Las convulsiones febriles se diagnostican cuando ocurren convulsiones en niños de 6 meses a 5 años de edad que tienen fiebre (temperatura > 38° C) no producida por una infección del sistema nervioso central y que no han tenido convulsiones afebriles en forma previa. El diagnóstico es por exclusión de otras causas. Convulsiones febriles que duran < 5 minutos y se controlan con cuidados de apoyo. Las convulsiones que duran ≥ 5 min se tratan con lorazepam IV, diazepam rectal o midazolam intransal y, si persisten, con fosfenitoína, fenobarbital, ácido valproico o levetiracetam IV. No suelen indicarse medicamentos de mantenimiento. Los niños con convulsiones febriles corren un riesgo ligeramente mayor de desarrollar epilepsia.
(Véase también Trastornos convulsivos neonatales.)
Las convulsiones febriles afectan a alrededor del 2 al 5% (1) de los niños de entre 6 meses y 5 años y la mayoría se produce entre los 12 y los 18 meses de edad.
Pueden ser simples o complejas:
Las convulsiones febriles simples duran < 15 minutos, no presentan características focales y no recidivan dentro de un período de 24 horas; la mayoría de las convulsiones febriles son simples.
Las convulsiones febriles complejas duran ≥ 15 min de forma continua o con pausas, tienen características focales, o recurren a las 24 horas.
Los factores de riesgo para las convulsiones febriles incluyen los siguientes:
Puede ocurrir durante infecciones virales de sitios diferentes al sistema nervioso central y menos comúnmente durante infecciones bacterianas (principalmente porque ciertas infecciones virales como por herpesvirus humano 6 [HHV-6] e influenza se asocian con un grado muy alto de fiebre)
En ocasiones, aparecen después de la aplicación de ciertas vacunas, como la antisarampionosa/antiparotidítica/antirrubeólica (2)
Los factores genéticos y familiares parecen aumentar la susceptibilidad a las convulsiones febriles. Los gemelos monocigóticos tienen una tasa de concordancia mucho más alta que los gemelos dicigóticos. Se han identificado varios genes asociados con convulsiones febriles (3).
Los antecedentes de retraso del desarrollo se asocian con un mayor riesgo de epilepsia después de una convulsión febril (4).
Referencias generales
1. Christensen KJ, Dreier JW, Skotte L, et al. Birth characteristics and risk of febrile seizures. Acta Neurol Scand. 2021;144(1):51-57. doi:10.1111/ane.13420
2. Klein NP, Fireman B, Yih WK, et al. Measles-mumps-rubella-varicella combination vaccine and the risk of febrile seizures. Pediatrics. 2010;126(1):e1-e8. doi:10.1542/peds.2010-0665
3. Saghazadeh A, Mastrangelo M, Rezaei N. Genetic background of febrile seizures. Rev Neurosci. 2014;25(1):129-161. doi:10.1515/revneuro-2013-0053
4. Nelson KB, Ellenberg JH. Predictors of epilepsy in children who have experienced febrile seizures. N Engl J Med. 1976;295(19):1029–1033. doi:10.1056/NEJM197611042951901
Signos y síntomas de la convulsiones febriles
A menudo, las convulsiones febriles se producen durante el ascenso inicial rápido de la temperatura corporal, y la mayoría aparecen dentro de las 24 h del comienzo de la fiebre. En general, la temperatura más alta parece ser más importante para influir en el inicio de las convulsiones comparada con la velocidad relativa con que aumenta. Por lo general, las convulsiones son generalizadas; la mayoría de ellas son clónicas, pero algunas se manifiestan por períodos de postura atónica o tónica.
Un período posictal de unos pocos minutos es común, pero puede durar tanto como un par de horas. La somnolencia es común durante este período; la confusión y la agitación son menos frecuentes pero son posibles. Si el período posictal es más de una hora o si los niños tienen hallazgos focales (p. ej., movimiento disminuido en un lado) durante este período, deben ser evaluados para un trastorno agudo subyacente del sistema nervioso central. La recuperación del estado neurológico basal es generalmente rápida.
Estado epiléptico febril es convulsiones continuas o intermitentes que duran ≥ 30 min. Cuando el estado de mal epiléptico se manifiesta como convulsiones intermitentes, las convulsiones ocurren sin recuperación neurológica entre las convulsiones. Los niños con estado epiléptico febril presentan alto riesgo de daño cerebral, particularmente lesión hipocámpica aguda que puede progresar a esclerosis, con desarrollo potencial de epilepsia del lóbulo temporal (1).
Referencia de los signos y los síntomas
1. Hesdorffer DC, Shlomo S, Lax DN, et al: Risk factors for subsequent febrile seizures in the FEBSTAT study. Epilepsia 57(7):1042–1047, 2016. doi: 10.1111/epi.13418
Diagnóstico de las convulsiones febriles
Evaluación para excluir otras etiologías
Las convulsiones febriles se asignan como diagnóstico después de excluir otras causas. La fiebre puede desencadenarlas en niños con convulsiones afebriles previas; estos episodios no se denominan convulsiones febriles, porque estos niños ya han mostrado una tendencia a presentar convulsiones.
Las pruebas de rutina no son necesarias para las convulsiones febriles simples que no sean para determinar el origen de la fiebre, pero si los niños tienen convulsiones febriles complejas, déficits neurológicos o signos de un trastorno subyacente grave (p. ej., meningitis, trastornos metabólicos), se debe realizar una evaluación más exhaustiva (1, 2).
La evaluación para excluir otros trastornos se basa en el contexto clínico:
Análisis del líquido cefalorraquídeo (LCR): Para descartar meningitis y encefalitis en lactantes menores únicamente cuando las características clínicas sugieran fuertemente su presencia (ej. en aquellos con signos meníngeos o signos de depresión del SNC) o en aquellos que tienen convulsiones después de varios días de enfermedad febril; también debe considerarse si los niños no están completamente inmunizados o están tomando antibióticos
Se realizan pruebas de glucosa sérica, sodio, calcio, magnesio y fósforo y pruebas de función hepática y renal para descartar trastornos metabólicos especialmente si los antecedentes incluyen vómitos recientes, diarrea o alteración de la ingesta de líquidos; si hay signos de deshidratación o edema; o si ocurre una convulsión febril compleja.
Cultivos de sangre y orina: para determinar una posible causa de la fiebre (3)
RM cerebral: si la exploración neurológica detecta anomalías focales, si se producen características focales durante la convulsión o el período posictal o si la depresión posictal del sensorio se prolonga; no se recomienda en niños con convulsiones febriles simples
Electroencefalografía (EEG): si las convulsiones febriles tienen características focales o son recurrentes (por lo general, el EEG no detecta alteraciones específicas ni ayuda a predecir convulsiones recurrentes y no se recomienda después de una primera convulsión febril simple en niños con un examen neurológico normal.)
Una evaluación diagnóstica basada en el trastorno subyacente se realiza si los niños tienen un trastorno del desarrollo o neurológico ya identificado (por lo general, un diagnóstico de convulsión febril no es correcto en estos casos).
Referencias del diagnóstico
1. Smith DK, Sadler KP, Benedum M. Febrile Seizures: Risks, Evaluation, and Prognosis. Am Fam Physician. 2019;99(7):445-450.
2. Subcommittee on Febrile Seizures; American Academy of Pediatrics. Neurodiagnostic evaluation of the child with a simple febrile seizure. Pediatrics. 2011;127(2):389-394. doi:10.1542/peds.2010-3318
3. Pantell RH, Roberts KB, Adams WG, et al. Evaluation and Management of Well-Appearing Febrile Infants 8 to 60 Days Old [published correction appears in Pediatrics. 2021 Nov;148(5):e2021054063. doi: 10.1542/peds.2021-054063.]. Pediatrics. 2021;148(2):e2021052228. doi:10.1542/peds.2021-052228
Tratamiento de las convulsiones febriles
Terapia antipirética
Terapia de apoyo para duración de convulsiones < 5 minutos
Anticonvulsivos y, en ocasiones, intubación para convulsiones de duración ≥ 5 minutos
Todos los niños deben recibir terapia antipirética hasta que la fiebre disminuya porque el hecho de reducir la temperatura puede ayudar a prevenir otra convulsión febril durante la enfermedad repentina para la resolución aguda del estado epiléptico febril. Sin embargo, no se ha demostrado que la administración de un antipirético al comienzo de una enfermedad febril prevenga una convulsión febril (1).
El tratamiento de las convulsiones febriles es sintomático si las convulsiones duran < 5 minutos.
Las convulsiones que duran ≥ 5 min pueden requerir fármacos para terminarlas, con control cuidadoso del estado circulatorio y respiratorio. La intubación puede ser necesaria si las convulsiones persisten a pesar del tratamiento o si la terapia anticonvulsiva provoca apnea.
Por lo general, la farmacoterapia se administra por vía IV, con una benzodiazepina de acción corta (p. ej., lorazepam repetido cada 5-10 min hasta por 3 dosis). Puede administrarse fosfenitoína en 15 a 30 min si la convulsión persiste.
Si no es posible obtener un el acceso IV o si el niño se encuentra en un entorno prehospitalario y es mayor de 2 años, se puede administrar gel rectal de diazepam o midazolam intranasal.
Asimismo, puede recurrirse a fenobarbital, ácido valproico o levetiracetam para tratar una convulsión persistente.
En los niños con convulsiones febriles recurrentes algunos médicos prescriben gel rectal de diazepam (véase Prevención de las convulsiones febriles) administrado por los padres en el hogar cuando ocurre una convulsión febril prolongada.
Referencia del tratamiento
1. Corsello A, Marangoni MB, Macchi M, et al. Febrile Seizures: A Systematic Review of Different Guidelines. Pediatr Neurol. 2024;155:141-148. doi:10.1016/j.pediatrneurol.2024.03.024
Pronóstico de las convulsiones febriles
Recurrencia y epilepsia posterior
La tasa general de recurrencia de convulsiones febriles es aproximadamente del 20 al 35% (1). El riesgo de recurrencia es mayor si los niños < 1 año de edad cuando ocurre la convulsión inicial, con un número creciente de episodios de convulsiones febriles, o si los niños tienen familiares de primer grado que han tenido convulsiones febriles.
El riesgo de desarrollar un trastorno convulsivo afebril después de tener ≥ 1 convulsión febril simple es de aproximadamente 2 a 6%, un poco más alto que el riesgo basal de desarrollar epilepsia (aproximadamente 2% en los niños en general) (2). La mayor parte del riesgo elevado ocurre en niños que tienen factores de riesgo adicionales (p. ej., convulsiones febriles complejas, antecedentes familiares de convulsiones, retraso madurativo); en estos niños, el riesgo es de hasta el 10% (3). No está claro si tener una convulsión febril puede en sí bajar permanentemente el umbral convulsivo o si algunos de los factores subyacentes predisponen a los niños tanto a las convulsiones febriles y no febriles.
Secuelas neurológicas
No se cree que las convulsiones febriles simples por sí mismas ocasionen anormalidades neurológicas. Sin embargo, en algunos niños, una convulsión febril puede ser la primera manifestación de un trastorno convulsivo subyacente o de un trastorno neurológico aún no reconocido. Los signos del trastorno pueden identificarse retrospectivamente o pueden no aparecer hasta más tarde. En cualquier caso, no se cree que la convulsión febril sea causal.
El estado de mal epiléptico febril puede asociarse con daños en las partes vulnerables del cerebro, como el hipocampo.
Referencias del pronóstico
1. Berg AT, Shinnar S, Darefsky AS, et al. Predictors of recurrent febrile seizures. A prospective cohort study. Arch Pediatr Adolesc Med. 1997;151(4):371-378. doi:10.1001/archpedi.1997.02170410045006
2. Kim JS, Woo H, Kim WS, Sung WY. Clinical Profile and Predictors of Recurrent Simple Febrile Seizure. Pediatr Neurol. 2024;156:4-9. doi:10.1016/j.pediatrneurol.2024.04.001
3. Nelson KB, Ellenberg JH. Predictors of epilepsy in children who have experienced febrile seizures. N Engl J Med. 1976;295(19):1029–1033. doi:10.1056/NEJM197611042951901
Prevención de las convulsiones febriles
Los padres de un niño que ha tenido una convulsión febril deben ser aconsejados para monitorizar cuidadosamente la temperatura de su hijo durante las enfermedades. La mayoría de los médicos aconsejan dar antipiréticos si la temperatura está elevada (incluso aunque los estudios controlados no hayan demostrado que este tratamiento evite la recurrencia de las convulsiones febriles).
Por lo general, no está indicada la farmacoterapia anticonvulsiva de mantenimiento para prevenir convulsiones febriles recurrentes o aparición de convulsiones afebriles (1). Sin embargo, las situaciones en las que se debe considerar el uso de terapia con anticonvulsivos (2) incluyen niños que tienen
Crisis febriles complejas y déficits neurológicos
Antecedentes familiares sólidos de epilepsia y convulsiones febriles simples o complejas recurrentes
Estado de mal epiléptico febril
Convulsiones febriles que ocurren al menos una vez por trimestre
Referencias de la prevención
1. Steering Committee on Quality Improvement and Management, Subcommittee on Febrile Seizures American Academy of Pediatrics. Febrile seizures: clinical practice guideline for the long-term management of the child with simple febrile seizures. Pediatrics. 2008;121(6):1281-1286. doi:10.1542/peds.2008-0939
2. Piña-Garza J, James K: Paroxysmal Disorders: Febrile seizures. In Fenichel's Clinical Pediatric Neurology: A Signs and Symptoms Approach, ed. 8. Philadelphia, Elsevier, 2019, p. 18.
Conceptos clave
Las convulsiones febriles son convulsiones que ocurren en niños neurológicamente normales de 6 meses a 5 años de edad con fiebre (temperatura > 38° C) que no es causada por una infección del sistema nervioso central y que no han tenido convulsiones afebriles previas.
Las convulsiones febriles simples duran < 15 minutos, no presentan características focales y no recidivan dentro del período siguiente de 24 horas.
Las convulsiones febriles complejas duran ≥ 15 min continuamente o con pausas, tienen características focales; o un inicio focal; o recurren dentro de las 24 h.
No se requieren pruebas de rutina para las convulsiones febriles simples, pero si los niños tienen convulsiones complejas, déficits neurológicos o signos de un trastorno subyacente grave (p. ej., meningitis, trastornos metabólicos), las pruebas deben hacerse.
Las crisis que duran ≥ 5 min requieren tratamiento farmacológico (p. ej., lorazepam repetido cada 5-10 min hasta por 3 dosis).
El riesgo de desarrollar un trastorno de convulsiones sin fiebre después de haber tenido ≥ 1 convulsiones febriles simples es de aproximadamente 2 a 6%.
No se demostró que la administración de un antipirético a comienzo de una enfermedad febril prevenga una convulsión febril.
