Dolor abdominal crónico y dolor abdominal recurrente

PorJonathan Gotfried, MD, Lewis Katz School of Medicine at Temple University
Revisado/Modificado ene. 2022
Vista para pacientes

El dolor abdominal crónico es un dolor que persiste durante más de 3 meses en forma continua o intermitente. El intermitente puede denominarse dolor abdominal recurrente. El dolor abdominal agudo se analiza en otro apartado. El dolor abdominal crónico aparece después de los 5 años de edad. Hasta el 10% de los niños requieren evaluación por dolor abdominal recurrente. Alrededor del 2% de los adultos, predominantemente mujeres, presentan dolor abdominal crónico (un porcentaje mucho más alto de adultos tiene algún tipo de síntomas digestivos crónicos, como dispepsia no ulcerosa y diversas alteraciones intestinales).

Los trastornos funcionales del intestino son causas frecuentes de dolor abdominal crónico. El síndrome del intestino irritable (SII) es un trastorno intestinal funcional que causa dolor abdominal recurrente y alteraciones en las deposiciones. El síndrome de dolor abdominal centralizado, antes conocido como dolor abdominal funcional, es un trastorno similar pero menos común que no causa alteraciones de el hábito intestinal. (See the American College of Gastroenterology's 2021 clinical guideline for the management of IBS.)

Casi todos los pacientes con dolor abdominal crónico han sido sometidos a una evaluación médica previa que no arrojó un diagnóstico después de la anamnesis, el examen físico y los estudios complementarios básicos.

Fisiopatología

Las causas orgánicas del dolor abdominal crónico (véase tabla Causas orgánicas del dolor abdominal crónico) son consecuencia de estímulos de los receptores viscerales (mecánicos, químicos o ambos). El dolor puede ser localizado o referido, dependiendo de la inervación y el compromiso de un órgano específico.

El síndrome del intestino irritable y el síndrome de dolor abdominal mediado por el sistema nervioso central causan dolor que persiste > 6 meses sin evidencia de enfermedad fisiológica. La fisiopatología de estos trastornos es compleja y parece implicar alteración de la motilidad intestinal, aumento de la nocicepción visceral y factores psicológicos. Hiperalgesia visceral hace referencia a hipersensibilidad a grados normales de distensión intraluminal y mayor percepción de dolor en presencia de cantidades normales de gas intestinal; puede deberse al remodelado de vías nerviosas del eje encéfalo-intestino.

Etiología

Quizás el 10% de los pacientes tengan una enfermedad fisiológica oculta ( ver Causas fisiológicas de dolor abdominal crónico); el resto presenta un proceso funcional. Sin embargo, puede ser difícil determinar si una anormalidad particular (p. ej., adherencias o bridas, quistes de ovario, endometriosis) es la causa del dolor abdominal crónico o un hallazgo incidental.

Tabla

Evaluación

Anamnesis

Los antecedentes de la enfermedad actual se recaban para indagar la localización, la cualidad, la duración, la cronología y la frecuencia de recurrencia del dolor, y los factores que lo exacerban o lo alivian (en particular, la ingesta alimentaria o las deposiciones). Hay que preguntar específicamente si la leche o los productos lácteos causan cólicos abdominales o distensión, porque la intolerancia a la lactosa es frecuente, sobre todo en individuos de ascendencia afroamericana, latinoamericana, asiática (en particular de países del extremo oriente) y nativos americanos, con una frecuencia que aumenta con el envejecimiento.

La evaluación por aparatos y sistemas busca síntomas digestivos concomitantes, como reflujo gastroesofágico, anorexia, distensión o “gases”, náuseas, vómitos, ictericia, melena, hematuria, hematemesis, pérdida de peso, y moco o sangre en materia fecal. Los síntomas intestinales, como diarrea, estreñimiento, y las modificaciones de la consistencia, color o ritmo evacuatorio tienen particular importancia.

La anamnesis alimentaria es importante. Por ejemplo, la ingestión de grandes cantidades de refrescos de cola, jugos de fruta (que pueden contener concentraciones significativas de fructosa y sorbitol) o alimentos que producen gases (p. ej., alubias, cebollas, repollo, coliflor) pueden explicar un dolor abdominal por lo demás desconcertante.

Los antecedentes personales deben incluir la naturaleza y el momento de cualquier cirugía abdominal y los resultados de estudios previos realizados y tratamientos probados. La anamnesis farmacológica debe incluir detalles concernientes a fármacos de venta bajo receta, así como consumo de drogas ilícitas y alcohol.

Deben investigarse antecedentes familiares de dolor abdominal o fiebres recurrentes, así como diagnósticos conocidos de enfermedad o rasgo drepanocítico, fiebre familiar del Mediterráneo y porfiria.

Examen físico

El examen de signos vitales debe observar, en particular, la presencia de fiebre o taquicardia.

La exploración general debe buscar ictericia, erupción cutánea y edema periférico.

También se deben buscar zonas de dolor a la palpación, presencia de signos peritoneales (p. ej., defensa, rigidez, dolor a la descompresión) y cualquier masa u organomegalia. El tacto rectal y (en las mujeres) el examen pelviano para localizar dolor a la palpación y masas, además del examen de sangre oculta en las heces, son esenciales.

Signos de alarma

Los siguientes hallazgos son de particular importancia:

  • Fiebre

  • Anorexia, pérdida de peso

  • Dolor que despierta al paciente

  • Sangre en materia fecal u orina

  • Ictericia

  • Edema

  • Masa abdominal u organomegalia

Interpretación de los hallazgos

Es infrecuente que el exámen físico solo permita arribar a un diagnóstico de certeza.

Puede resultar difícil determinar si el dolor abdominal crónico es fisiológico o funcional. Si bien la presencia de signos de alarma indica una alta probabilidad de una causa fisiológica, su ausencia no la descarta. Otros indicios son que las causas fisiológicas suelen provocar dolor bien localizado, especialmente en zonas distintas de la región periumbilical. Por lo general, el dolor que despierta al paciente es fisiológico. Se enumeran algunos hallazgos sugestivos de trastornos específicos en la tabla Causas fisiológicas del dolor abdominal crónico.

El dolor abdominal crónico funcional puede causar dolor similar al de origen fisiológico. Sin embargo, no hay ningún signo de alarma asociado, y a menudo las manifestaciones psicosociales son prominentes. Los antecedentes de abuso físico o sexual o una pérdida no resuelta (p. ej., divorcio, aborto, muerte de un miembro de la familia) pueden ser un indicio.

Los criterios de Roma IV para el diagnóstico del síndrome del intestino irritable requieren la presencia de dolor o malestar abdominal durante al menos 1 día/semana en los últimos 3 meses, junto con al menos 2 de las siguientes características:

  • Dolor relacionado con la defecación.

  • El dolor se asocia con un cambio en la frecuencia defecatoria.

  • Dolor asociado con un cambio en la consistencia de las heces (1).

Referencia de la evaluación

  1. 1. Drossman DA: Functional gastrointestinal disorders: History, pathophysiology, clinical features, and Rome IV. Gastroenterology 150:1262–1279, 2016. doi: 10.1053/j.gastro.2016.02.032

Estudios complementarios

Por lo general, deben realizarse estudios simples (como análisis de orina, hemograma completo, pruebas hepáticas, nitrógeno ureico en sangre, glucosa y lipasa). Las anormalidades de estos estudios, la presencia de signos de alarma o hallazgos clínicos específicos imponen solicitar más estudios aunque las evaluaciones previas hayan sido negativas. Los estudios específicos dependen de los hallazgos ( ver Causas fisiológicas de dolor abdominal crónico), pero suelen incluir ecografía para detectar cáncer de ovario en mujeres > 50 años, TC de abdomen y pelvis con contraste, endoscopia gastrointestinal alta (particularmente en pacientes > 60 años de edad) o colonoscopia y, quizás, pruebas de imagen de intestino delgado o exámenes de materia fecal.

No se han esclarecido los beneficios de estudiar a pacientes que no presentan signos de alarma. Es probable que los pacientes > 50 o con factores de riesgo para el cáncer de colon (p. ej., con antecedentes familiares) deban someterse a una colonoscopia; los pacientes 50 pueden someterse a observación o se puede solicitar una TC de abdomen y pelvis con contraste si se desea realizar un estudio por la imagen. La colangiopancreatografía por resonancia magnética (CPRM), la colangiopancreatografía retrógrada endoscópica (CPRE) y la laparoscopia rara vez son útiles en ausencia de indicaciones específicas.

Entre la evaluación inicial y la visita de control, el paciente (o la familia si éste es un niño) debe registrar cualquier dolor, incluidos naturaleza, intensidad, duración y factores desencadenantes. También debe registrarse la dieta, el patrón evacuatorio y cualquier medicamento probado (y los resultados obtenidos). Este registro puede revelar patrones de conducta inapropiados y respuestas exageradas al dolor, o sugerir un diagnóstico.

Tratamiento

Se tratan los trastornos fisiológicos.

Si se arriba al diagnóstico de dolor abdominal crónico funcional, deben evitarse los exámenes y estudios frecuentes, porque pueden enfocarse en los síntomas físicos o magnificarlos, o dar por sentado que el médico no tiene confianza en el diagnóstico.

No hay ningún método terapéutico para curar el dolor abdominal crónico funcional; sin embargo, hay muchas medidas útiles. Éstas se basan en una relación empática de confianza entre el médico, el paciente y la familia. Debe asegurarse a los pacientes que no se encuentran en peligro, e indagar y solucionar las preocupaciones específicas. El médico debe explicar los hallazgos de laboratorio y el carácter del problema, además de describir cómo se genera el dolor y cómo lo percibe el paciente (es decir, puede existir una tendencia a sentir dolor en períodos de estrés). Es importante evitar la perpetuación de las consecuencias psicosociales negativas del dolor crónico (p. ej., ausencias prolongadas de la escuela o del trabajo, abandono de actividades sociales) y promover la independencia, la participación social y la confianza en sí mismo. Estas estrategias ayudan al paciente a controlar o tolerar los síntomas sin dejar de participar en sus actividades cotidianas.

Los fármacos como los antiespasmódicos y los antidepresivos tricíclicos pueden ser eficaces. Deben evitarse los opiáceos debido a la preocupación por la posible dependencia y la posibilidad de un síndrome intestinal por narcóticos. La modificación de la dieta y el consumo de alimentos ricos en fibra o suplementos de fibra pueden ayudar a algunos pacientes. La evidencia que apoya el uso de probióticos para el síndrome de dolor abdominal mediado por el sistema nervioso central es actualmente limitada. (See the American College of Gastroenterology's 2021 clinical guideline for the management of IBS.)

Los métodos cognitivos (p. ej., entrenamiento en relajación, biorretroalimentación, hipnosis) pueden ser útiles al contribuir a la sensación de bienestar y control del paciente. Deben programarse visitas regulares semanales, mensuales o bimestrales, lo que dependerá de las necesidades del paciente, y éstas deben continuar hasta bastante después de la resolución del problema. A veces se requiere una derivación psiquiátrica si persisten los síntomas, en especial si el paciente está deprimido o hay factores estresantes psicológicos significativos en el hogar.

Conceptos clave

  • La mayoría de los casos representan un proceso funcional.

  • Los signos de alarma indican una causa fisiológica y la necesidad de evaluación adicional.

  • Los estudios complementarios dependen de las manifestaciones clínicas.

  • Los estudios reiterados después de descartar causas fisiológicas suelen ser contraproducentes.

Más información

El siguiente recurso en inglés puede ser útil. Tenga en cuenta que el MANUAL no es responsable por el contenido de este recurso.

  1. American College of Gastroenterology: Clinical guideline for the management of IBS (2021)

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