Paro cardíaco y reanimación cardiorrespiratoria

PorShira A. Schlesinger, MD, MPH, Harbor-UCLA Medical Center
Revisado/Modificado abr 2023
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El paro cardíaco se produce cuando el corazón deja de bombear sangre y oxígeno al encéfalo y a otros órganos y tejidos. A veces, una persona puede ser reanimada después de un paro cardíaco, sobre todo si el tratamiento se inicia de inmediato. Sin embargo, cuanto más tiempo transcurra sin que la sangre que contiene oxígeno sea bombeada al cerebro, menor es la probabilidad de que la persona pueda ser reanimada y, si lo es, mayor es la probabilidad de que sufra daño cerebral.

El daño cerebral es probable si el paro cardíaco dura más de 5 minutos sin la intervención de primeros auxilios de reanimación cardiorrespiratoria. La muerte es probable si el paro cardíaco dura más de 8 minutos. Por lo tanto, la reanimación cardiorrespiratoria para el paro cardíaco debe iniciarse lo antes posible.

El paro cardíaco puede estar causado por todo aquello que provoque el cese del latido cardíaco. Una causa frecuente, especialmente en los adultos, es un ritmo cardíaco anómalo (arritmia). Otra posible causa es la interrupción de la respiración, por ejemplo, cuando una persona se ahoga por inmersión o sufre una infección pulmonar grave o una crisis asmática grave.

La persona que está sufriendo un paro cardíaco yace inmóvil y no responde a preguntas ni a estimulación, por ejemplo, al zarandearla. La persona puede no estar respirando o presentar una respiración irregular (respiración agónica).

Tratamiento de primeros auxilios para el paro cardíaco

Los pasos cruciales que se deben seguir para maximizar las posibilidades de supervivencia de una persona se denominan cadena de supervivencia al paro cardíaco. La cadena de supervivencia comienza con el reconocimiento por parte del observador del paro cardíaco y continúa con la solicitud de servicios de emergencia, la reanimación cardiorrespiratoria y la desfibrilación cuando esté disponible y la atención de alta calidad en un hospital después del paro. Sin el éxito de cada uno de estos pasos, es poco probable que una persona sobreviva.

En el mejor de los casos, el reconocimiento y el tratamiento del paro cardíaco se producen prácticamente al mismo tiempo. Un rescatador que se encuentra ante una persona inconsciente debe determinar en primar lugar si la persona responde o no preguntándole en voz alta: «¿Se encuentra usted bien?». Si no hay respuesta, debe colocar a la persona boca arriba y determinar si se ha detenido la respiración.

Si la persona no responde a la estimulación y no está respirando o está respirando de manera anormal (por ejemplo, jadeando), se inicia la reanimación de emergencia con reanimación cardiorrespiratoria y se llama al servicio médico de emergencia local (en Estados Unidos, llamando al 911). Los equipos de rescate no deben tratar de detectar el pulso, sino que deben comenzar la reanimación cardiorrespiratoria tan pronto como sea posible porque el riesgo de realizar compresiones torácicas en una persona que no está en paro cardíaco es mucho menor que el riesgo de no realizar compresiones torácicas cuando sea necesario.

La reanimación cardiorrespiratoria debe ser iniciada de inmediato por un rescatador, mientras que un segundo rescatador se pone en contacto con los servicios de emergencia y consigue un desfibrilador externo automático (DEA) si está disponible. La reanimación cardiorrespiratoria no debe retrasarse mientras se consigue el DEA, que puede utilizarse tan pronto como esté disponible. Algunos miembros de los servicios de emergencia proporcionan instrucciones telefónicas para ayudar a la atención directa, incluyendo instrucciones sobre cómo hacer reanimación cardiorrespiratoria solo por compresión.

Con un desfibrilador externo automático (DEA) se puede determinar rápidamente si la persona presenta una arritmia que puede tratarse mediante una descarga eléctrica (desfibrilación). Si el desfibrilador externo automático detecta una arritmia que podría corregirse, este administra una descarga, lo cual puede provocar que el corazón comience a latir de nuevo. Los desfibriladores externos automáticos son fáciles de usar y están disponibles en muchos lugares públicos de reunión. Las instrucciones de uso figuran por escrito en cada DEA y deben seguirse. La mayoría de los DEA modernos también proporcionan indicaciones de voz sobre cómo usarlos. La Cruz Roja Americana, la American Heart Association (Asociación Estadounidense de Cardiología) y otras organizaciones proporcionan formación sobre la reanimación cardiorrespiratoria (RCR) y el uso de desfibriladores externos automáticos (DEA).

Cadena de supervivencia fuera del hospital

Los eslabones cruciales de la cadena de supervivencia son

  • Acceso temprano a la atención de emergencia: cuanto antes se reconozca la presencia de un paro cardíaco, más pronto se puede llamar a los servicios médicos de emergencia y antes llegará el personal para proporcionar atención avanzada.

  • Reanimación cardiopulmonar temprana: cuanto antes se inicie la reanimación cardiorrespiratoria (particularmente las compresiones torácicas), mayor será la probabilidad de que el cerebro y otros órganos vitales reciban suficiente oxígeno para mantener a la persona con vida hasta que se pueda utilizar un desfibrilador externo automático (DEA) o se proporcione atención médica más avanzada.

  • Desfibrilación temprana: a veces es necesario administrar una descarga eléctrica, denominada desfibrilación, para restaurar el ritmo normal del corazón. Cuanto antes se haga, mejor.

  • Prestación temprana de atención médica avanzada: cuanto antes pueda hacerse cargo el personal del servicio de emergencias médicas (SEM) de la tarea iniciada por el rescatador, más pronto se beneficiará la persona afectada de una atención médica avanzada.

Las personas que son reanimadas necesitan un seguimiento y tratamiento avanzados y, finalmente, rehabilitación y otras medidas para mejorar la recuperación.

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Desfibrilador externo automático: poner en marcha el corazón

Un desfibrilador externo automático (DEA) es un dispositivo que puede detectar y corregir un tipo de arritmia conocida como fibrilación ventricular. La fibrilación ventricular produce paro cardíaco.

Los desfibriladores externos automáticos son fáciles de usar. La Cruz Roja suele proporcionar cursos prácticos de formación para el uso del desfibrilador externo automático. La mayoría de las sesiones de entrenamiento duran solo unas pocas horas; no obstante, se puede utilizar un DEA incluso si nunca se ha participado en un curso de formación. Los diferentes tipos de desfibrilador externo automático tienen instrucciones de empleo también diferentes. Las instrucciones están escritas en el propio DEA y la mayoría de los DEA modernos también utilizan indicaciones de voz para dirigir al usuario en cada paso. Estos dispositivos están disponibles en muchos lugares públicos, como estadios, aeropuertos, y salas de conciertos. Es posible que las personas con propensión a la fibrilación ventricular diagnosticada por su médico que no tengan implantado un desfibrilador adquieran y tengan en casa un DEA para que lo utilicen los miembros de la familia, previamente entrenados, en caso de ser necesario.

La mejor manera de adquirir destreza para practicar una reanimación cardiorrespiratoria es a través de la realización de un curso de capacitación ofrecido por American Red Cross (Cruz Roja) u otra organización, como la American Heart Association (Asociación americana de cardiología) en el caso de Estados Unidos. Además, es recomendable realizar cursos periódicos de actualización, ya que los procedimientos pueden cambiar con el tiempo.

Hay dos métodos de reanimación cardiorrespiratoria:

Los estudios han demostrado que, en adolescentes y adultos, durante los primeros minutos de paro cardíaco la reanimación cardiorrespiratoria solo por compresiones es tan eficaz como la reanimación cardiorrespiratoria convencional. La reanimación cardiorrespiratoria convencional puede ser más eficaz para niños y lactantes, así como para personas cuyo paro cardíaco se debe a causas respiratorias, pero solo si el rescatador ha sido entrenado.

Reanimación cardiorrespiratoria: ¿Hasta qué punto es eficaz?

En la televisión y en las películas, las personas que colapsan debido a un paro cardíaco y reciben reanimación cardiorrespiratoria a menudo se despiertan durante o después de la misma.

En la vida real, la probabilidad de reanimar a una persona gracias a la propia reanimación cardiorrespiratoria es mucho más baja. La reanimación cardiorrespiratoria se realiza para hacer circular la sangre que contiene oxígeno desde los pulmones hasta el cerebro y los órganos hasta que el corazón pueda reiniciarse con un desfibrilador, a menudo con la ayuda de medicamentos especiales administrados por el personal de los servicios de emergencia.

Solo un pequeño porcentaje de las personas que sufren un paro cardíaco sobreviven hasta llegar a un hospital. Incluso las que llegan vivas al hospital a menudo mueren como resultado del problema cardíaco subyacente antes de que puedan ser dadas de alta. De las personas que pueden salir del hospital, muchas no recuperan su función mental normal. Los factores más importantes que influyen para que una persona sobreviva al paro cardíaco y vuelva a la vida normal después del alta hospitalaria son el inicio temprano de la reanimación cardiorrespiratoria y la desfibrilación temprana.

Por lo general, en la televisión o en el cine, la reanimación cardiorrespiratoria se practica a una persona joven, relativamente saludable, a veces a alguien que ha sufrido una lesión grave. En realidad, la mayoría de las personas que necesitan reanimación cardiorrespiratoria son adultos de edad avanzada que a menudo sufren muchas enfermedades subyacentes graves. Es muy poco probable que estas personas respondan bien a la reanimación cardiorrespiratoria. Además, la reanimación cardiorrespiratoria rara vez es eficaz si la causa del paro cardíaco es una lesión traumática.

En la televisión y en el cine, la persona o bien muere o bien se recupera por completo. En realidad, muchas de las personas que sobreviven a un paro cardiaco presentan discapacidades graves como consecuencia de la falta de irrigación cerebral.

Reanimación cardiorrespiratoria (RCP) solo con masaje cardíaco (compresión torácica)

La reanimación cardiorrespiratoria solo por compresión (a veces denominada solo manos) implica la realización de compresiones torácicas continuas sin respiración de rescate. Se recomienda la reanimación cardiorrespiratoria solo por compresión cuando el rescatador no está entrenado en la reanimación cardiorrespiratoria convencional o no puede o no desea realizar la respiración de rescate. En el caso de bebés, niños y personas a quienes la causa del paro cardíaco parece detener la respiración, como los que sufren ahogamiento, los rescatistas deben hacer respiración artificial; se prefiere la reanimación cardiorrespiratoria estándar con respiraciones de rescate. Sin embargo, si los rescatadores no están dispuestos o no pueden realizar la respiración artificial, deben realizar una reanimación cardiorrespiratoria solo por compresión incluso en personas que se cree que sufren un paro cardíaco debido a un problema respiratorio.

Cómo practicar un masaje cardíaco (compresión torácica) a un adulto

Para practicar el masaje cardíaco (compresión torácica) de la reanimación cardiorrespiratoria, el rescatador se arrodilla a un lado de la persona y, con los brazos extendidos, se inclina sobre esta y coloca ambas manos, una sobre la otra, a una distancia de unos dos dedos por encima de la parte inferior del esternón (la llamada apófisis xifoides). El rescatador comprime el tórax por lo menos de 5 cm en adultos. El tórax se comprime entre 100 y 120 veces por minuto, lo que le permite elevarse por completo hasta su altura inicial, entre cada compresión.

Compresión torácica a un lactante

Reanimación cardiorrespiratoria (o reanimación cardiopulmonar, RCP) convencional

La reanimación cardiorrespiratoria convencional combina el rescate respiratorio (reanimación boca a boca para suministrar oxígeno a los pulmones) con compresiones torácicas que empujan la sangre que contiene oxígeno desde el corazón hacia el cerebro y otros órganos vitales.

La secuencia de la reanimación cardiorrespiratoria comienza con 30 compresiones torácicas, seguidas de 2 respiraciones de rescate y continúa en una proporción de 30:2 hasta que el rescatador es relevado por el personal de emergencia. El masaje cardíaco (compresiones torácicas) puede agotar fácilmente a quien lo realiza, de modo que las compresiones acaban siendo demasiado débiles para que la sangre circule de forma eficaz. Por lo tanto, si están presentes dos o más rescatadores, deben intercambiarse cada 2 minutos o antes si el rescatador que realiza las compresiones comienza a sentirse cansado.

Para realizar compresiones torácicas a un adulto o a un niño, el rescatador debe colocar a la persona boca arriba, moviendo al mismo tiempo cabeza, cuerpo y extremidades. El rescatador extiende los brazos y los «fija» en posición de ángulo recto, se inclina sobre la persona y coloca ambas manos, una sobre la otra, en el centro del tórax (entre los pezones o sobre el esternón). Después, comprime el tórax hasta una profundidad de 5 cm como mínimo en adultos. En los niños, el rescatador comprime el tórax unos 5 centímetros y puede bastarle una sola mano para comprimir el tórax de un niño más pequeño. En el caso de un lactante (hasta 1 año de edad), el rescatador puede emplear dos dedos para comprimir el esternón justo debajo de los pezones hasta una profundidad de alrededor de unos 4 cm o una tercera parte del diámetro del tórax. Como alternativa, los rescatistas entrenados pueden optar por rodear el pecho del bebé con las dos manos y realizar compresiones con los pulgares.

Es importante permitir que el tórax se eleve por completo hasta su altura inicial entre cada compresión.

Apertura de una vía aérea en un adulto o un niño

Después de realizar 30 compresiones, el rescatador inclina ligeramente la cabeza hacia atrás y levanta la barbilla, lo que evita que la lengua obstruya las vías respiratorias. A continuación el rescatador tapa la nariz de la persona haciendo pinza con dos dedos, respira normalmente, sella su boca sobre la boca de la persona afectada y sopla en la boca de la persona durante el tiempo suficiente para hacer que el tórax se eleve (aproximadamente 1 segundo). Esto se repite una segunda vez, seguido inmediatamente por otras 30 compresiones.

Para practicar la respiración de rescate, en primer lugar hay que revisar la boca y la garganta de la persona afectada para comprobar la presencia de objetos visibles que puedan estar bloqueando las vías respiratorias y, si los hay, retirarlos. A continuación, abre las vías respiratorias recostando la cabeza y levantando el mentón (véase figura Apertura de una vía aérea en un adulto o un niño). El rescatador cubre la boca de la persona con la suya y le insufla aire en los pulmones (respiración boca a boca). Las vías respiratorias de la persona deben permanecer abiertas durante la respiración artificial. Para evitar que el aire escape por la nariz, el rescatador le mantiene las fosas nasales tapadas con los dedos mientras le insufla aire en la boca (véase foto Respiración boca a boca para un adulto o un niño). La respiración artificial es muy similar en niños y adultos.

En la respiración artificial practicada a un bebé, la boca del rescatador cubre la boca y la nariz del bebé. Para evitar dañar los pulmones del bebé, que son más pequeños, el rescatador debe insuflar aire con menor fuerza que con los adultos. Si el tórax se eleva, el rescatador debe proporcionar dos insuflaciones de aire profundas y lentas. La imposibilidad de que el tórax se eleve después de unas cuantas insuflaciones eficaces indica que la vía respiratoria del lactante está bloqueada, pero la reanimación cardiorrespiratoria debe continuarse. Cada vez que se abre la vía aérea durante la reanimación cardiorrespiratoria, el rescatador debe buscar un objeto en la boca del lactante y, si encuentra uno, retirarlo.

La reanimación cardiorrespiratoria convencional la puede llevar a cabo una sola persona (que realiza alternativamente el boca a boca y el masaje cardíaco) o dos personas (una para el boca a boca y otra para el masaje cardíaco). En la reanimación cardiorrespiratoria convencional, el único rescatador efectúa 30 compresiones y luego dos insuflaciones de aire. Si hay dos rescatadores, cuando los niños o los lactantes necesitan reanimación cardiorrespiratoria, se prefiere una proporción de 15: 2, mientras que en los recién nacidos se recomienda una proporción de 3:1. Las compresiones se realizan a un ritmo de 100 a 120 veces por minuto en las personas de todas las edades. Se debe continuar con la reanimación cardiorrespiratoria hasta que llegue la asistencia médica o hasta que la persona se recupere.

Más información

Los siguientes son recursos en inglés que pueden ser útiles. Tenga en cuenta que el MANUAL no se hace responsable del contenido de estos recursos.

  1. American Heart Association, Cardiopulmonary Resuscitation (CPR) & First Aid Emergency Cardiovascular Care (ECC): (Asociación Estadounidense de Cardiología, Reanimación Cardiopulmonar [RCP] & Atención Cardiovascular de Primeros Auxilios de Emergencia [ECC, por sus siglas en inglés]): este recurso ofrece acceso a cursos de reanimación cardiorrespiratoria y programas de entrenamiento, kits con elementos que ayudan al aprendizaje (incluyendo prácticas con muñecos) e información sobre la disciplina científica de la reanimación.

  2. American Red Cross, Cardiopulmonary Resuscitation (CPR) Training: (Cruz Roja Estadounidense, Entrenamiento para la Reanimación Cardiopulmonar [RCP]): este recurso ofrece acceso a cursos en línea de formación en reanimación cardiopulmonar (RCP) y cursos certificados en reanimación cardiorrespiratoria para adultos, reanimación cardiorrespiratoria solo por compresión, reanimación cardiorrespiratoria para niños y lactantes y reanimación cardiorrespiratoria para mascotas; suministros y productos; y, además, un localizador para encontrar sesiones de entrenamiento en línea y en directo.

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