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Las mujeres pueden presentar hemorragia vaginal y/o dolor abdominal intenso, y entrar en choque (shock).
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Cuando la placenta se desprende demasiado pronto, es posible que el feto no alcance el crecimiento esperado o incluso que nazca muerto.
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El médico diagnostica el desprendimiento de placenta basándose en los síntomas y, algunas veces, solicita una ecografía para confirmar el diagnóstico.
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Limitar la actividad puede ser todo lo que se necesita, pero si continúa la hemorragia, si el feto está en peligro o si el embarazo está cerca de su término se hace nacer al bebé tan pronto como se pueda.
Las complicaciones del embarazo, como la abrupción placentaria, son problemas que aparecen solo durante el embarazo. Pueden afectar a la mujer, al feto o a ambos y presentarse en diferentes momentos del embarazo. Sin embargo, la mayor parte de las complicaciones del embarazo se pueden tratar con buenos resultados.
La placenta puede desprenderse incompleta (algunas veces entre un 10 y un 20%) o completamente. Se desconoce su causa.
El desprendimiento de la placenta se produce en el 0,4 al 1,5% de todos los partos.
Problemas con la placenta
Factores de riesgo
Entre los factores de riesgo (circunstancias que aumentan el riesgo de sufrir un trastorno) para el desprendimiento prematuro de la placenta se cuentan los siguientes:
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La hipertensión arterial (incluida la preeclampsia, un tipo de hipertensión arterial que se desarrolla durante el embarazo)
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Edad avanzada
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La vasculitis u otros trastornos vasculares
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Un desprendimiento de placenta anterior
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Una lesión abdominal
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Trastornos de la coagulación de la sangre, como el síndrome de anticuerpos antifosfolípidos
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Infección de los tejidos que rodean al feto (infección intraamniótica)
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Rotura prematura de las membranas, especialmente cuando hay demasiado líquido amniótico alrededor del feto (polihidramnios)
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Falta de oxígeno a la placenta
Síntomas
Los síntomas de abrupción placentaria (desprendimiento placentario) dependen del grado de desprendimiento y de la cantidad de sangre perdida (que puede ser muy importante).
Los síntomas pueden incluir dolor abdominal repentino, constante o en forma de calambres o cólicos, sensibilidad al palpar el abdomen y una caída peligrosa de la presión arterial (choque o shock). Algunas mujeres no experimentan síntomas.
La hemorragia se produce en el lugar en que estaba adherida la placenta. La sangre puede pasar por el cuello uterino y salir por la vagina (hemorragia externa), o bien quedarse retenida detrás de la placenta (hemorragia oculta). Por ello, las mujeres pueden tener o no hemorragia vaginal. Si se produce sangrado, la sangre puede ser de color rojo brillante o rojo oscuro, y el sangrado puede ser continuo o irregular.
El desprendimiento prematuro de la placenta provoca en ocasiones una pérdida abundante de sangre con una coagulación diseminada en el interior de los vasos sanguíneos (coagulación intravascular diseminada), insuficiencia renal, y hemorragia en las paredes del útero, sobre todo en las mujeres embarazadas que también sufren preeclampsia.
Cuando la placenta se desprende, el suministro de oxígeno y de nutrientes al feto se reduce. Si el desprendimiento se produce de repente, y disminuye en gran medida el aporte de oxígeno, el feto puede morir. Si se produce gradualmente y con menos extensión, el feto puede crecer menos de lo esperado (restricción del crecimiento intrauterino) o puede haber muy poco líquido amniótico (oligohidramnios). El desprendimiento gradual puede ocasionar menos dolor abdominal y tener menor riesgo de choque (shock) en la madre que el desprendimiento repentino, pero se incrementa el riesgo de rotura prematura subsiguiente de las membranas.
Diagnóstico
Los médicos sospechan que existe desprendimiento prematuro de la placenta a partir de los síntomas presentados. La ecografía puede ayudar a los médicos a confirmar el diagnóstico de desprendimiento prematuro y a distinguirlo de la placenta previa, que puede causar síntomas similares. La ecografía se puede realizar colocando un dispositivo manual en el abdomen (ecografía abdominal) o dentro de la vagina (ecografía transvaginal).
Los médicos pueden controlar la presencia de preeclampsia porque puede aumentar el riesgo de aparición de problemas.
Para comprobar si ha aparecido alguno de los problemas que el desprendimiento prematuro puede causar, los médicos pueden realizar análisis de sangre y controlar la frecuencia cardíaca del feto.
Tratamiento
Una mujer con desprendimiento prematuro de la placenta puede ser hospitalizada según la gravedad de los síntomas y la duración del embarazo. A veces, el único tratamiento necesario es la actividad modificada (reposo en cama modificado). La actividad modificada significa que la mujer debe mantenerse acostada durante la mayor parte del día. Los médicos también desaconsejan el coito.
La actividad modificada con hospitalización está indicada si se dan todas las características siguientes:
lo que permite a los médicos vigilar de cerca a la mujer y al feto y, si es necesario, tratarlos rápidamente. Por lo general, cuando el riesgo de parto prematuro es elevado, también se recomiendan los corticoesteroides (para ayudar a que los pulmones del feto maduren). Si los síntomas se atenúan y el feto no corre peligro, la madre puede ser dada de alta.
Por lo general, se provoca el parto tan pronto como sea posible si se presenta cualquiera de las situaciones siguientes:
Si el parto vaginal no es posible, se realiza una cesárea.
Si la mujer entra en choque (shock) o si aparece una coagulación intravascular diseminada, se le practica una transfusión de sangre y se controla en una unidad de cuidados intensivos.