(Véase también Introducción a los tumores malignos del aparato reproductor femenino.)
El cáncer de vagina supone solo el 1% de los cánceres ginecológicos. La edad media de diagnóstico es de 60 a 65 años.
El cáncer de vagina puede producirse por el virus del papiloma humano (VPH), el mismo virus que ocasiona las verrugas genitales y el cáncer del cuello uterino. Padecer una infección por VPH, un cáncer de cuello uterino o un cáncer de vulva aumenta el riesgo de desarrollar un cáncer de vagina.
Más del 95% de los tumores malignos de la vagina son carcinomas de células escamosas (carcinomas) que se desarrollan en las células planas y de apariencia parecida a la piel que forman la superficie de la mucosa vaginal. El resto de los tumores malignos de la vagina son en su mayoría adenocarcinomas, que se desarrollan a partir de las células glandulares. Un tipo poco frecuente, el adenocarcinoma de células claras, aparece casi exclusivamente en mujeres a cuyas madres se les administró dietilestilbestrol (DES), un fármaco prescrito para evitar el aborto espontáneo durante el embarazo. (La venta de este fármaco se prohibió en muchos países en la década de 1971.)
Si no se trata, el cáncer vaginal continúa creciendo e invade los tejidos circundantes. Finalmente, puede infiltrar los vasos sanguíneos y linfáticos, propagándose a la vejiga, el recto, los ganglios linfáticos próximos y a otras partes del organismo.
Síntomas
El síntoma más frecuente de cancer vaginal es un sangrado vaginal anormal, que puede ocurrir durante o después del coito, entre periodos menstruales o después de la menopausia. Se pueden formar úlceras en el revestimiento de la vagina que pueden sangrar e infectarse. Algunas mujeres también presentan una secreción vaginal acuosa. En raras ocasiones no existen síntomas.
Los cánceres más extendidos también pueden afectar a la vejiga y ocasionar una micción frecuente y dolorosa. En fases avanzadas del cáncer, pueden formarse conexiones anormales (fístulas) entre la vagina y la vejiga o el recto.
Diagnóstico
El médico sospecha la existencia de un cáncer de vagina por los síntomas, la presencia de zonas anormales detectadas durante una exploración ginecológica rutinaria o un resultado anormal de una citología cervicovaginal (prueba de Papanicoláu). El médico puede examinar la vagina utilizando un instrumento con lentes de aumento binoculares (colposcopio).
Para confirmar el diagnóstico, extrae una muestra de tejido de la pared vaginal y la examina al microscopio (biopsia). Se asegura de obtener muestras de tejido de cualquier tumor, úlcera u otra área anormal detectada durante la exploración.
Para determinar si el cáncer se ha diseminado, se pueden realizar otras pruebas complementarias, como el examen de la vejiga o del recto mediante un tubo de visualización (endoscopio), una radiografía de tórax y una tomografía computarizada (TC).
Estadificación del cáncer vaginal
Se determina el estadio del cáncer (estadificación) en función de hasta dónde se ha diseminado. Los estadios van del estadio I (precoz) al IV (avanzado):
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Estadio I: el cáncer está confinado en las paredes de la vagina.
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Estadio II: el tumor se ha diseminado a través de la pared de la vagina a los tejidos cercanos, pero sigue estando dentro de la pelvis (que contiene los órganos reproductores internos, la vejiga y el recto).
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Estadio III: el cáncer se ha extendido por toda la pelvis (pero no a la vejiga o al recto).
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Estadio IV: el cáncer se ha diseminado a la vejiga o al recto o por fuera de la pelvis (por ejemplo, a los pulmones o a los huesos).
Pronóstico
Tratamiento
El tratamiento del cáncer vaginal también depende del estadio.
En los cánceres de vagina en estadio inicial, el tratamiento de elección es la cirugía para extirpar la vagina, el útero y los ganglios linfáticos de la pelvis y de la parte superior de la vagina. Algunas veces, la radioterapia se aplica después de la cirugía.
La radioterapia se utiliza en la mayoría de los demás tipos de cáncer vaginal. Por lo general, se emplea una combinación de radioterapia interna (mediante implantes radiactivos que se colocan dentro de la vagina, lo que se denomina braquiterapia) y radioterapia externa (dirigida a la pelvis desde el exterior del cuerpo).
La radioterapia no se puede utilizar si se han desarrollado fístulas. En estos casos, se extirpan algunos o todos los órganos de la pelvis (exenteración pélvica). Estos órganos incluyen los órganos reproductores (la vagina, el útero, las trompas de Falopio y los ovarios), la vejiga, la uretra, el recto y el ano. Si es necesario extirpar todos los órganos, o cuáles deben ser extirpados, depende de muchos factores como la localización del cáncer, la anatomía de la mujer y sus metas después de la cirugía. Es necesario realizar aberturas permanentes para la orina (urostomía) y heces (colostomía) en el abdomen para que estos residuos puedan salir del cuerpo y ser recogidos en bolsas. Después del procedimiento, suele producirse un sangrado, secreción e importante dolor espontáneo y a la palpación durante algunos días. Por lo general, la estancia en el hospital es de 3 a 5 días. Pueden producirse complicaciones como infección o dehiscencia de la herida quirúrgica, obstrucción intestinal y fístulas.
Las relaciones sexuales pueden ser difíciles o imposibles después del tratamiento del cáncer de vagina.