Introducción a las reacciones alérgicas

PorJames Fernandez, MD, PhD, Cleveland Clinic Lerner College of Medicine at Case Western Reserve University
Revisado/Modificado ago 2024
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Datos clave

Las reacciones alérgicas (reacciones de hipersensibilidad) son respuestas inadecuadas del sistema inmunitario a una sustancia que en condiciones normales es inofensiva.

  • Por lo general, las alergias causan estornudos, ojos llorosos y pruriginosos, secreción nasal, picor en la piel y erupción cutánea.

  • Algunas reacciones alérgicas, denominadas reacciones anafilácticas, son potencialmente mortales.

  • Los síntomas sugieren el diagnóstico y las pruebas cutáneas permiten identificar la sustancia que desencadenó la alergia, pero no predicen la gravedad de una reacción futura.

  • Lo mejor es evitar el factor desencadenante pero, de ser imposible, la administración de vacunas antialérgicas mucho antes de que se produzca la exposición pueden, en algunos casos, desensibilizar a la persona afectada.

  • Las personas que han sufrido o corren riesgo de sufrir reacciones alérgicas graves deben llevar siempre consigo una jeringa autoinyectable con epinefrina (adrenalina) y pastillas de antihistamínicos.

  • Las reacciones graves requieren tratamiento de emergencia en un centro de urgencias.

En condiciones normales, el sistema inmunitario, constituido por anticuerpos, glóbulos blancos (leucocitos), mastocitos, proteínas del complemento y otras sustancias, defiende al organismo frente a sustancias extrañas (denominadas antígenos). Sin embargo, cuando existe predisposición, el sistema inmunitario puede reaccionar de forma exagerada al exponerse a determinadas sustancias (alérgenos) presentes en el entorno, en los alimentos o en algunos fármacos, que son inocuas para la mayoría de las personas. El resultado es una reacción alérgica. (Los allergenos son moléculas que el sistema inmunitario puede identificar y que pueden estimular una respuesta inmunitaria.) Algunas personas solo son alérgicas a una sustancia determinada. Otras personas son alérgicas a muchas sustancias.

Los alérgenos pueden causar una reacción alérgica cuando caen sobre la piel o en un ojo, o cuando se inhalan, se ingieren o se inyectan. Se puede producir una reacción alérgica en diferentes circunstancias:

En muchas reacciones alérgicas, el sistema inmunitario, cuando se expone por primera vez a un alérgeno, produce un tipo de anticuerpo denominado inmunoglobulina E (IgE). La IgE se fija a un tipo de glóbulos blancos (leucocitos), denominados basófilos, en el torrente sanguíneo y a un tipo similar de células denominadas mastocitos en los tejidos. La primera exposición puede provocar sensibilidad al alérgeno (lo que se denomina sensibilización) pero no causa ningún síntoma. Cuando las personas ya sensibilizadas se vuelven a exponer al alérgeno, los basófilos y los mastocitos con IgE en su superficie liberan sustancias (como la histamina, las prostaglandinas y los leucotrienos) que producen hinchazón o inflamación en los tejidos circundantes. Estas sustancias inician una cascada de reacciones que termina irritando y dañando los tejidos. La intensidad de estas reacciones varía de leve a grave.

Algunas personas presentan una tendencia hereditaria a producir una gran cantidad de IgE (un trastorno denominado atopia) y pueden reaccionar de forma exagerada a algunos antígenos que causan rinitis alérgica , asma, problemas cutáneos o alergia alimentaria.

Alergia al latex

El látex es un líquido que proviene del árbol de caucho. Se utiliza para fabricar productos de caucho, incluidos algunos guantes de goma, preservativos y equipamiento médico, como catéteres, tubos de respiración, puntas de enemas y barreras bucales.

El látex puede hacer que el sistema inmunitario produzca anticuerpos contra la IgE, lo que puede provocar reacciones alérgicas, como urticaria, erupciones e incluso reacciones alérgicas graves y potencialmente mortales llamadas reacciones anafilácticas. Pero la piel irritada y seca que muchas personas presentan después de usar guantes de látex es consecuencia de la irritación y no constituye una reacción alérgica al látex.

Las personas pueden estar en situación de riesgo de llegar a ser sensibles al látex si

  • Son profesionales de la salud que utilizan guantes de látex para prevenir la propagación de infecciones

  • Se someten a varios procedimientos quirúrgicos

  • Deben utilizar una sonda para orinar

  • Trabajan en industrias que fabrican o distribuyen productos de látex

Por razones desconocidas, las personas alérgicas al látex también padecen alergia a los plátanos y, en ocasiones, a otros alimentos como el kiwi, la papaya, el aguacate, las castañas, las patatas, los tomates y los albaricoques.

Se sospecha alergia al látex en función de los síntomas y de la descripción de los síntomas por parte de la persona afectada, sobre todo si es un profesional de la salud. En ocasiones, para confirmar el diagnóstico, se realizan análisis de sangre o pruebas cutáneas.

Las personas alérgicas al látex deben evitarlo. Por ejemplo, los profesionales de la salud pueden usar guantes y otros productos que no contengan látex, que pueden encontrarse en la mayoría de los centros de salud.

Causas de las reacciones alérgicas

En el desarrollo de las alergias, intervienen conjuntamente tanto factores genéticos como ambientales.

Se cree que los genes intervienen porque las mutaciones específicas son comunes entre las personas con alergias y porque las alergias tienden a darse en familias.

Los factores ambientales también aumentan el riesgo de desarrollar alergias. Estos factores de riesgo incluyen:

  • Exposición repetida a sustancias extrañas al cuerpo (alérgenos)

  • Dieta

  • Contaminantes (como el humo del tabaco y los gases de escape)

Por otro lado, la exposición a diversos antígenos, como bacterias, virus y alimentos (incluidos los cacahuetes o maní), durante la infancia puede fortalecer el sistema inmunitario. Esta exposición puede ayudar al sistema inmunitario a aprender cómo responder a los alérgenos de una forma que no sea peligrosa y, de este modo, ayudar a prevenir la aparición de alergias. Un entorno que limita la exposición de los niños a las bacterias y los virus, algo comúnmente considerado como positivo, puede hacer más probable la aparición de alergias. La exposición a los microorganismos se limita más en las familias con menos hijos y los ambientes interiores más limpios, así como por el uso temprano de antibióticos.

Los microorganismos residen en el aparato digestivo, el aparato respiratorio y la piel, pero los microorganismos presentes varían de una persona a otra. El tipo de microorganismos presentes parece afectar a la aparición o no de alergias y al tipo de alergias que se desarrollan.

Los alérgenos que con mayor frecuencia provocan reacciones alérgicas incluyen

  • Excrementos de los ácaros del polvo doméstico

  • Caspa de los animales

  • Pólenes (de árboles, hierbas y arbustos)

  • Mohos

  • Alimentos

  • Veneno de insecto

  • Medicamentos

  • Productos químicos domésticos, como productos de limpieza y fragancias

Los ácaros del polvo viven en el polvo que se acumula en las alfombras, la ropa de cama, los muebles y los muñecos de peluche.

Síntomas de las reacciones alérgicas

La mayoría de las reacciones alérgicas son leves y consisten en ojos llorosos y pruriginosos, goteo nasal, prurito en la piel y algunos estornudos. Es frecuente que haya erupciones (incluida la urticaria) que a menudo producen picor.

La urticaria consiste en pequeñas zonas hinchadas (ronchas), de color rojo, ligeramente elevadas, que suelen tener un centro pálido. También puede haber hinchazón en zonas más grandes bajo la piel (se denomina angioedema). La hinchazón se debe a la extravasación de líquido de los vasos sanguíneos. La gravedad del angioedema varía según cuál sea la zona del cuerpo afectada, sobre todo cuando se produce en la garganta o en las vías respiratorias.

La alergia también puede desencadenar crisis de asma.

Ciertas reacciones alérgicas, denominadas reacciones anafilácticas, suponen un riesgo para la vida. Las vías respiratorias se estrechan (constricción) y provocan sibilancias, y las mucosas de la garganta y de las vías respiratorias se hinchan, lo que dificulta la respiración. Los vasos sanguíneos se ensanchan (dilatan) y causan así un descenso peligroso de la presión sanguínea.

Diagnóstico de las reacciones alérgicas

  • Evaluación médica

  • A veces, análisis de sangre

  • A menudo, pruebas cutáneas y prueba de IgE sérica específica del alérgeno

En primer lugar, se determina si la reacción es alérgica. Le pueden preguntar

  • Si la persona afectada tiene familiares próximos que padezcan alergias, porque en tal caso es más probable que la reacción sea de tipo alérgico.

  • Con qué frecuencia ocurren las reacciones y cuánto tiempo duran

  • La edad que tenía la persona cuando empezaron las reacciones

  • Si algo (como el ejercicio o la exposición al polen, a los animales o al polvo) desencadena la reacción

  • Si se ha probado algún tratamiento y, de ser así, cómo ha respondido la persona afectada

Para ayudar a determinar si una reacción es alérgica, a veces los médicos solicitan análisis de sangre para detectar un tipo de glóbulos blancos llamados eosinófilos. Los eosinófilos, aunque se encuentran en el organismo de todas las personas, se producen en cantidades mayores cuando se desencadena una reacción alérgica. Sin embargo, la utilidad de esta prueba es limitada porque otros trastornos eosinófilos pueden causar un aumento del número de eosinófilos y un número normal no excluye la presencia de una alergia.

Si parece probable que los síntomas de la persona afectada están causados por una alergia, el objetivo principal es identificar el alérgeno específico. A menudo, la persona afectada y el médico pueden identificar el alérgeno, o al menos el tipo de alérgeno, en función de cuándo comenzó la alergia y cuándo y con qué frecuencia se produce la reacción (por ejemplo, durante ciertas estaciones o después de comer ciertos alimentos).

Las pruebas cutáneas y un análisis de sangre llamado prueba de IgE sérica específica para alérgenos también puede ayudar a los médicos a detectar el alérgeno específico. Sin embargo, es posible que estas pruebas no permitan detectar todas las alergias, y que a veces indiquen la presencia de una alergia a un alérgeno aunque no exista en realidad (lo que se denomina un resultado positivo falso).

Pruebas cutáneas

Las pruebas cutáneas son el método más útil para identificar a alérgenos específicos. Un alérgeno aplicado o inyectado en la piel debe causar una reacción cutánea en personas alérgicas. Existen dos tipos de pruebas cutáneas:

  • Prueba de punción cutánea

  • Prueba intradérmica

Los médicos administran dos soluciones de control además de la solución de prueba (que contiene el alérgeno sospechoso) para asegurarse aún más de la fiabilidad de estas pruebas cutáneas. Las sustancias de control son

  • Se administra una gota de una solución de histamina, que debería desencadenar una reacción alérgica en cualquier persona. La ausencia de reacción cutánea puede deberse a que el sistema inmunitario no funciona con normalidad o bien puede tener su origen en los medicamentos para la alergia que tiene la persona en su sistema. Las personas que no reaccionan a la histamina probablemente no reaccionarán a la solución de prueba que contiene el alérgeno. Por lo tanto, puede parecer que la persona no presenta alergia al alérgeno cuando sí la tiene (un resultado falso negativo).

  • Se administra una gota de solución diluyente que no contiene alérgenos y, por lo tanto, no debería desencadenar una reacción alérgica. Si la persona reacciona a la solución diluyente, probablemente tiene la piel sensible y probablemente también reaccionará a la solución de prueba que contiene el alérgeno, incluso si no es alérgica (un resultado falso positivo).

Por lo general, los médicos administran varias soluciones de prueba. Estas son soluciones diluidas, cada una con un antígeno específico. Los antígenos más utilizados son el polen (de árboles, hierbas o malezas), mohos, ácaros del polvo, caspa de animales, veneno de insectos, alimentos y algunos antibióticos. Los médicos eligen los antígenos para esta prueba en función de las sustancias que sospechan como causantes.

Se suele practicar en primer lugar una prueba de punción. Se coloca una gota de cada una de las soluciones de control y se prueba sobre la piel de la persona, que luego se pincha con una aguja a través de la gota. La prueba de punción permite identificar la mayor parte de los alérgenos.

Si no se identifica el alérgeno, se puede realizar una prueba intradérmica. Para esta prueba, se inyecta por vía parenteral una pequeña cantidad de cada una de las soluciones de control y de prueba en la piel de la persona. Este tipo de prueba cutánea es más sensible y más precisa a la hora de detectar una reacción a un alérgeno.

Si la persona es alérgica a uno o más de los alérgenos en la solución de prueba, aparece una reacción eritematosa con roncha o habón, con las siguientes características:

  • En el lugar del pinchazo aparece al cabo de 15 a 20 minutos una hinchazón ligeramente elevada que es pálida o coincide con el tono de la piel de la persona, la roncha.

  • El habón resultante tiene un diámetro aproximadamente de 0,3 a 0,5 centímetros más grande que el habón provocado por la solución de disolvente.

  • La roncha está rodeada por un área roja bien definida (que puede ser difícil de identificar en la piel oscura), el brote.

Antes de realizar las pruebas cutáneas se indica a la persona afectada que deje de tomar medicamentos que puedan suprimir una reacción en caso de que sí tenga una alergia a los alérgenos contenidos en la solución de prueba. Estos medicamentos son

  • Antihistamínicos

  • Ciertos antidepresivos llamados antidepresivos tricíclicos (como la amitriptilina)

  • Omalizumab (un anticuerpo monoclonal sintetizado para bloquear la IgE)

  • Inhibidores de la monoaminoxidasa como selegilina

Algunos médicos prefieren no realizar estas pruebas en personas que toman betabloqueantes porque, de producirse una reacción alérgica como respuesta a la prueba, existen más probabilidades de que las consecuencias sean graves. Además, los betabloqueantes pueden interferir con los medicamentos utilizados para tratar reacciones alérgicas graves.

Pruebas de IgE sérica específica del alérgeno

Prueba analítica

La prueba para la determinación de IgE alérgeno-específica es una prueba sanguínea que se efectúa cuando no se pueden realizar pruebas cutáneas, por ejemplo, cuando la erupción cutánea está muy extendida. Esta prueba determina si la IgE en la sangre de la persona se une al alérgeno específico utilizado para la prueba. Si se produce la unión, la persona es alérgica a ese alérgeno.

Prueba de provocación

En las pruebas de provocación, se expone a la persona afectada directamente a una pequeña cantidad del alérgeno sospechado. Esta prueba se suele llevar a cabo cuando la persona afectada debe documentar su reacción alérgica, por ejemplo, para una solicitud de discapacidad. A veces se usa para diagnosticar una alergia alimentaria. Si los médicos sospechan una alergia inducida por el ejercicio, pueden pedirle a la persona afectada que haga ejercicio. Si los médicos sospechan una alergia desencadenada por el frío pueden colocar un cubito de hielo sobre la piel de la persona para ver si aparece una erupción.

Prevención de las reacciones alérgicas

Medidas ambientales

El mejor tratamiento consiste en evitar o retirar el alérgeno en la medida de lo posible, lo que se consigue de alguna de las siguientes maneras:

  • Evite ciertos medicamentos (hable con su médico antes de suspender un medicamento)

  • Dejar que la mascota permanezca fuera de casa o limitar su acceso a algunas habitaciones

  • Usar filtros de partículas de alta eficiencia

  • No comer un alimento en particular

  • Cuando se tiene una alergia estacional grave, quizás mudarse a una zona en la que no exista el alérgeno

  • Eliminar o sustituir los elementos que acumulen polvo, como los muebles tapizados, las alfombras y los adornos

  • Cubrir los colchones y las almohadas con tejidos finos para que no puedan penetrar en ellos los ácaros del polvo y los alérgenos

  • Uso de almohadas de fibra sintética y fundas de colchón impermeables

  • Lavar frecuentemente sábanas, fundas de almohadas y mantas en agua caliente

  • Limpiar la casa a menudo, incluido quitar el polvo, pasar la aspiradora y fregar el suelo

  • Usar aparatos de aire acondicionado y deshumidificadores en sótanos y en otros espacios húmedos

  • Exterminar las cucarachas

Las personas con alergias deben evitar o minimizar la exposición a ciertos productos irritantes que pueden empeorar los síntomas alérgicos o causar problemas respiratorios. Entre estos irritantes se encuentran los siguientes:

  • El humo de los cigarrillos

  • Olores fuertes

  • Humos irritantes

  • Contaminación del aire

  • Bajas temperaturas

  • Humedad elevada

Inmunoterapia alergénica (desensibilización)

La inmunoterapia alergénica, consistente generalmente en vacunas (inyecciones), se puede utilizar para desensibilizar a las personas al alérgeno, cuando es imposible evitar el contacto con algunos alérgenos, especialmente los alérgenos que se encuentran en el aire, y los medicamentos utilizados para tratar las reacciones alérgicas son ineficaces.

Con este tipo de tratamiento, las reacciones alérgicas se pueden evitar o reducir en número o en intensidad. Sin embargo, no siempre es efectiva. Algunas personas y ciertas alergias responden al tratamiento mejor que otras.

La inmunoterapia se utiliza con más frecuencia en alergias a

  • Polen

  • Ácaros del polvo doméstico

  • Mohos

  • Veneno de insectos punzantes

Cuando se es alérgico a alérgenos inevitables, como el veneno de un insecto, la inmunoterapia ayuda a prevenir la reacción anafiláctica. En ocasiones se utiliza para la alergia a la caspa animal, pero no resulta muy útil. Se dispone de inmunoterapia para la alergia al maní, y se está estudiando la inmunoterapia para otras alergias alimentarias.

No se administra inmunoterapia cuando puede evitarse el alérgeno, como en el caso de la penicilina y de otros fármacos. Sin embargo, si es necesario tomar un fármaco al cual se es alérgico, se puede procurar la desensibilización mediante inmunoterapia, bajo la estrecha supervisión de un médico.

En la inmunoterapia, se inyectan pequeñas cantidades del alérgeno bajo la piel o se administran por vía oral, dependiendo del alérgeno específico. La primera dosis es tan pequeña que incluso una persona alérgica no reacciona a la misma. Sin embargo, la pequeña dosis comienza a acostumbrar al sistema inmunitario de la persona al alérgeno. Luego se aumenta gradualmente la dosis. Cada aumento es tan pequeño que el sistema inmunitario sigue sin reaccionar. La dosis se aumenta hasta que la persona no reacciona a la misma cantidad de alérgeno que una vez causó los síntomas. Esta dosis es su dosis de mantenimiento. Es necesario un aumento gradual porque la exposición a una cantidad excesiva de alérgeno demasiado pronto puede causar una reacción alérgica. Se aplican inyecciones 1 o 2 veces por semana hasta alcanzar la dosis de mantenimiento. Luego, las inyecciones suelen aplicarse en intervalos de 2 a 4 semanas. El procedimiento es más eficaz cuando las inyecciones de mantenimiento se aplican durante todo el año, incluso si la alergia es estacional.

Dado que las inyecciones de la inmunoterapia a veces causan reacciones alérgicas peligrosas, las personas que se someten al tratamiento permanecen en el centro médico por lo menos 30 minutos después de la inyección. Si aparecen reacciones leves (como estornudos, tos, rubor, sensación de hormigueo, prurito, opresión en el tórax, sibilancias y urticaria), se administra un fármaco, por lo general un antihistamínico, como la difenhidramina o la loratadina. Cuando la reacción es más grave, se inyecta epinefrina (adrenalina).

De forma alternativa, se pueden colocar dosis del alérgeno bajo la lengua (sublingual) y mantenerlas allí durante unos pocos minutos, para luego ser ingeridas. La dosis se puede incrementar de forma gradual, como en el caso de las inyecciones. La dosis sublingual se puede administrar todos los días o hasta 3 veces por semana. Los extractos de polen de hierba, de ambrosía o de ácaros del polvo doméstico, colocados debajo de la lengua, se pueden usar para ayudar a prevenir la rinitis alérgica.

La inmunoterapia para la alergia al maní también se puede administrar por vía oral (véase Alergias alimentarias, prevención). La persona afectada recibe las primeras dosis del alérgeno en el transcurso de un solo día mientras está en el consultorio médico o en una clínica. Después, toma el alérgeno en casa. Cada vez que se aumenta la dosis, la primera dosis de la dosificación más alta se administra bajo supervisión médica.

Puede tardarse entre 3 años en completar la inmunoterapia alergénica. Las personas que desarrollan alergias de nuevo pueden necesitar otro ciclo más largo (a veces de 5 años o más) de inmunoterapia.

Tratamiento de las reacciones alérgicas

  • Evitación del alérgeno

  • Antihistamínicos

  • Estabilizadores de mastocitos

  • Corticoesteroides

  • Inmunoterapia alergénica

  • Para reacciones alérgicas graves, tratamiento de emergencia, que consiste en inyecciones de epinefrina (adrenalina)

La mejor manera de tratar y de prevenir las alergias consiste en evitar el alérgeno.

Si aparecen síntomas leves, suele bastar con tomar un antihistamínico. Si no es suficiente, puede recurrirse a otros fármacos, como los estabilizadores de mastocitos y los corticoesteroides. Los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) no son eficaces, excepto en forma de colirio utilizado para tratar la conjuntivitis alérgica.

Los síntomas graves, como los que afectan a las vías respiratorias (incluidas las reacciones anafilácticas) requieren tratamiento de urgencia, incluso inyecciones de epinefrina.

Antihistamínicos

Los fármacos que se utilizan con más frecuencia para aliviar los síntomas de las alergias son los antihistamínicos. Estos bloquean el efecto de la histamina (que desencadena los síntomas). No detienen la producción de histamina por parte del organismo.

La toma de antihistamínicos alivia en parte el goteo nasal, los ojos llorosos y el prurito, y reduce la hinchazón producida por la urticaria o por un angioedema leve, pero no facilitan la respiración cuando existe constricción de las vías respiratorias. Algunos antihistamínicos (como azelastina) también son estabilizadores de mastocitos.

Los antihistamínicos se comercializan en forma de

  • Comprimidos, cápsulas o soluciones líquidas que se toman por boca

  • Aerosoles nasales

  • Colirios (gotas oftálmicas)

  • Lociones o cremas

El tipo de antihistamínico utilizado depende del tipo de reacción alérgica. Algunos antihistamínicos se distribuyen sin receta y otros requieren prescripción médica.

Los productos que contienen un antihistamínico y un descongestionante (como la pseudoefedrina) se pueden comprar sin receta y son útiles cuando se necesita tanto un antihistamínico como un descongestionante nasal. Los pueden tomar tanto los adultos como los niños de 12 años o más. Los productos antihistamínicos- descongestionantes no deben administrarse a niños menores de 12 años. Además, algunas personas, como las que están tomando inhibidores de la monoaminooxidasa (un tipo de antidepresivo), no pueden tomar estos productos. Si se padece hipertensión arterial, no se deben tomar descongestionantes a menos que el médico lo recomiende y supervise su uso.

Para aliviar el prurito, se pueden aplicar a la piel los antihistamínicos difenhidramina y doxepina, disponibles en forma de loción, crema, gel y aerosol. Las personas, especialmente los niños, no deben tomar antihistamínicos por vía oral mientras se usan antihistamínicos aplicados sobre la piel, ya que estos medicamentos pueden causar somnolencia extrema.

Los efectos secundarios de los antihistamínicos incluyen efectos anticolinérgicos, como somnolencia, sequedad de boca, visión borrosa, estreñimiento, dificultad para orinar, confusión y mareo (sobre todo, al ponerse en pie).

Algunos antihistamínicos producen somnolencia (sedación) con más frecuencia que otros; No se deben tomar si se va a conducir, manejar maquinaria pesada o realizar otras actividades que requieran atención. Los antihistamínicos que causan somnolencia no deben administrarse a niños menores de 2 años porque podrían causar efectos secundarios graves e incluso potencialmente mortales. También constituyen un problema especial en las personas de edad avanzada y en las que padecen glaucoma, hiperplasia benigna de próstata, estreñimiento o demencia, debido al efecto anticolinérgico de dichos fármacos. Las personas con enfermedad cardiovascular deben consultar a su médico antes de tomar antihistamínicos, incluso los de venta libre.

No todo el mundo reacciona de la misma manera a estos medicamentos. Por ejemplo, las personas de ascendencia asiática son menos sensibles al efecto sedante de la difenhidramina que las de ascendencia de Europa Occidental. Además, los antihistamínicos causan en algunas personas la reacción opuesta (reacción paradójica), y les provoca un estado de nerviosismo, inquietud y agitación.

Tabla
Tabla

Estabilizadores de mastocitos

Los estabilizadores de mastocitos impiden en este tipo de células la liberación de histamina y de otras sustancias que causan edema e inflamación.

Se administran cuando ni los antihistamínicos ni otros fármacos son eficaces o cuando producen efectos secundarios molestos. Estos fármacos ayudan a controlar los síntomas alérgicos.

Entre ellos se incluyen la azelastina, el cromoglicato (cromolina), la lodoxamida, el ketotifeno, el nedocromil, la olopatadina y el pemirolast. La azelastina, el ketotifeno, la olopatadina y el pemirolast también son antihistamínicos.

El cromoglicato se puede obtener con receta médica como sigue:

  • Para usarlo con un inhalador o con un nebulizador (que libera una dosis del fármaco en los pulmones en forma de aerosol)

  • Como gotas para los ojos

  • En forma de líquido para tomar por vía oral

El cromoglicato se comercializa en forma de aerosol nasal para el tratamiento de la rinitis alérgica y no precisa receta médica. Por lo general, solo actúa en las zonas donde se aplica, como la parte posterior de la garganta, los pulmones, los ojos o la nariz. Cuando se toma oralmente, el cromoglicato puede aliviar los síntomas digestivos de la mastocitosis, pero no se absorbe de inmediato en el torrente sanguíneo y, por lo tanto, tiene muy poco efecto sobre otros síntomas alérgicos en el cuerpo.

Corticoesteroides

Cuando los antihistamínicos y los estabilizadores de mastocitos no pueden controlar los síntomas alérgicos, suele ser eficaz administrar corticoesteroides.

Los corticoesteroides pueden administrarse en forma de aerosol nasal, para tratar los síntomas nasales, o con un inhalador, para tratar el asma.

Solo se recetan corticoesteroides (como la prednisona) por vía oral cuando los síntomas son muy graves o generalizados y todos los demás tratamientos han fracasado. Cuando se ingieren dosis altas por vía oral durante mucho tiempo (por ejemplo, durante más de 3 o 4 semanas), los corticoesteroides causan muchos efectos secundarios, que en ocasiones son graves. Por lo tanto, solo se administran durante el tiempo más breve posible.

Las cremas y los ungüentos que contienen corticoesteroides contribuyen a aliviar el prurito presente en las erupciones cutáneas alérgicas. La hidrocortisona, un corticoesteroide, se puede adquirir sin receta médica.

Otros fármacos

Los inhibidores de leucotrienos, como montelukast, son fármacos antiinflamatorios que se utilizan para tratar lo siguiente:

Inhiben a los leucotrienos que liberan algunos glóbulos blancos (leucocitos) y mastocitos cuando se exponen a un alérgeno. Los leucotrienos contribuyen a la inflamación y causan la constricción de las vías respiratorias. Montelukast se usa solo cuando otros tratamientos son ineficaces.

El omalizumab es un anticuerpo monoclonal, es decir, un anticuerpo sintético diseñado para interaccionar con una sustancia específica. El omalizumab se une a la inmunoglobulina E (IgE), un anticuerpo que se produce en grandes cantidades durante la reacción alérgica, e impide que la IgE se una a los mastocitos y a los basófilos y se desencadene una reacción alérgica. Omalizumab puede utilizarse para tratar el asma persistente o grave cuando los demás tratamientos no han sido eficaces. Si la urticaria se repite con frecuencia y otros tratamientos no son efectivos, puede ser eficaz. Cuando se utiliza, se puede reducir la dosis del corticoesteroide. Se administra mediante una inyección por debajo de la piel (subcutánea).

Tratamiento de urgencia

Las reacciones alérgicas graves, como las anafilácticas, requieren un tratamiento de urgencia.

Las personas que sufren o corren riesgo de sufrir reacciones alérgicas graves deben llevar siempre consigo una jeringa autoinyectable precargada con epinefrina (adrenalina) que debe emplearse lo más rápidamente posible si se produce una reacción grave. Las píldoras antihistamínicas también pueden ayudar, pero se debe inyectar epinefrina (adrenalina) antes de tomarlas. Por lo general, la epinefrina (adrenalina) detiene la reacción, al menos de forma temporal. Sin embargo, las personas que han sufrido una reacción alérgica grave deben ser trasladadas a un centro de atención de emergencia. En dicho centro pueden ser controladas de cerca y el tratamiento se puede repetir o ajustar según sea necesario.

Si se produce una reacción anafiláctica, las vías respiratorias pueden hincharse y estrecharse, lo que dificulta la respiración. El médico puede tener que insertar un tubo a través de la nariz o la boca hasta la tráquea para facilitar la respiración. A veces la tráquea se hincha y se estrecha demasiado para que el tubo pase a través de la misma. En tales casos, el médico puede tener que insertar un tubo directamente en la tráquea a través de una incisión en la parte frontal del cuello (traqueotomía) para hacer posible la respiración.

Tratamiento de las alergias durante el embarazo y la lactancia

Siempre que sea posible, las mujeres alérgicas embarazadas deben evitar los alérgenos a fin de controlar los síntomas. Si los síntomas son graves, deben utilizar un aerosol nasal con antihistamínicos. Solo deben tomar antihistamínicos orales si los aerosoles nasales no proporcionan un alivio adecuado.

Las mujeres que están amamantando también deben intentar evitar los antihistamínicos. Pero, si los antihistamínicos son necesarios, los médicos prefieren indicar antihistamínicos que tengan menos probabilidades de causar somnolencia, de manera que prefieren los aerosoles nasales antihistamínicos a los antihistamínicos orales. Si es necesario tomar antihistamínicos orales para controlar los síntomas, se deben tomar inmediatamente después de amamantar al bebé.

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