-
La mujer puede presentar una hemorragia indolora, a veces abundante, a finales del embarazo.
-
La ecografía suele confirmar el diagnóstico.
-
Es posible que la actividad modificada sea suficiente, pero si la hemorragia continúa o si el feto o la madre desarrollan problemas, se realiza un parto por cesárea.
Las complicaciones del embarazo, como la placenta previa, son problemas que aparecen solo durante el embarazo. Pueden afectar a la mujer, al feto o a ambos y presentarse en diferentes momentos del embarazo. Sin embargo, la mayor parte de las complicaciones del embarazo se pueden tratar con buenos resultados.
Normalmente, la placenta se encuentra en la parte superior del útero. En la placenta previa, la placenta se localiza en la parte inferior. Recubre parte de la abertura del cuello uterino (la entrada del canal del parto) o su totalidad. A veces, la placenta se encuentra ubicada cerca de la abertura del cuello uterino (llamada placenta baja) y no sobre la misma.
La placenta previa se produce en cerca de 1 de cada 250 partos. Durante el segundo trimestre, hasta el 2% de las mujeres embarazadas sufren placenta previa; algo que puede detectarse en la ecografía. Sin embargo, se resuelve por sí sola en más del 90% de las mujeres antes del parto. Si no se resuelve, la placenta puede desprenderse del útero, lo que priva al bebé de su suministro de sangre. El paso del bebé a través del canal de parto también puede desgarrar la placenta y provocar hemorragias graves.
Entre los factores de riesgo (circunstancias que aumentan el riesgo de sufrir un trastorno) para la placenta previa se cuentan los siguientes:
-
Haber tenido más de un embarazo
-
Haber tenido un parto por cesárea
-
Estar embarazada de gemelos, trillizos o más bebés (partos múltiples)
-
Tener una anomalía estructural del útero, como un mioma
-
Haberse sometido a un procedimiento que afecta el útero, como la extirpación de miomas uterinos (miomectomía) o una dilatación y legrado (D y L) practicada en diversas ocasiones
-
Tabaquismo
-
Edad materna avanzada
Síntomas
La placenta previa puede causar hemorragia indolora por la vagina, que comienza de repente hacia finales del embarazo. La sangre suele ser de color rojo brillante. Si la hemorragia se intensifica, compromete la vida de la mujer y la del feto.
La placenta previa puede causar problemas al feto, como los siguientes:
-
El feto puede encontrarse en una posición anómala.
-
Es posible que el feto no esté creciendo como cabría esperar (restricción del crecimiento intrauterino).
-
Las membranas que rodean al feto pueden romperse demasiado pronto (rotura prematura de las membranas).
-
Los vasos sanguíneos que conectan el cordón umbilical y la placenta pueden bloquear la salida del feto a través de la abertura del cuello uterino (vasa previa).
Si la mujer ya ha tenido un parto por cesárea, la placenta previa aumenta el riesgo de que la placenta esté adherida demasiado firmemente al útero (placenta adherida). La placenta adherida pertenece a un grupo de trastornos llamados espectro de la placenta adherida. Estos trastornos difieren en cuanto a la firmeza con la que la placenta está adherida al útero.
Diagnóstico
Los médicos sospechan de placenta previa en mujeres embarazadas con sangrados vaginales que se inician después de las 20 semanas de embarazo. La ecografía ayuda a los médicos a identificar la placenta previa y a diferenciarla de una placenta que se ha desprendido prematuramente (desprendimiento placentario).
Si la placenta previa está causando síntomas, los médicos controlan la frecuencia cardíaca del feto para determinar si está teniendo problemas, como falta de oxígeno.
Problemas con la placenta
Tratamiento
Cuando la hemorragia es ligera y aparece antes de las 36 semanas de embarazo, el médico, por lo general, aconseja la hospitalización de la mujer y le indica que limite su actividad hasta que cese la hemorragia. Limitar su actividad (llamada actividad modificada o reposo en cama modificado) significa que debe permanecer acostada la mayor parte del día. Si el sangrado se detiene, se permite a la mujer reanudar gradualmente sus actividades diurnas. Si la hemorragia no reaparece, por lo general se la da de alta, siempre y cuando le sea fácil volver al hospital. Los médicos recomiendan no tener relaciones sexuales, ya que podría desencadenarse una nueva hemorragia.
Si el sangrado recurre, la mujer es rehospitalizada y puede permanecer allí hasta el parto.
Algunos expertos recomiendan administrar corticoesteroides para ayudar a que los pulmones del feto maduren cuando sea necesario un parto prematuro, aproximadamente antes de las 34 semanas de gestación.
Si la madre no tiene contracciones y el sangrado se ha detenido, los médicos pueden inducir el parto a las 36 o 37 semanas de gestación.
El parto se lleva a cabo de forma inmediata cuando ocurre una de las circunstancias siguientes:
En las mujeres con placenta previa, el parto se hace por cesárea, realizada antes de que el parto comience de forma natural.
Las mujeres que sangran profusamente pueden requerir transfusiones de sangre.