La fisioterapia (FT), uno de los focos característicos de la rehabilitación, consiste en ejercitar y manipular el cuerpo. Contribuye a mejorar el funcionamiento articular y muscular, con lo que las personas afectadas pueden permanecer de pie, mantenerse en equilibrio, caminar y subir escaleras mucho mejor. Las técnicas incluyen
Ejercicios de aumento del grado de movilidad
El grado de movilidad se reduce, en muchas ocasiones, tras un accidente cerebrovascular o el reposo en cama durante un periodo prolongado de tiempo. La reducción del grado de movilidad puede causar dolor, afectar el nivel funcional del afectado y aumentar el riesgo de excoriación (erosión de la piel) y úlceras de decúbito o por presión. Por lo general, el grado de movilidad disminuye con la edad; aun así, esta disminución no suele impedir que las personas de edad avanzada sanas puedan valerse por sí mismas.
Antes de empezar la terapia, el fisioterapeuta valora el grado de movilidad mediante un instrumento denominado goniómetro, que mide la apertura del ángulo máximo que una articulación puede abarcar. El terapeuta también determina si la restricción de la movilidad es atribuible a la tensión muscular o a la tensión de ligamentos y tendones. Si la causa es la tensión muscular, la articulación deberá estirarse con mayor energía. Si la causa es la tensión en ligamentos o tendones, se intentará un estiramiento suave, aunque a veces será necesaria una intervención quirúrgica antes de intentar mejorar mediante la realización de ejercicios de movilidad. El estiramiento suele ser más eficaz y menos doloroso después del calentamiento de los tejidos. Por tanto, los fisioterapeutas suelen aplicar calor antes de empezar el tratamiento.
Hay tres tipos de ejercicios de aumento del grado de movilidad:
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Ejercicio activo: este tipo de ejercicio es adecuado para quienes pueden mantener actividad muscular o articular sin ayuda. Deben mover los miembros por sí mismos.
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Ejercicio activo asistido: este tipo de ejercicio es adecuado para aquellos afectados que, aunque pueden mover los músculos o las articulaciones, no pueden hacerlo sin sentir dolor. Mueven los miembros por sí mismos, pero el terapeuta les ayuda a hacerlo, ya sea manualmente o con ayuda de bandas, fajas u otro material adecuado.
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Ejercicio pasivo: este tipo de ejercicio es adecuado para quienes no pueden participar activamente en el procedimiento. No se les exige ningún esfuerzo. El terapeuta mueve sus miembros.
Los ejercicios de aumento del grado de movilidad activos-asistidos y activos-pasivos se realizan muy suavemente para evitar lesiones, aunque es inevitable que produzcan algún malestar.
Para aumentar el grado de movilidad, el terapeuta fuerza el movimiento de la articulación afectada hasta sobrepasar el punto de dolor, pero este movimiento no debe producir dolor residual (dolor que persiste después de cesar el movimiento). Un estiramiento moderado y sostenido es mucho más eficaz que un estiramiento momentáneo y forzado.
Ejercicios de fortalecimiento muscular
Existen muchos tipos de ejercicios que aumentan la fuerza muscular. Todos implican la utilización de un resistencia que va aumentándose de forma progresiva. Cuando un músculo está muy débil, bastará con el movimiento para vencer la fuerza de gravedad. A medida que aumenta la fuerza muscular, la resistencia se va aumentando de forma gradual usando bandas elásticas o pesas. De este modo, aumentan el tamaño (la masa) y la fuerza del músculo y se mejora la resistencia.
Ejercicios de coordinación y equilibrio
Estos ejercicios son útiles para quienes tienen dificultades de coordinación y equilibrio, generalmente a causa de un accidente cerebrovascular o de una lesión cerebral. Los ejercicios de coordinación tienen como objetivo ayudar a los afectados a realizar tareas específicas. Los ejercicios implican la repetición de un movimiento significativo que haga trabajar más de una articulación y músculo, como recoger un objeto o tocarse una zona del cuerpo.
Los ejercicios de equilibrio se realizan inicialmente en las barras paralelas, con la asistencia directa de un terapeuta. La persona afectada descansa su peso entre las piernas derecha e izquierda con un suave movimiento de balanceo. Una vez realizado este ejercicio con seguridad, el peso puede llevarse adelante y atrás. Cuando estos ejercicios se dominan lo suficiente, pueden realizarse sin las barras paralelas.
Ejercicios de deambulación
Caminar (deambulación), ya sea de forma autónoma o con ayuda, es el objetivo principal de la rehabilitación. Antes de iniciar los ejercicios de deambulación, la persona afectada debe ser capaz de mantenerse en equilibrio estando de pie. Para mejorar el equilibrio, el afectado suele sostenerse entre las barras paralelas y desplazar su peso de lado a lado y desde delante hacia atrás. Para velar por su seguridad, el terapeuta permanece a su lado, delante o detrás. Algunas personas necesitan aumentar el grado de movilidad articular o la fuerza muscular antes de iniciar los ejercicios de deambulación. Otras necesitan una ortesis o dispositivo de ortoterapia de sujeción o de sostén.
Cuando la persona afectada está preparada para los ejercicios de deambulación, puede comenzar con barras paralelas y luego ir progresando hasta poder caminar con ayuda mecánica, como un caminador, muletas o un bastón. En algunos casos necesitan llevar puesto un cinturón de rehabilitación, que utiliza el terapeuta para evitar que se caigan.
Cuando la persona afectada está en condiciones de caminar sin peligro sobre una superficie plana, puede empezar a practicar o aprender cómo salvar un bordillo o subir escaleras. Para ello se le indica que inicie la subida primero con la pierna sana; para bajar las escaleras se le indica que lo haga primero con la pierna lesionada. La expresión «arriba con la buena, abajo con la mala» le ayudará a recordar cómo debe hacerlo. Los familiares y cuidadores que deben ayudar al afectado a caminar deberán aprender cómo sostenerlo correctamente.
Ayudar a una persona a caminar
Ejercicios de preparación física general
Para contrarrestar los efectos de un periodo prolongado en cama o de una inmovilización, se utiliza una combinación de ejercicios de movilidad, fortalecimiento muscular y deambulación. Los ejercicios de preparación física general ayudan a mejorar el rendimiento cardiovascular (la capacidad del corazón, de los pulmones y de los vasos sanguíneos para suministrar oxígeno a los músculos activos), así como a mantener o mejorar la flexibilidad y la fuerza muscular.
Entrenamiento del desplazamiento
Para muchas personas (sobre todo las que han sufrido una fractura de cadera, una amputación o un accidente cerebrovascular), uno de los objetivos críticos en la rehabilitación es el entrenamiento para desplazarse. Ser capaz de desplazarse con seguridad e independencia desde la cama hasta la silla, desde la silla de ruedas al baño o desde la posición de sentado a la posición erguida es esencial para permanecer en el hogar. Las personas que no son capaces de desplazarse sin ayuda suelen necesitar asistencia las 24 horas del día. Los cuidadores pueden ayudarles a desplazarse usando dispositivos auxiliares, como un cinturón o un arnés de ayuda para caminar.
Las técnicas empleadas en el entrenamiento para desplazarse dependerán de las siguientes condiciones:
A veces son útiles los dispositivos asistenciales. Por ejemplo, a quienes tengan dificultad para ponerse en pie desde la posición de sentado puede serles útil una silla que lleve incorporado un asiento levadizo o que esté provista de un mecanismo de ayuda para levantarse, o bien pueden utilizar una silla con un asiento más alto.
Mesa basculante
Si una persona ha tenido que quedarse en cama durante algunas semanas o tiene una lesión medular, es posible que se maree al levantarse (hipotensión ortostática). Para ayudar a este tipo de personas puede usarse una mesa basculante. Este procedimiento recupera la capacidad de los vasos sanguíneos para estrecharse (constricción) y ensancharse (dilatación) adecuadamente en respuesta a los cambios de posición. El afectado se acuesta boca arriba sobre una mesa acolchada con un reposapiés y se le mantiene en su sitio con un cinturón de seguridad. Después, la mesa se inclina muy lentamente, según la tolerancia de cada uno, hasta alcanzar casi una posición vertical. La lentitud del cambio de posición permite a los vasos sanguíneos recuperar la capacidad de constricción. El tiempo que se mantenga la posición erguida dependerá de cómo lo tolere el afectado, pero no debe pasar de 45 minutos.
El procedimiento de la mesa basculante debe realizarse entre 1 y 2 veces al día. Su efectividad varía según el tipo y el grado de discapacidad.