. A medida que la disección avanza por la aorta, puede obstruir las zonas en que la aorta se ramifica en una o más arterias y, así, bloquear el flujo sanguíneo. Las consecuencias varían en función de las arterias obstruidas.