Espondilitis anquilosante

PorKinanah Yaseen, MD, Cleveland Clinic
Revisado/Modificado nov. 2022
Vista para pacientes

La espondilitis anquilosante es una espondiloartropatía prototípica y una enfermedad sistémica caracterizada por una inflamación del esqueleto axial, las grandes articulaciones periféricas y los dedos, dolor de espalda nocturno, rigidez de espalda, cifosis acentuada, aortitis, anormalidades de la conducción cardíaca y uveítis anterior. El diagnóstico requiere la demostración de la sacroileítis en un estudios de imágenes. El tratamiento se realiza con medicamentos antiinflamatorios no esteroideos y/o antagonistas del factor de necrosis tumoral o antagonistas de la interleucina-17 (IL-17) y medidas físicas que mantengan la flexibilidad articular.

La espondilitis anquilosante es 3 veces más frecuente en hombres que en mujeres, y comienza entre los 20 y los 40 años de edad. Es 10 a 20 veces más frecuente entre familiares de primer grado de pacientes con espondilitis anquilosante que en la población general. El alelo human leukocyte antigen (HLA-B27) está presente en el 90% de los pacientes de etnia blanca con espondilitis anquilosante, pero también está presente en hasta un 10% de la población general, dependiendo de la etnia. El riesgo de espondilitis anquilosante en un familiar de primer grado con el alelo HLA-B27 es de un 20%. La mayor prevalencia de HLA-B27 en personas de raza blanca o de HLA-B7 en las de raza negra apoya la idea de una predisposición genética. Sin embargo, en gemelos idénticos la tasa de concordancia es sólo del 50%, lo que sugiere la influencia de factores ambientales.

Clasificación de la espondilitis anquilosante

La mayoría de los pacientes tienen compromiso predominantemente axial (llamada espondilitis anquilosante axial). Algunos tienen compromiso predominantemente periférico. Entre aquellos con afectación axial, algunos no tienen ninguna evidencia de sacroileítis en las radiografías simples. Por lo tanto, algunos expertos clasifican la espondilitis anquilosante de la siguiente manera:

  • Espondilitis anquilosante axial: compromiso axial predominante y hallazgos típicos de sacroileítis bilateral en las imágenes

  • Espondilitis anquilosante no radiológica: clínicamente similar a la espondilitis anquilosante axial, pero sin hallazgos típicos de sacroileítis en las imágenes

  • Espondilitis anquilosante periférica: espondilitis anquilosante con lcompromiso a predominio periférico

Síntomas y signos de la espondilitis anquilosante

La manifestación más frecuente de la espondilitis anquilosante es el dolor de espalda inflamatorio, aunque la enfermedad puede comenzar en las articulaciones periféricas, en especial en niños y en mujeres, y rara vez con iridociclitis aguda (iritis, uveítis anterior). Otros signos y síntomas tempranos incluyen disminución de la expansión del tórax debido a la afectación costovertebral difusa y, en ocasiones, fatiga, anorexia, pérdida de peso y anemia.

El dolor de espalda–a menudo nocturno y de intensidad variable–se vuelve finalmente recurrente. Aparecen rigidez matinal, que se alivia con la actividad, y espasmos de los músculos paravertebrales. El dolor de espalda y el espasmo de los músculos paravertebrales se alivian al flexionar o doblar el torso; por esto es frecuente una cifosis en pacientes no tratados. Con el tiempo, puede desarrollarse una artritis grave de cadera y hombro, que suele tener mal pronóstico. En etapas tardías, el paciente presenta cifosis acentuada, pérdida de la lordosis lumbar y postura fija inclinada hacia adelante, que compromete la función pulmonar y le impide acostarse en una superficie horizontal. Puede haber afectación articular periférica deformante, que a veces afecta de manera difusa los dedos aislados (dactilitis). Puede haber tendinitis aquiliana y rotuliana.

En un tercio de los pacientes con espondilitis anquilosante aparecen manifestaciones sistémicas. Es frecuente una uveítis anterior aguda recurrente, que por lo general responde al tratamiento local; rara vez, ésta se vuelve prolongada y grave, y afecta la visión. A veces aparecen signos neurológicos por radiculitis compresiva o compresión ciática, fractura vertebral o subluxación, o por el síndrome de la cola de caballo. Las manifestaciones cardiovasculares incluyen insuficiencia aórtica, aortitis, angina, pericarditis y anormalidades de la conducción cardíaca (que pueden ser asintomáticas). En forma inusual se desarrolla disnea, tos o hemoptisis por fibrosis o cavitación no tuberculosa de un lóbulo pulmonar superior; las lesiones cavitarias pueden presentar infección secundaria por Aspergillus. Se ha observado colitis inespecífica en el 30% de los pacientes con espondilitis anquilosante. Los nódulos subcutáneos, como los de los pacientes con artritis reumatoide, no se desarrollan en pacientes con espondilitis anquilosante.

Diagnóstico de espondilitis anquilosante

  • Radiografía de la columna lumbosacra y sacroilíaca

  • Análisis de sangre (velocidad de sedimentación globular, proteína C reactiva, antígeno leucocitario humano [HLA-B27] y hemograma completo) o criterios clínicos explícitos (criterios de la Assessment of SpondyloArthritis international Society)

  • RM pélvica/de columna en pacientes seleccionados

Debe sospecharse espondilitis anquilosante en pacientes, en especial hombres jóvenes, con dolor de espalda nocturno más rigidez matutina prolongada y cifosis, disminución de la expansión torácica, tendinitis aquiliana o rotuliana, o uveítis anterior no explicada. Un pariente de primer grado con espondilitis anquilosante plantea la sospecha.

Deben hacerse estudios de eritrosedimentación, HLA-B27, proteína C reactiva y hemograma completo. Los estudios de factor reumatoide (FR) y anticuerpos antinucleares son necesarios sólo si la artritis periférica sugiere otros diagnósticos. El alelo HLA-B27 está presente en el 90% de los pacientes de etnia blanca con espondilitis anquilosante, pero también está presente en hasta un 10% de la población general, dependiendo de la etnia. No existen estudios de laboratorio diagnósticos, pero los resultados ayudan a aumentar la sospecha o a descartar otras afecciones similares a la espondilitis anquilosante. Si luego de realizados estos estudios continúa la sospecha de espondilitis anquilosante, debe realizarse una radiografía de la columna lumbosacra y la articulación sacroilíaca; la presencia de sacroileítis en la radiografía apoya el diagnóstico.

Algunos pacientes deben someterse a una RM pélvica para buscar sacroileítis que no se ve en las radiografías. En estos pacientes, la RM muestra osteítis o erosiones tempranas.

Aunque hay varios criterios diagnósticos para los pacientes bajo sospecha de espondilitis anquilosante, los criterios de la Assessment of SpondyloArthritis international Society (ASAS) son los que se aplican con mayor frecuencia (1, 2, 3). Son útiles para diagnosticar a los pacientes más temprano en el proceso de la enfermedad, particularmente aquellos sin espondiloartritis en los estudios de diagnóstico por imágenes. Los criterios de ASAS para espondiloartritis axial se aplican a pacientes que han tenido dolor de espalda durante > 3 meses y que tienen < 45 años de edad al inicio.

El diagnóstico puede basarse en los criterios de la ASAS imagenológicos o clínicos. Para cumplir con los criterios de diagnóstico por imágenes, los pacientes deben tener evidencia radiológica o de resonancia magnética de sacroileítis más al menos 1 característica de espondiloartritis. Para cumplir con los criterios clínicos, los pacientes deben tener HLA-B27 y al menos 2 características de espondiloartritis separadas. Las características de la espondiloartritis según los criterios ASAS incluyen las siguientes:

  • Dactilitis

  • Entesitis del talón

  • Antecedentes familiares de espondiloartritis

  • Antecedentes de dolor de espalda inflamatorio

  • Artritis

  • Psoriasis

  • Enfermedad inflamatoria intestinal

  • Presencia de HLA-B27

  • Uveítis

  • Proteína C-reactiva elevada

  • Respuesta favorable a los antiinflamatorios no esteroideos (AINE)

Los datos de la anamnesis que permiten distinguir un dolor de espalda inflamatorio de uno no inflamatorio son comienzo 40 años de edad, inicio gradual, rigidez matinal, mejoría con la actividad y duración 3 meses antes de la consulta médica.

En pacientes con espondilitis anquilosante activa, la eritrosedimentación y otros reactantes de fase aguda (p. ej., proteína C reactiva) no siempre están elevados. Los estudios de FR y de anticuerpos antinucleares son negativos. El marcador genético HLA-B27 suele ser mínimamente útil porque los valores predictivos positivos y negativos son bajos.

Las primeras anormalidades radiológicas son un seudoensanchamiento por erosión subcondral, seguido de una esclerosis o estrechamiento tardío y finalmente fusión de las articulaciones sacroilíacas. Los cambios son simétricos. Los cambios tempranos en la columna vertebral son vértebras lumbares superiores cuadradas, con esclerosis en los ángulos (signo de la esquina brillante); calcificación ligamentosa puntiforme y 1 o 2 sindesmofitos. Más tarde, los cambios producen una apariencia de "columna de bambú", causada por los sindesmofitos prominentes, calcificación ligamentosa paravertebral difusa y osteoporosis; estos cambios aparecen en algunos pacientes en un promedio de 10 años.

Es posible que los cambios típicos de la espondilitis anquilosante no sean visibles en la radiografía simple durante años. La resonancia magnética muestra cambios antes, pero no hay consenso con respecto a su papel en el diagnóstico sistemático dada la falta de datos prospectivos y validados con respecto a su utilidad diagnóstica. La RM pélvica debe indicarse si el índice de sospecha de espondiloartritis es alto o si existe la necesidad de descartar otras causas de los síntomas del paciente. La RM muestra cambios inflamatorios tempranos, edema de la médula ósea en imágenes potenciadas en T2 con cambios grasos y anomalías estructurales sutiles. Por último, no se recomienda la monitorización sistemática de los cambios radiolo con radiografías seriadas de la columna.

Diagnóstico diferencial de la espondilitis anquilosante

Dolor mecánico de espalda: una hernia de disco intervertebral puede causar dolor de espalda y radiculopatía similar a la espondilitis anquilosante, pero el dolor se limita a la columna y las raíces nerviosas, los síntomas en general son más bruscos y no existen manifestaciones sistémicas ni anormalidades en los estudios de laboratorio. En caso necesario, la TC o la RM permiten diferenciarla de una espondilitis anquilosante. La afectación de una única articulación sacroilíaca sugiere una espondiloartropatía diferente o posiblemente una infección. La espondilitis tuberculosa puede simular una espondilitis anquilosante (véase Tuberculosis ósea y articular).

Hiperostosis esquelética idiopática difusa: predomina en hombres > 50 años, y puede simular una espondilitis anquilosante en la clínica y la radiología. Rara vez el paciente presenta dolor espinal, rigidez y pérdida de movimiento insidiosa. Los hallazgos radiológicos en la hiperostosis esquelética idiopática difusa incluyen grandes osificaciones anteriores a los ligamentos vertebrales (la calcificación se observa como si se hubiera volcado cera de velas por delante y a la derecha de las vértebras) que forma puentes entre varias vértebras (en general, 4 cuerpos vertebrales), comienza en la columna torácica inferior y, por último, afecta las vértebras cervicales y lumbares. A menudo hay crecimiento óseo subperióstico a lo largo del borde pelviano y en la insersión de los tendones (como en la insersión del tendón de Aquiles). Sin embargo, el ligamento espinal anterior está intacto y con frecuencia protruye, y las articulaciones sacroilíaca y de las apófisis vertebrales no están erosionadas. Otras características diferenciales de la hiperostosis esquelética idiopática difusa son rigidez que en general no es muy acentuada por la mañana, y eritrosedimentación normal.

Osteitis condensante ilíaca: en general, la osteítis condensante ilíaca se manifiesta con triángulos escleróticos en el lado ilíaco del tercio inferior de la articulación sacroilíaca en mujeres jóvenes multíparas sin erosiones óseas. Este hallazgo radiológico no requiere tratamiento. En general, el alelo HLA-B27 no está presente en pacientes con osteitis condensante ilíaca.

Referencias del diagnóstico

  1. 1. Sieper J, Rudwaleit M, Baraliakos X, et al: The Assessment of SpondyloArthritis international Society (ASAS) handbook: a guide to assess spondyloarthritis. Ann Rheum Dis 68 Suppl 2:ii1-ii44, 2009. doi:10.1136/ard.2008.104018

  2. 2. Sepriano A, Landewé R, van der Heijde D, et al: Predictive validity of the ASAS classification criteria for axial and peripheral spondyloarthritis after follow-up in the ASAS cohort: A final analysis. Ann Rheum Dis 75(6):1034–1042, 2016. doi: 10.1136/annrheumdis-2015-208730

  3. 3. Sepriano A, Rubio R, Ramiro S, et al: Performance of the ASAS classification criteria for axial and peripheral spondyloarthritis: A systematic literature review and meta-analysis. Ann Rheum Dis 76(5):886–890, 2017. doi: 10.1136/annrheumdis-2016-210747

Pronóstico de la espondilitis anquilosante

La espondilitis anquilosante se caracteriza por brotes leves o moderados de inflamación activa que alternan con períodos de poca o ninguna inflamación. En la mayoría de los pacientes, con el tratamiento adecuado la discapacidad es mínima o nula y pueden llevar una vida plena y productiva a pesar de la rigidez en la espalda. A veces, la evolución es grave y progresiva, y produce deformaciones pronunciadas incapacitantes.

Los factores de mal pronóstico incluyen una velocidad de sedimentación globular y proteína C reactiva la elevadas en forma persistente, compromiso de la cadera, mala respuesta a los AINE, presencia de uveítis anterior o enfermedad cardíaca o pulmonar.

Tratamiento de la espondilitis anquilosante

  • Medicamentos antiinflamatorios no esteroideos

  • Sulfasalazina, metotrexato, antagonistas del factor de necrosis tumoral (TNF)-alfa o antagonistas de IL-17 (p. ej., secukinumab, ixekizumab)

  • Ejercicios y medidas de apoyo

Los objetivos del tratamiento de la espondilitis anquilosante son aliviar el dolor, mantener la amplitud de movimiento de la articulación y prevenir un daño orgánico. Dado que la afección puede causar fibrosis pulmonar, se recomienda evitar el cigarrillo. (See also 2019 Update of the American College of Rheumatology/Spondylitis Association of America/Spondyloarthritis Research and Treatment Network Recommendations for the Treatment of Ankylosing Spondylitis and Nonradiographic Axial Spondyloarthritis.)

Los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos reducen el dolor y suprimen la inflamación articular y el espasmo muscular, aumentando así la amplitud de movimiento, lo que facilita el ejercicio y previene retracciones. La mayoría de los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos funcionan en la espondilitis anquilosante, y el agente de elección depende de la tolerancia y la toxicidad. La dosis diaria de medicamentos antiinflamatorios no esteroideos debe ser lo más baja posible, aunque durante la enfermedad activa pueden ser necesarias dosis máximas. Debe suspenderse el fármaco lentamente una vez que se hayan suprimido los signos sistémicos y articulares de enfermedad activa durante varios meses.

La sulfasalazina puede ayudar a reducir los síntomas en articulaciones periféricas y los marcadores de inflamación en estudios de laboratorio en algunos pacientes. Debe comenzarse con una dosis de 500 mg/día y aumentar en 500 mg/día a intervalos de 1 semana hasta una dosis de mantenimiento de 1 a 1,5 g 2 veces al día. Debido al riesgo de neutropenia aguda, se debe hacer hemograma de control al iniciar el tratamiento o al aumentar la dosis del fármaco. Los síntomas en articulaciones periféricas también se alivian con metotrexato, pero los síntomas vertebrales no suelen disminuir. Los estudios clínicos han proporcionado resultados no concluyentes con respecto a la eficacia de estos medicamentos.

Los antagonistas del TNF-alfa (p. ej., etanercept, infliximab, adalimumab, certolizumab, golimumab) son a menudo sorprendentemente efectivos para el tratamiento del dolor de espalda inflamatorio. Se prefiere el adalimumab o el infliximab sobre el etanercept para el tratamiento de la espondilitis anquilosante en pacientes con uveítis recurrente. Para los pacientes en las que fallan los antagonistas de TNF-alfa, se prefiere el cambio a un antagonista de IL-17 en lugar de a otro antagonista de TNF-alfa.

Secukinumab, un antagonista de IL-17, también ha sido eficaz para reducir la inflamación y los síntomas en las articulaciones. Secukinumab puede administrarse en una dosis de 150 mg por vía subcutánea en las semanas 0, 1, 2, 3 y 4, y cada 4 sem a partir de entonces. Sin las dosis de carga (semanales), la dosis de secukinumab es de 150 mg por vía subcutánea cada 4 semanas. Los efectos adversos incluyen urticaria, infección de las vías aéreas superiores, infecciones micóticas por Candida, diarrea, herpes zóster y empeoramiento de los síntomas de la enfermedad inflamatoria intestinal.

Ixekizumab, otro inhibidor de la IL-17, se puede administrar para la espondilitis anquilosante activa en una inyección de 80 mg/mL para pacientes adultos cada 4 semanas después de una dosis de carga de 160 mg (dos inyecciones de 80 mg) en la semana 0, seguido de 80 mg en las semanas 2, 4, 6, 8, 10 y 12. Puede administrarse como monoterapia o en combinación con un modificador de la respuesta biológica convencional o un AINE.

No se recomienda la interrupción de los modificadores biológicos debido a la probabilidad de recurrencia de los síntomas.

Los corticoides sistémicos, los inmunosupresores y la mayoría de los fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FARME) no han demostrado beneficios en las espondiloartritis axial y no deben utilizarse.

Para mantener una postura adecuada y el movimiento articular, es importante realizar un plan de ejercicios diarios y otras medidas de apoyo (p. ej., entrenamiento postural, ejercicios terapéuticos), que son vitales para fortificar los grupos musculares que se oponen a la dirección de las deformaciones potenciales (es decir, los músculos extensores en lugar de los flexores). Leer recostado en decúbito prono apoyado sobre los codos o almohadas para extender la espalda puede ayudar a mantenerla flexible. Dado que el movimiento de la pared torácica puede estar restringido, lo que afecta la función pulmonar, debe evitarse el tabaquismo, que también afectan la función pulmonar.

La aplicación de corticoides intraarticulares de liberación lenta puede ser beneficiosa, en particular si 1 o 2 articulaciones periféricas están más afectadas que el resto, lo que compromete el ejercicio y la rehabilitación. También son útiles si los agentes sistémicos no son efectivos. En ocasiones, las inyecciones de corticosteroide bajo guía de imágenes en la articulación sacroilíaca puede ayudar a aliviar una sacroileítis grave.

En uveítis aguda, la aplicación tópica de corticoides y midriáticos es adecuada.

Si aparece una artritis de cadera grave, una artroplastia total de cadera puede aliviar el dolor y mejorar notablemente la flexibilidad.

Conceptos clave

  • La espondilitis anquilosante es una enfermedad sistémica que afecta a las articulaciones axiales y periféricas y puede causar síntomas constitucionales, síntomas cardiacos, y uveítis anterior.

  • La manifestación inicial suele ser dolor de espalda inflamatorio y rigidez, a veces acompañados de síntomas en las articulaciones periféricas o uveítis anterior.

  • El diagnóstico se basa en los resultados de los estudios de diagnóstico por imágenes de la columna lumbosacra y la articulación sacroilíaca, RM de la pelvis, los análisis de sangre (eritrosedimentación, proteína C reactiva, y hemograma completo), o en criterios clínicos explícitos.

  • Utilice los medicamentos antiinflamatorios no esteroideos para ayudar a reducir la gravedad de los síntomas y mejorar la función.

  • Utilizar sulfasalazina, metotrexato o antagonistas del factor de necrosis tumoral (TNF)-alfa o de la interleucina-17 (IL-17) para aliviar los síntomas articulares.

Más información

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